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A estas alturas, todavía nadie se atreve a poner cifras concretas al impacto económico derivado de la suspensión de San Mateo, pero los sectores más afectados intuyen que las pérdidas tendrán muchos ceros y que algunos establecimientos encajarán un nuevo golpe del que tal ... vez ni siquiera puedan recuperarse.
El caso de los hoteles de la ciudad resulta revelador. En un año normal, la semana matea garantizaba la ocupación de casi todas las plazas de Logroño. «No solo hablamos de la gente que venía a disfrutar de las fiestas, sino también de todos los que llegaban de fuera para trabajar en ellas: orquestas, actores...», advierte Demetrio Domínguez, presidente de la Asociación de Hoteles de La Rioja. En este año, difícilmente se superará el 15% de la ocupación. «El impacto es muy fuerte porque septiembre es uno de los mejores meses para la hotelería en La Rioja y ahí jugaba un papel muy importante San Mateo», indica Domínguez.
Según los datos del INE, en septiembre de 2019 los hoteles riojanos registraron 107.114 pernoctaciones, correspondientes a 61.014 viajeros. Si se reproduce la misma caída con respecto al año anterior que se dio el pasado mes de julio (último dato disponible), no se llegará ni al 40% de esas cifras. Incluso se prevé un descenso mucho mayor porque la situación epidemiológica ha empeorado gravemente en las últimas semanas, sobre todo en La Rioja.
Demetrio Domínguez | Asociación de Hoteles
Francisco Martínez Bergés | Asociación de Hostelería
Fernando Cortezón | FER Comercio
La suspensión de San Mateo supone también un golpe directo en la mandíbula de los bares y restaurantes del centro de la ciudad. «En épocas normales, en la semana matea estos establecimientos consiguen el 15% de la facturación anual; este año, eso va a quedar reducido a la mínima expresión. Será un fin de semana normalito y luego nada», explica el presidente los hosteleros riojanos, Francisco Martínez Bergés. En el otro fiel de la balanza, la suspensión matea tal vez traiga un mayor movimiento en los bares de los barrios periféricos, que en años normales quedaban desiertos durante los días festivos y que ahora pueden registrar la actividad de un día normal.
Ningún motivo, en cualquier caso, para la sonrisa en un sector que se encuentra «al límite», según Bergés: «Es un desastre tras otro, y encima no recibimos ayudas. Seguimos reclamándolas, nos dicen que presentemos papeles, lo hacemos, es una burocracia inmensa, pero aquí no llega nada: ni la ayuda para los autónomos ni nada. Empezamos en marzo, estamos en septiembre y todavía nadie ha recibido un euro. Solo recibos y tasas: las de agua, las de basuras, las de terrazas...».
En cuanto al comercio, al tratarse de un sector tan heterogéneo, las expectativas van por barrios, aunque hermanadas por la incertidumbre: «Es verdad que tradicionalmente tampoco es una semana muy comercial –indica Fernado Cortezón, presidente de FER Comercio–. De hecho muchos establecimientos aprovechaban para cerrar y tomarse fiesta o para implantar horarios reducidos. Sin embargo, para los comercios más enfocados hacia los turistas (vinotecas, tiendas de productos gourmet, tiendas de recuerdos...) va a ser un palo tremendo. En general, los situados en el Casco Antiguo van a sufrir las consecuencias».
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Irene Echazarreta
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