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Cuando en 2021 Pedro Sánchez decidió revolucionar su Gobierno para introducir perfiles reconocibles por todo el PSOE y lanzar, cuatro años después de la mayor crisis que ha vivido nunca el partido, un mensaje de reconciliación en clave interna, no dio mucho tiempo a nadie ... para hacerse a la idea. Ni a los que fueron llamados a asumir nuevas responsabilidades ni a aquellos de los que decidió prescindir. Hay ministros y altos cargos que confiesan que recibieron su llamada, aquel sábado de julio, apenas unos minutos antes de que sus nombramientos fueran comunicados a los medios. El cuadro da una idea de lo que puede esperarse de nuevo ahora. «No hagáis quinielas que nadie sabe absolutamente nada», advertía este jueves, al salir del pleno de investidura uno de sus colaboradores.
Sánchez juró este viernes a primera hora de la mañana su cargo ante el Rey después de haber superado la víspera un duro debate de investidura del que salió con el apoyo de 179 diputados, tres por encima de la mayoría absoluta, y la advertencia por parte de sus socios independentistas de que su continuidad se dirimirá casi mes a mes. Hasta ese momento, no había dado pistas –algunos de sus más próximos aseguran que tampoco a ellos– del equipo que tiene en la cabeza y en el que Yolanda Díaz, en pleno choque con Podemos, encajará a los representantes de Sumar, entre cuatro y cinco. Lo previsible, en todo caso, es que el anuncio se realice de aquí al lunes y el martes se celebre el primer Consejo de Ministros.
Los socialistas asumen, en todo caso, que se necesita un Ejecutivo rocoso y con enorme vis política para afrontar una legislatura que se avecina volcánica. Y no solo porque tendrá que enfrentarse a la guerra sin cuartel de una oposición que controla el Senado con mayoría absoluta y gobierna en doce comunidades autónomas o porque la nace con el rechazo de una importante parte del país y los pactos que lo han hecho posible, singularmente a la amnistía del 'procés'. También porque en el centro del debate habrá temas tan espinosos como los relativos al modelo territorial y porque casi cada iniciativa que se pretenda sacar adelante requerirá la complicidad de unos aliados a los que, según en qué materias, les une poco más que su rechazo a Vox.
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Por si Sánchez no tenían ya suficientes socios a los que contentar, Podemos, con cinco diputados integrados en Sumar, insiste en que exigirá una interlocución directa, al margen de Díaz, si Irene Montero no está en el Ejecutivo. Este viernes la tensión volvió a dispararse entre los componentes del grupo minoritario de la coalición después de que la vicepresidenta, que tenía previsto reunirse en las siguientes horas con Sánchez, enviara una carta publicada por el eldiario.es en la que ofrecía otorgar un ministerio al responsable económico de Podemos, Nacho Álvarez, a cambio de que este partido se comprometa a «cesar los ataques públicos e insultos a miembros de Sumar».
El tira y afloja viene de lejos y la opción de hacer a Álvarez ministro no es nueva. Díaz sabía que a Podemos no le valdría su designación porque su líder ya había argumentado hace semanas que, pese ser formalmente parte de su ejecutiva, no lo consideraban cuota propia. El actual secretario de Estado en el Ministerio de Derechos Sociales fue portavoz de Sumar en la campaña de julio y ha formado parte del equipo negociador de la coalición con el PSOE. «Han filtrado la noticia a la vez que nos la comunicaban, lo cual parece más una estrategia mediática para justificar que nos echan del Gobierno que una propuesta para gobernar en coalición –recriminó ayer Belarra–. Como el resto de formaciones políticas, los/as ministros/as de Podemos los elige Podemos». A primera hora de la noche, Álvarez anunció este viernes su renuncia a ser ministro y el abandono de todos sus cargos en Podemos.
Los nombres que Sumar, compuesta por 16 partidos, baraja para el Ejecutivo llevan días circulando. De los actuales ministros de Unidas Podemos solo quedará la propia Díaz. Por IU, todo apunta a que Sira Rego, mano derecha de Alberto Garzón –que este viernes anunció su renuncia al cargo de coordinador general– ocupará el nuevo Ministerio de Infancia y Juventud. AErnest Urtasun se le atribuye la cartera de Cultura y a la portavoz de Más Madrid, Mónica García, Sanidad. Estos dos ministerios están ahora en manos del PSOE que, en cambio, recuperaría Igualdad. El lugar de Álvarez no está claro, pero en su entorno subrayan que no querría sustituir a Belarra, aún su jefa, en Derechos Sociales, según adelantó este periódico.
Por el lado del PSOE, las quinielas bullen, pero se sabe poco, más allá de que la intención de Sánchez era rebajar el número de ministerios. En el partido dan por segura la continuidad, no necesariamente en sus actuales departamentos, del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños y de la de Hacienda, María Jesús Montero. También de la vicepresidenta tercera y responsable de Transición Ecológica, Teresa Ribera, tras su papel en la UE en una legislatura en la que la política energética ha sido clave.
Pero a partir de ahí todo son especulaciones, con un dilema clave: qué hacer con la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, que aspira a presidir el Banco Europeo de Inversión (BEI) pero que aún no tiene garantizada la victoria frente a la danesa Margrethe Vestager. La decisión se tomará en el Consejo de Asuntos Económicos y Financieros (ECOFIN) del próximo 8 de diciembre, de modo que de ser la elegida siendo ministra apenas podría permanecer en el cargo mes y medio, hasta su toma de posesión en enero.
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