Secciones
Servicios
Destacamos
«Allá Vox y su disparatado movimiento». Un contundente Alberto Núñez Feijóo verbalizaba este viernes en estos términos la sensación de nueva etapa que se abría paso en el PP el día después de que Vox cumpliera su amenaza de dinamitar los pactos que ... ambas formaciones mantenían hasta entonces en cinco gobiernos autonómicos. En la sede nacional del partido, en la madrileña calle Génova, dirigentes y trabajadores sentían haberse quitado un peso de encima, pero su presidente optó por responder con gesto hosco para mostrar los de Santiago Abascal las consecuencias que, según reiteró, tendrá haber llevado el órdago hasta el final. «No han medido la decisión, se han pasado de frenada y han descarrilado. Pero no nos desviarán de cuál es el adversario político que debemos derrotar», afirmó en referencia al Gobierno de Pedro Sánchez.
El lider de los populares compareció a última hora de la mañana, solo después de que los presidentes de la Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón y Castilla y León –el murciano Fernando López Miras fue el único de ellos que no compareció de forma oficial– fueran confirmando en cascada que no convocarían elecciones tras la salida de Vox de sus ejecutivos y seguirán gobernando en minoría. Despejada la incógnita, Feijóo quiso cobrarse la factura de lo que calificó como «otro sobresalto para los ciudadanos» y un «chantaje». «Yo no acepto que nadie diga que mi partido es cómplice de violaciones o de machetazos, no me parece de recibo», zanjó.
Fue el reparto de 347 menores no acompañados entre las comunidades autónomas el 'casus belli' que esgrimió el jueves por la noche la dirección nacional de Vox para señalara a los populares como los culpables de romper los acuerdos. Un argumento que en Génova consideran «descabellado», al tiempo que responsabilizan al propio Abascal de «obligar» a sus mandos regionales a acatar una orden con la que, aseguran, «vicepresidentes y consejeros de Vox se sentían incómodos». «Agradecemos los servicios prestados a la inmensa mayoría de estos consejeros y vicepresidentes, se ha trabajado con ellos con normalidad, pero muchos de ellos, y los ciudadanos, entienden que no estamos dispuestos a tragar con cualquier cosa», afirmó Feijóo.
De hecho, fuentes cercanas a la dirección del partido perciben como «determinante» en este movimiento el cambio de socio en el parlamento europeo que Vox protagonizó la semana pasada, cuando abandonó el grupo de Conservadores y Reformistas Europeos –del que forma parte la presidenta de Italia, Giorgia Meloni– para adscribirse al grupo Patriotas por Europa, impulsado por el presidente de Hungría, Viktor Orbán. Un salto que estas fuentes también atribuyen al resultado de las elecciones europeas del 9-J, marcadas por la irrupción, con tres europarlamentarios –Vox se plantó en seis–, de un nuevo actor en el flanco derecho, el partido de Alvise. Aunque en Génova evitan lo nombrarlo directamente.
Ante este nuevo escenario, el PP busca aprovechar la ocasión para desmarcarse de una formación que ha mantenido atenazada su estrategia en las dos últimas legislaturas y cuya relación política ha sido esgrimida por los socialistas como principal argumento electoral campaña tras campaña, el de «frenar a la ultraderecha». Por eso Feijóo ve la oportunidad ahora de asestar un golpe que lleve aVox al mismo destino que Ciudadanos y este viernes emprendió esta estrategia en dos direcciones. Por un lado, la de referirse a estos como un partido «inmaduro», «populista» y con «una curiosa forma de entender el patriotismo» al no querer ayudar al Gobierno canario ante la presión social de la llegada de inmigrantes. Y por otro, agitando la disensión entre los cuadros medios y altos de la formación que dirige Santiago Abascal.Sobre todo después de que él mismo reconociera diferencias en la cúpula de su partido tras la decisión de romper los acuerdos con los populares –que Feijóo atribuyó directamente a «una facción» interna–.
En cualquier caso, el líder gallego sigue señalando a Sánchez como su principal objetivo y relega a Vox a la categoría de lastre en su camino para llegar a la Moncloa –«les pido que no estorben», llegó a decir Feijóo–. Un panorama cuyo siguiente escenario pasa por la reforma de la Ley de Extranjería que los socialistas aspiran a sacar adelante gracias a un acuerdo con el PP, tras toparse con la negativa firme de Junts.
No parece que vaya a ser fácil pese a queMoncloa mantiene la intención de llevar la proposición de ley al último pleno de julio en el Congreso. ElGobierno reconoce que no tiene un plan B para repartir a los 6.000 menores que colapsan el sistema de acogida de Canarias, mientras se prevé la llegada de más inmigrantes durante el verano y el otoño. Cuenta con que esa presión y la solidaridad con una autonomía de cuyo gobierno los populares forman parte sea suficiente para atraer a Feijóo. Pero el dirigente del PP no revela su posición y empieza a deslizar que el reparto deberá seguir siendo voluntario y no obligatorio como prevé la reforma del PSOE. «La política de inmigración del Gobierno es nefasta. Pero en la medida de nuestras posibilidades daremos apoyo a quien necesite auxilio. El problema de una parte de España es el problema de toda España», insistió. Esto le dio pie a pedir a Sánchez que «rompa» con ERC y Junts «por coherencia»:«También rechazaron acoger a menores».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.