'Las raíces del cielo'
Joyas impopulares ·
John Huston da rienda suelta a sus obsesivas e intensas pasiones en una cinta que mezcla aventura, ecologismo y mirada existencialSecciones
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Joyas impopulares ·
John Huston da rienda suelta a sus obsesivas e intensas pasiones en una cinta que mezcla aventura, ecologismo y mirada existencialUn primer plano apabullante de un elefante abre el filme. No hay mayor declaración de principios. Se atisban dos geografías morales: la de la ametralladora, su poder y gloria; y la de la naturaleza y la inmensidad del paisaje humano. En sus mimbres es un filme cosido por las obsesivas e intensas pasiones de su director.
Pero tras obras clave en su filmografia como 'La jungla del asfalto', 'La reina de África' y 'Moby Dick', todas en los cincuenta, John Huston aborda una cinta diferente, atípica y distante aunque sembrada por las huellas características del director.
'Las raíces del cielo', adaptación de una novela de Romain Gary, traza el itinerario de un aventurero que viaja a una colonia francesa en África para luchar contra el exterminio indiscriminado de elefantes. La galería de secundarios, los perfiles de los personajes –esa particular jauría humana– y una extraña mezcla de aventura, ecologismo y mirada existencial. Es un Huston menor, sin duda, más pausado e incluso, en ocasiones, extrañamente contemplativo, pero su incursión en la novela permite transformar una intriga en ese humanismo que se desmaya entre lo salvaje y la civilización, el sexto sentido del descubrimiento y el ADN de la conquista.
Huston compone un curioso reparto que se asemeja, en sintonía y afinidad, a ese cementerio de elefantes de su ficción situada en una colonia africana de caza, prepotencia y ansias de riqueza. Así, junto a Juliette Gréco y Trevor Howard asoma Errol Flynn, en la que sería su penúltima película antes de morir al año siguiente, y Orson Welles en uno de sus tiempos muertos en busca de una salida alimenticia para insuflar aliento a sus proyectos más ambiciosos.
Lo singular de 'Las raíces del cielo' es que bajo cierta capa de atonía y de oficio desmayado el cineasta de 'El halcón maltés' subraya instantes de gran intensidad, transparenta esa gravedad humanista tan inherente a su cine y no oculta, para lo bueno y para lo malo, cuándo está de verdad interesado en lo que narra. En el primer caso impone su intensidad. En el segundo, se deja llevar.
El retrato a veces épico, otras cotidiano, de Morel, un aventurero que lucha contra el exterminio indiscriminado de elefantes, se postula como una mezcla de paisajismo, aventura lineal y tratado con conciencia ecológica. La necesaria reivindicación del filme radica en que, pese a anudarse en torno a nombres de gran relieve y notoriedad, es apenas conocida o ha quedado enterrada en la filmografía del maestro. Pero además su atmósfera permite tomar contacto con un cierto tono de decadencia intrínseco a la cinta.
El juego entre el antiestrellato que se desprende del reparto se funde con la historia idealista que narra en un diálogo de perdedores, fanatismo, cruzadas imposibles y el constante contraste entre la serenidad del paisaje y el sonido de la selva. Un filme irregular, quizás excedido de metraje, rodado en Chad, donde el protagonismo de las especies animales, en particular del paquidermo, donde destaca ese magma adherido al universo de Huston: los perdedores y desarraigados; la resistencia; la sombra de la muerte; el espíritu libre, la dignidad, la integridad y la masculinidad.
Pese a ese aire desprendido, el filme plantea numerosas aristas políticas sobre el colonialismo, el mestizaje, los contrastes culturales, las razas y, en general, esa confrontación de mundos, intereses y supervivencia aquí claramente lúcida y reflejada en los personajes, con sus filias y fobias. La fotografía de Oswald Morris imprime una textura especial entre la belleza de la naturaleza y el exilio interior de las criaturas que lo habitan de manera permanente o accidental. Quizás entre sus fotogramas se destila un fugaz presagio de lo que luego sería su magistral 'Vidas rebeldes'.
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