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«Al lugar donde has sido feliz / no debieras tratar de volver», cantaba Sabina adaptando los versos de Félix Grande. Y ya me duele llevarles la contraria a los dos insignes, pero hay que volver a los lugares felices siempre que se pueda: si quedan ... pocos a los que regresar, menos aún quedan por descubrir. Pero alguno hay. 'Los Durrell', por ejemplo, el lugar más feliz en el que he estado últimamente. Y sin tener que moverme del sofá.
La serie británica se basa en 'Mi familia y otro animales', primera parte de la autobiográfica 'Trilogía de Corfú' de Gerald Durrell, para abundar en un género ya clásico: el de ingleses por el mundo. Antes de las invasiones bárbaras de Benidorm y Magaluf, ya había ingleses quemados por el sol, ingleses que se ponían chispi a base de vino peleón, ingleses a los que hasta el pueblo más deslucido les resultaba exótico, ingleses excéntricos haciendo de ingleses excéntricos fuera de su país, ingleses impermeables a las costumbres y al idioma local, ingleses que no renunciaban a seguir siendo ingleses y que se montaban un té con tazas de porcelana de Wedgwood y sándwiches de pepino en medio del paraje más inhóspito. La serie se podría enmarcar dentro de esta categoría, aunque la adaptación de los Durrell al medio es mayor que en otros casos. De hecho, bastante más: conozco a algunos británicos que llevan treinta años viviendo en España y no saben ni pedir una barra de pan.
Al contrario que muchos de sus compatriotas, esta familia encuentra en el extranjero su lugar feliz. Desembarcan en Corfú a mediados de los años 30, cuando Louisa Durrell, viuda acuciada por las deudas, decide abandonar Inglaterra buscando un futuro mejor para sus cuatro hijos. Y qué cuatro: el mayor es Lawrence Durrell, el autor de 'El Cuarteto de Alejandría', encarnado por el elegantísimo y atractivísimo feo Josh O'Connor (el príncipe Carlos de 'The Crown'), que aquí luce las camisetas marineras y los fulares como nadie, mientras que el pequeño es el ya citado Gerald Durrell, famoso naturalista y culpable de que legiones de lectores, enamorados de la isla a través de sus historias, hayan viajado hasta ella para conocerla. Entre los dos hermanos, un par más: Leslie, el amante de las mujeres y las armas, y Margo, la adolescente que se busca a sí misma paseando bajo los olivos. Los roces que surgen entre los miembros de la familia a causa de sus distintas personalidades intentan ser solucionados, con mano más o menos firme, por la madre, a la que encarna la fabulosa Keeley Hawes, vista y disfrutada en 'Bodyguard', 'It's a Sin' o 'Line of Duty'.
Si a esos mimbres (actores de mucho fuste, diálogos con chispa, paisajes encantadores, primorosos secundarios, animales de todo pelaje, malentendidos a causa del idioma y pequeños conflictos que se solucionan sin pasar a mayores) añadimos la sensación de alegría y relajo que todo lo invade, 'Los Durrell' deja de ser una serie para convertirse en la materialización del «estoy harto, lo dejo, me piro y pongo un chiringuito» que soltamos en la sobremesa dando un golpe con el vaso de orujo sobre el mantel, en la ilusión de abandonar el curro asfixiante, el reloj y el calendario para irnos a vivir un verano eterno junto al mar. Pero quizá porque intuimos que eso nunca nos sucederá, y porque estamos acostumbrados a los personajes torturados y a los dramas existenciales que pueblan las series actuales, 'Los Durrell' se puede antojar un poco ñoña, ingenua, demasiado azucarada. Sin embargo, hay que darle un voto de confianza para comprobar que la serie no es 'naif', sino luminosa y radiante, y que su buenismo se equilibra con una finísima ironía y un sutil humor. Británico, claro. Por algo son ingleses por el mundo.
'Los Durrell' está disponible en Filmin.
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