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El Congreso ha aprobado esta noche el primer paso en la tramitación de la ley de amnistía, su toma en consideración, partido en dos -178 votos a favor, 172 en contra- entre la mayoría que integran el Gobierno y el bloque soberanista al completo que ... ha permitido la reelección de Pedro Sánchez y la oposición de derechas. El agrio debate ha constatado que las posiciones en torno a la proposición legislativa registrada hace un mes por los socialistas tras su controvertido pacto con Junts son irreconciliables en un hemiciclo que ha ilustrado la ferocidad de la batalla política que se va a dirimir en la legislatura recién estrenada.
Pero ha habido matices y pugnas, no menores, entre los dos grandes bandos que han desembocado en la estampa de un PSOE atrapado en la espinosa defensa de un borrado de las causas del 'procés' que descartaba por inconstitucional antes de depender de los escaños de los de Carles Puigdemont tras el 23-J, que genera un acusado rechazo político, social y judicial y que divide, a tenor de las encuestas, al propio electorado socialista. Un PSOE al que el PP de Alberto Núñez Feijóo va a tratar de arrinconar por tierra, mar y aire -en las Cortes, en los tribunales, en Europa y en la calle- y al que presionan sus socios independentistas, con Junts dando la razón a la oposición al interpretar que la amnistía abre la puerta a «la negociación de dos naciones, España y Cataluña, de tú a tú».
El de este martes por la tarde en la Cámara baja, que augura un tránsito acre de la ley hasta que se apruebe ya, según las previsiones, camino de la primavera y un posible aluvión de cuestiones y recursos de inconstitucionalidad después, ha sido un debate desigual. Y no solo porque Feijóo haya decidido asumir la representación de los suyos en la sesión plenaria ante el escaño vacío de un Sánchez que despachaba a esas horas con el rey de Jordania y que ha vuelto a cargar sobre los hombros de su portavoz, Patxi López -el exlehendakari vasco que lo fue gracias al aval del PP y contra el nacionalismo excluyente-, la ardua tarea de justificar lo que él mismo, el presidente y sus ministros descartaban por ilegal antes del endemoniado escrutinio de las generales de julio.
Fue dispar, también, porque mientras los socialistas y Sumar se han esforzado en presentar la norma como una vía para «la esperanza» de resolver el pleito del independentismo catalán con la España constitucional -López llegó a emparentar sus efectos supuestamente benéficos para la democracia y la convivencia con «la llamada de ilusión por el encuentro» que encarnó el perdón de 1977, sancionador del final de la dictadura-, sus rivales y parte de sus aliados han enfatizado el carácter excepcional, y nada pacífico, de lo que está en juego con el pase página de las consecuencias legales del 'procés'. «Esta es la sesión más triste y decadente desde el 23-F», ha proclamado Feijóo ante el portavoz socialista, que se ha revuelto remarcando que ese hito lo marcó la moción de censura para tener que «echar al Gobierno más corrupto de este país», en alusión al desalojo del entonces presidente Rajoy que dio inicio a la 'era Sánchez'.
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Paula De las Heras
Pero han sido los soberanistas los que han querido subrayar también la trascendencia, para sus intereses, del debate «más importante en la próxima década», en palabras del diputado de EH Bildu, Jon Iñarritu. Donde Sánchez y los suyos quieren enfatizar que la amnistía busca «cambiar el guion» para sepultar «la judicialización de la política» y consolidar la voluntad de concordia sembrada por otros pasos polémicos, como los indultos, la supresión de la sedición y la rebaja de la malversación -«Ustedes jugaron con el miedo en Cataluña y contra Cataluña», imputó López al PP-, los secesionistas ven una ventana de oportunidad para consumar por otras vías el desafío autodeterminista. «Nuestro pueblo ni olvida ni perdona ni renuncia a la independencia», ha querido dejar claro el diputado de Junts Josep Maria Cervera, quien ha zaherido al PSOE al recordarle su giro tras haber avalado el 155 para suspender el autogobierno catalán en 2017 y a ERC por lo que los de Puigdemont creen tibieza negociadora. Lo cierto es que el republicano Gabriel Rufián ha echado un capote a los socialistas con una intervención centrada en cargar contra el PP, salvo por el remate final, marca de la casa esta legislatura: «En Cataluña estamos preparados para ganar o perder un referéndum. ¿Y ustedes?», ha retado.
El discurrir del debate ha evidenciado lo difícil que está resultando para el Gobierno de Sánchez que escampe la tormenta por sus pactos con los independentista, la tramitación de la amnistía y la mesa bajo verificador internacional en Ginebra con Junts -Feijóo ha anunciado que promoverá una comisión de investigación mientras el Ejecutivo se encele en no ofrecer detalles sobre ese foro de diálogo paralelo a las de las instituciones-. Y también la falta de una narrativa coherente que explique por qué ahora hacen bandera de lo que rechazaban cuando no necesitaban los siete escaños de Junts. López ha espetado a Feijóo que no existe engaño electoral porque el PP tampoco llevaba en su programa los pactos con Vox; le ha afeado que tenga de socios a quienes vaticinan que Sánchez acabará «colgado de los pies» -el PSOE ha preludiado el pleno anunciando que llevará a Santiago Abascal ante la Fiscalía por esas declaraciones; le ha acusado de intentar impedir un debate legítimo y democrático«; y le ha definido, a él y los suyos, como »anunciadores del apocalipsis« por pronosticar siempre que España se hunde.
«España no se rinde», es el lema que los populares están oponiendo para combatir las tesis de sus rivales. Feijóo, en modo martillo pilón, ha recitado sus siete razones para decir «no» a «la impunidad» del 'procés': constituye «un fraude» a los votantes, un ejercicio de «corrupción» política que beneficia a los políticos independentistas, un acto «injustificable», un ataque a la convivencia, una «regresión democrática», una «vulneración de la separación de poderes» y, en definitiva, «una humillación a los españoles». El jefe de filas de los populares ha desmontado que pactar con el secesionismo sea progresista -su coalición de Gobierno, ha apuntado al ausente Sánchez, es «lo más reaccionario que hay», mientras se ha ofrecido a liderar «la mayoría razonable»-, tras permitirse ironizar con aquello de «Pedro, ¿tú sabes qué es una nación?», que le dirigió López al hoy presidente cuando disputaban en primarias la secretaría general del PSOE. «Pero Patxi, ¿tú sabes lo que es una amnistía?», ha intentado mortificar Feijóo al exlehendakari.
Con cualquier entendimiento quebrado entre los dos grandes partidos del país, con Sánchez y Feijóo en una nueva pelea por el formato y el contenido de una reunión aún sin fecha, la diatriba ha proseguido luego con la constitución de las comisiones de investigación concedidas por el PSOE a los soberanistas sobre el presunto 'lawfare', la 'guerra legal' que el secesionismo atribuye al Estado de derecho español con el objetivo espurio de acabar con sus aspiraciones para Cataluña. Pero antes, el pleno de los bloques y los intereses cruzados ha dejado el discurso de un Abascal que ha dedicado tanto tiempo a desear que Sánchez acabe ante la justicia -se ha reafirmado en las acusaciones que subyacían bajo sus palabras de que «el pueblo» acabará queriendo «colgar de los pies» al presidente, cuidándose de no repetirlas tal cual- como ha denunciar la presunta falta de entereza del PP ante los socialistas. «Me alegro de que los 33 de Vox, señor Feijóo, le incomoden, porque eso significa que somos necesarios para denunciar este simulacro de oposición», ha advertido a los populares ahondando en su distancia pese a los gobiernos autonómicos que comparten.
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