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No hubo sorpresas. La reunión entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, la primera después de un año de incomunicación, sirvió este miércoles para constatar que su relación ha alcanzado el punto de no retorno y que ninguno de los dos tiene intención de facilitar ... la investidura del otro. El líder del PP, que tiene el encargo del Rey para intentarlo primero, llegó a la cita en el Congreso reclamando al PSOE que le deje gobernar como vencedor de las elecciones al menos durante los dos próximos años y después convocaría elecciones. En ese tiempo, además, socialistas y populares podrían acordar seis pactos de Estado para un Ejecutivo que no dependa de los «independentistas envalentonados». Pero no hubo ni un mínimo entendimiento. «Me he encontrado con el no es no», reconoció Feijóo, que pretende reunirse ahora con el líder de Vox, Santiago Abascal, y la de Sumar, Yolanda Díaz.
El secretario general del PSOE rechazó de inmediato la «ocurrencia», que interpreta como una huida hacia adelante de su adversario, porque representa un proyecto alternativo y porque entiende que no es congruente con su «única propuesta» el 23-J al pasar de querer «derogar el sanchismo a rogar al sanchismo». «Le han faltado aptitudes de persuasión», ironizan en Ferraz, donde no dejan de desacreditar los intentos de Feijóo de llegar al Gobierno.
Los socialistas consideran que el candidato del PP «no está trabajando pensando en la estabilidad de su país, sino en cómo salvar su pellejo» porque su liderazgo, tras el 23-J y tras perder la Presidencia del Congreso, está debilitado y ya hay quién está «calentando en boxes» en previsión de lo que pueda pasar. «Si a alguien le quedaba alguna duda de que con esta investidura fallida busca su supervivencia política, con esta propuesta las ha despejado», aseguró la portavoz del PSOE, Pilar Alegría.
Los populares admiten que la posibilidad de que la investidura salga adelante es remota, pero reivindican su derecho a intentarlo. Feijóo lo demostró poniendo sobre la mesa un acuerdo entre los dos grandes partidos «en aras de la centralidad por el que la lista más votada pueda gobernar, como ha sido costumbre durante los últimos 45 años». Una oferta, dijo el expresidente de la Xunta, que sólo tiene la pretensión de acabar con «el bloqueo o el Gobierno de la desigualdad» por el que apuesta Sánchez.
El líder del PP entiende que el presidente en funciones está decidido a pactar con el soberanismo y, con ello, a «buscar encaje» tanto a una amnistía como un referéndum de independencia, pero él no está dispuesto a ceder a este tipo de pretensiones porque tiene claro que no quiere llegar a la Moncloa «sin defender la igualdad de todos los españoles». «Es incomprensible que el 6% pueda condicionar la gobernabilidad del 94% y decidir las políticas de Estado», defendió en su comparencia ante los medios.
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Javier Arias Lomo
Con la fórmula de gobierno que propone, con un Ejecutivo conformado por 15 ministros, con «independientes de prestigio, que no militen en el PP», la influencia que pretenden tener los partidos independentistas quedaría desactivada y España podría garantizar la igualdad de trato de los españoles. Un Ejecutivo que en esos 24 meses podría, además, acometer las reformas pendientes para el país y que los conservadores articulan en seis pactos de Estado: sobre la regeneración democrática, el estado del bienestar, el saneamiento económico, las familias, el agua o un pacto territorial.
En el PSOE no dan cabida a sellar ningún pacto con el PP hasta que no se proceda a la renovación del Poder Judicial, que va camino de los cinco años bloqueado. El encuentro, que duró poco más de 50 minutos, no sirvió para a avanzar en este asunto y los socialistas reprochan que cualquier dependa solo de que el PP gobierne. Sánchez propuso que, sea quien sea el nuevo presidente, se comprometan a su renovación antes de que finalice este año.
En cuanto terminó en el Congreso Sánchez puso rumbo a Ferraz, donde reunió a la ejecutiva federal del PSOE para solemnizar su 'no'. El objetivo era visibilizar también que su decisión era compartida por su partido y que, por tanto, no caben «llamadas al transfuguismo» por parte del PP. Así se lo dijo al propio Feijóo al que le insistió en que era una falta de «respeto» y que tiene que acabarse. El líder de los conservadores, explicó Sánchez a puerta cerrada a sus dirigentes, le contestó distanciándose de esos mensajes. «Si no está de acuerdo le pediríamos que enmiende a sus portavoces», apostilló Alegría.
Desde el PSOE derribaron uno a uno los argumentos y los planteamientos expuestos por Feijóo para dejar gobernar a la lista más votada. Calificaron la propuesta de «hipócrita» y «cínica», amparándose en lo que ocurrió en Extremadura o en Canarias y en un centenar de ayuntamientos donde ganaron los socialistas el pasado 28 de mayo y, sin embargo, gobiernan los populares gracias a sus alianzas con Vox.
En las filas socialistas contemplan con optimismo las posibilidades que tiene su líder de ser elegido. Las conversaciones con sus potenciales aliados avanzan con discreción mientras Feijóo «se cuece en su salsa» intentando sin éxito estirar el techo de los 172 votos. Y cuando falle, advierten en Ferraz, «nosotros plantearemos y lograremos una investidura que dé estabilidad a nuestro país».
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