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Las dos procesiones de este Martes Santo en Logroño comenzaron a la luz del día y avanzaron con el anochecer. Primero, la cofradía de la Santa Cruz de los Hermanos Maristas protagonizó el Santo Rosario del Dolor, con salida y llegada en la plaza ... de San Bartolomé, recorriendo el casco antiguo de la ciudad portando los pasos Stabat Mater y Nuestra Señora la Virgen del Rosario.
La procesión fue solemne, silenciosa, con los tambores retumbando por las angostas calles Herrerías y Travesía de Palacio en su arranque. En la iglesia Santa María de Palacio esperaban los estandartes de las cofradías del Descendimiento de Cristo y del Santo Cristo de las Ánimas, pues tienen ahí su sede.
La oscuridad de los trajes de los cofrades contrastaba con los últimos minutos de sol de la jornada primaveral. Hubo muchos niños tanto dentro como fuera de la procesión, y aunque en la calle Marqués de San Nicolás se vieron algunos balcones engalanados para la ocasión, sobre todo los de la Compañía Hijas de la Caridad, la verdad es que no muchos vecinos se asomaron a los mismos, al contrario que en Sevilla. En las calles sí, mucha gente acudió puntual para escoger un buen lugar donde poder ver la procesión que, sobre todo por la estrechez de las primeras vías, se estiró de manera considerable, de forma que cuando los tambores sobrepasaban Palacio las trompetas todavía permanecían junto a la iglesia de San Bartolomé. «Justo he llegado a casa y está la procesión. No puedo entrar», comentaba una resignada joven al teléfono contemplando todo lo que tenía por delante en la calle Herrerías y que le dificultaba la vuelta al hogar.
En la parroquia de Santa Teresita, poco después, daba comienzo el Vía Crucis procesional de la Flagelación, que cuenta con la curiosidad de que cada año cambia su recorrido. En esta ocasión circuló por las calles Somosierra, María Teresa Gil de Gárate, Pérez Galdós, República Argentina, Pilar Salarrullana, San Antón, de nuevo Pérez Galdós y, finalmente, Menéndez Pelayo, para regresar a la iglesia. Es esta una procesión de barrio en la que las devotas personas mayores se mezclan con la juventud, un contraste que se ejemplificaba al paso por el parque Gallarza, portando La Flagelación con imágenes del escultor Vicente Ochoa y andas talladas por Ruperto Grijalba y Gonzalo Merencio Álvarez iluminadas por cirios, y en paralelo, en funcionamiento el tiovivo con llamativas luces de neón.
Muchos ciudadanos portaban claveles, otros comían pipas y la mayoría hacían fotos con sus teléfonos móviles. En ella el ambiente, aunque igualmente sobrio, era, sin embargo, más distendido. Inmersos en la procesión se encontraban algunos miembros de la Corporación municipal, como el alcalde de Logroño, Pablo Hermoso de Mendoza, como un cofrade más del ritual, incluso con bastón, acompañado de su edil Iván Reinares, además de Conrado Escobar, Jesús Ahedo y Ana Laura Navajas.
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