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Hacía años que las Unidades de Intervención de la Policía (UIP, antidisturbios) no usaban gases lacrimógenos en Madrid. La última vez que se utilizó de manera más o menos extendida este material, que puede conllevar graves problemas respiratorios, fue hace ya más de una década ... con las convocatorias masivas y, en muchos casos muy violentas, para rodear el Congreso de los Diputados.
Sin embargo, este lunes, a las 21:30 horas, las decenas de agentes antidisturbios que custodiaban el cuartel general del PSOE en la calle Ferraz de Madrid recibieron autorización de usar este arsenal lacrimógeno, que en la escala de disuasión solo es superado por el lanzamiento de bolas de goma.
El manual operativo de la UIP, al que ha tenido acceso este periódico, es muy claro sobre el uso de esos gases sofocantes: «los artificios lacrimógenos solo se utilizarán cuando los concentrados agredan violentamente a la fuerza interviniente, no estando permitido su uso rente a meras aglomeraciones de personas».
Las UIP, además del gas, hicieron uso de salvas (no se utilizaron bolas en ningún momento) y de botes de fumígeno inocuo (solo humo, aunque irritante), además de practicar varias cargas, tácticas todas ellas que solo pueden ser autorizadas por la Delegación del Gobierno y no por el jefe del operativo. O sea, intervino a la fuerza una orden de una superioridad política.
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María Eugenia Alonso
Este martes, desde el Ministerio del Interior sus portavoces se apresuraron a justificar la actuación de los policías y el uso de métodos de disuasión extremos por la «agresividad de los manifestantes». Insistieron en que fue una actuación «proporcional» y sin interferencias políticas. «El PP se confunde de Ministerio del Interior, lo confunde con el de Zoido o Fernández Díaz, en el que se daban órdenes políticas a los agentes», señalaron portavoz de Fernando Grande-Marlaska.
¿Pero realmente fue una actuación policial proporcionada? Las fuentes policiales consultadas por este periódico, agentes participantes en el propio operativo y expertos en seguridad divergen.
Interior asegura que había infiltrados ultras y que hubo embozados, pero lo cierto es que no se ven en ninguna imagen. Según los atestados de la Policía a los que ha tenido acceso este periódico, los problemas surgieron sobre la 21.00 horas cuando «parte de los manifestantes empiezan a abandonar el lugar, pero se incrementan la presencia de personas embozadas y de estética ultra». «Sobre las 21.30 varias de estas personas se distribuyen estratégicamente por el vallado y empiezan a cortar las bridas que unen las vallas. En ese momento empiezan a lanzar botellas de cristal y otros objetos sobre los agentes», apunta el atestado.
Según Interior, en ese momento se procedió al «lanzamiento de fumígeno como advertencia de la inminente intervención» y luego «una carga proporcionada tras la que solo permanecen unas 200 personas de estética ultra». Fue solo entonces, y «ante el cruce de contenedores y otros elementos en las calles aledañas y el lanzamiento de objetos contra los agentes», cuando los agentes volvieron a lanzar botes de humo, pero esta vez sí con contenido lacrimógeno.
La Policía afirma haberse incautado de «una pala, tres palos de madera, una barra de hierro y tres barras extensibles».
Pero no todas las fuentes son coincidentes con esa versión. Varios operativos consultados por este periódico coinciden en señalar que en ningún momento el «control de la masa» se fue de las manos. De hecho, todo el dispositivo se saldó con tres detenidos, un número inusualmente bajo para una protesta que acaba con cargas y gases lacrimógenos.
La concentración nunca superó las 4.000 personas, un número más que controlable. No hubo destrucción de mobiliario urbano. De hecho no hubo ni un escaparate roto. Solo se encendió una bengala. No hubo fuegos.
Y, sobre todo, de acuerdo con todas las fuentes consultadas, «en ningún momento» hubo lanzamiento «masivo» de objetos contundentes (piedras, ladrillos, adoquines o latas de refresco llenas) contra los agentes, lo que habitualmente suele servir como punto de partida para el endurecimiento de las órdenes. Sí, que hubo, «puntualmente» el lanzamiento de alguna botella, pero no una «lluvia de objetos», según reconocen dos de los agentes de los actuantes la noche del lunes.
El sindicato mayoritario de la Policía, Jupol, denunció hoy que «la actuación policial se produjo por órdenes directas, recibidas en los diferentes grupos intervinientes, por parte de la cúpula del Gobierno». Eso sí, la central firma que la intervención se produjo «tras diversos intentos de los manifestantes de romper el cordón policial y el lanzamiento por parte de estos de objetos contundentes contra los agentes».
Jupol manifestó este martes su «sorpresa por la celeridad y contundencia con la que se tomó por parte de la cúpula policial la decisión de actuar». «Una forma de proceder que si se hubiera aplicado por ejemplo en los disturbios de Barcelona de 2019 hubieran podido evitar cientos de policías heridos y que tres agentes de la UIP ahora no estuvieran jubilados por las lesiones sufridas», explicó el sindicato, que afirmó que «las órdenes emitidas presuntamente desde el Gobierno han conseguido poner el foco en la intervención policial y enmascarar el descontento social generado por la ley de amnistía y por los pactos de investidura».
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