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Ahora sí, está contrastado y no solo es su palabra o la de su entorno: Carles Puigdemont ya está en su residencia de los últimos años en la localidad belga de Waterloo. Ha vuelto efectivamente a 'su casa' tras burlar el despliegue de las fuerzas de seguridad ... para capturarle después de que el expresident catalán desapareciera el jueves tras su breve aparición en los alrededores del Parlamento durante la investidura de Salvador Illa. Y lo ha hecho, además, de forma retadora: «nosotros tenemos capacidad para entrar y para salir (de España), para desafiar a un Estado represor...y no nos rendimos».
El líder de Junts -tras 60 horas de dudas sobre si realmente había logrado llegar a Bélgica porque solo había publicado en redes sociales un comunicado y un vídeo con un fondo neutro- disipó cualquier duda a última hora de la tarde del sábado. Lo hizo con una entrevista concedida a TV3 y a la Agenda Catalana de Noticias (ACN), grabada en los jardines y el interior de la denominada 'Casa de la República' situada en en el número 34 de la Avenida de l'Avocat de Waterloo.
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Por la mañana, el presidente ya había aparecido en un vídeo en X (antes Twitter) para negar que su furtiva aparición del jueves en Barcelona fuera un montaje para llamar la atención. «Quería entrar en el Parlament, pero Interior me lo impidió», afirma de manera tajante dos días después de su efímera intervención bajo el Arco del Triunfo, tratando así de desmentir también las acusaciones de los Mossos de que desde un principio su único objetivo era «reventar» la toma de posesión de Salvador Illa y luego esfumarse.
Només hi ha un objectiu final que dona sentit a tot el que puguem fer: la llibertat. La llibertat individual i la llibertat del nostre país. pic.twitter.com/WvAJZlYxOa
— krls.eth / Carles Puigdemont (@KRLS) August 10, 2024
En el vídeo que el prófugo colgó a las 14:17 horas de este sábado (poco después del final de la ceremonia de toma de posesión de Illa), el expresident explica que fue solo tras su discurso en el paseo Lluís Companys cuando se percató de que su arresto iba a ser inevitable y que la entrada en el Parlament resultaría «imposible». Y en ese preciso momento -no antes, insiste-, sobre la marcha, decidió darse a la fuga. «Poder volver a lugar seguro primero y después a mi residencia belga, aquí en Waterloo, pasaron a ser el objetivo», detalla. «Fue una extracción en un contexto de represión brutal», llega a definir con 'argot' militar su huida tras el escenario hacia el coche que le esperaba.
Según el expresident catalán, este ejercicio de escapismo era la vía más efectiva para «denunciar internacionalmente un Estado español que no se comporta de forma democrática cuando permite que jueces del Tribunal Supremo se burlen de leyes aprobadas en el parlamento». «Desde primera hora de la mañana quedó claro que el departamento de Interior había organizado un dispositivo para impedirme el paso y no dejarme entrar». «Acceder al Parlament hubiese conllevado una detención segura y no tener la más mínima posibilidad de dirigirme a la cámara, que era mi objetivo», insiste en las imágenes. «Yo sé lo que arriesgaba, intenté lo que parecía imposible y que en caso de fracasar hubiera tenido costes enormes», se justifica.
En esa línea de negar que todo fuera un paripé y que no llegó a ningún pacto con los Mossos para dejarse arrestar a las puertas de la cámara legislativa, el líder de Junts afirma que su intención jamás fue la de entregarse al magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, quien instruye la causa abierta contra él por un delito de malversación vinculada al 'procés'. «Nunca he querido entregarme a una autoridad judicial, que ni es competente para perseguirnos por defender el derecho a la autodeterminación y haber organizado el referéndum de independencia de Cataluña, ni tiene ningún interés en hacer justicia», señala.
Como ya hiciera en su primera intervención del viernes, en la que llega a atacar la deriva «españolista» de la dirección política de los Mossos d'Esquadra, el fugado arremetió también con dureza contra ERC. «Hay que denunciar internacionalmente a un Estado español que no se comporta de manera democrática cuando permite que jueces del Tribunal Supremo se burlen de las leyes que aprueba su Parlamento», destaca. «Lo que yo no podía imaginar es que en esta estrategia de rebelión judicial contaríamos con la colaboración de un Gobierno de Cataluña al que se le había acabado el tiempo. La represión es feroz y se está encarnizando contra unas personas como si fuesen delincuentes y no cargos políticos», apostilla.
Ya en el plano estrictamente político más allá de su actuación el jueves en la Ciudad Condal, el cabecilla posconverte admite que «el nuevo paisaje político surgido de las elecciones (autonómicas) y la nueva alianza tripartita (PSC-ERC-Comuns) no son las circunstancias más favorables, pero son fruto de decisiones legítimas». Pero al mismo tiempo avisa de que, en contra de lo que sostiene el PSOE, que el 'procés' no se acaba con Illa. Así, hace un llamamiento al independentismo para mantener el «capital político acumulado durante estos años» porque «el proceso de independencia no ha terminado». En su opinión, solo «se abre una nueva fase».
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