El riesgo de ganar en Cataluña y seguir perdiendo electorado en el resto del país

Fue Javier Lambán, quien perdió el Gobierno de Aragón el año pasado pero actúa de ariete desde la secretaría general territorial que retiene aunque esté de salida, quien ejerció este sábado en el comité federal socialista de altavoz a la inquietud sobre que la nueva diatriba en torno a la financiación autonómica termine de dar la puntilla a la vocación histórica del PSOE de ser un partido de mayorías. Sumamente crítico, por inconstitucional e insolidario, contra el concierto para Cataluña pero también con la foralidad vasca y navarra, Lambán dividió España en un norte con un punto «rojo» en Cataluña y el resto del país pintando «un mapa azul» PP que, según pronóstico, no hará sino expandirse si el partido materializa el acuerdo con ERC.

Los críticos se han cuidado muy mucho de desligar la investidura de Salvador Illa -que creen benéfica- del modo en que Sánchez la ha procurado, aun cuando ambas cosas vayan intrínsecamente unidas. Y si los barones más desafectos hacia la soberanía fiscal catalana vienen evitando cualquier cuestionamiento, antes al contrario, del líder del PSC, éste se ha afanado en subrayar que el acuerdo que ha devuelto a los socialistas a la Generalitat «no va contra nadie», con llamadas a sus correligionarios para vendérselo. De hecho, Page y Lambán volvieron a elogiarlo, pero esta vez con retranca.

García-Page alabó «la alta valía» de exministro de Sanidad y anticipó que iba a felicitarle porque es un factor de «solución» para Cataluña y saludable para España, aunque lo hizo con un regalo para los oídos envenenado: halagó de Illa que haya ganado tendiendo la mano a la derecha e incluso «a la extrema derecha de Junts», socio clave en el sostenimiento de Sánchez. Antes, y citando a ERC, había enfatizado que también hay «reaccionarios en la izquierda».

Lambán fue, si cabe, menos sutil. Aseguró que él ha hecho caso a lo que el líder del PSC ha pedido, leerse lo pactado; algo que dijo haber hecho también en catalán antes de convencerse de que está en las «antípodas» del socialismo y de que la reforma de la financiación solo será viable contando con el PP. Y remató constatando que «tan importante» es gobernar Cataluña como recuperar el poder perdido en otras autonomías.

Por su parte, el secretario general de los socialistas madrileños, Juan Lobato, uno de los barones en el disparadero ante la renovación orgánica que proyectará el congreso federal adelantado por Sánchez a finales de noviembre, ha atemperado el tono confiando en que el partido acabará compartiendo una senda de acuerdo. Pero aunque ha considerado «legítimo» que el debate se haya desatado en Cataluña, ha advertido de que «no debe cerrarse» allí y ha ratificado su ofrecimiento de participar en la ponencia territorial para que el congreso del PSOE halle una posición de consenso.