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Tras la tempestad, llega la calma. Aunque en el caso de los vecinos del número 2 de la calle El Cristo de Lardero es una calma llena de incertidumbre. Todos tienen la sensación de haber salvado la vida de milagro, de haber vuelto a ... nacer, pero, a dos días de Nochebuena, con las manos vacías y fuera de sus hogares.
Ainara y Nahuel, una pareja argentina residente en uno de los áticos y que resultaron heridos leves, regresaron ayer a la esquina de El Cristo y Goya, donde habían estacionado el vehículo de trabajo de él, para recoger el material y las pertenencias de su interior, porque no arrancaba. «Fue escuchar el 'boom', ver un resplandor y levantarnos tapados con 30 centímetros de escombros», recuerda Nahuel. Y Ainara añadía: «No había ni una pared en pie, desde nuestra cama veíamos el piso de la vecina».
Pensaron que fue el impacto de un rayo. «Gracias a Dios, no había nadie de pie, porque se lo hubiera llevado por delante, como estábamos todos acostados, la onda expansiva nos pasó por encima», piensa Nahuel. Ahora, como el resto de los vecinos del bloque, están a la espera del dictamen de los peritos «para poder acceder al piso a coger nuestras pertenencias». Al ser argentinos, Nahuel y Ainara están especialmente preocupados por poder recuperar sus documentos personales, aunque son conscientes de que «hemos vuelto a nacer, es nuestro nuevo cumpleaños, el Gordo de Navidad lo ganamos».
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Diego Marín A.
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F.D./L.R.
«Por lo que dijeron los Bomberos, esto va para largo porque, hasta que no determinen que está bien la estructura (porque ya no hay ascensor, está todo rajado), no nos pueden dejar pasar», exponía Nahuel, mientras Ainara expresaba sus lamentos: «Nosotros ya hemos perdido la casa, estamos de alquiler y nuestro casero también la ha perdido, es muy grande el daño, agradecemos estar vivos pero hay que empezar de nuevo de cero, pero bueno, estamos juntos y estamos bien».
El portal del bloque de viviendas había sido tapado con unos tablones de madera para impedir el paso. Mediada la mañana ya no había Bomberos ni Guardia Civil, solo operarios municipales procediendo a la limpieza.
Lourdes es vecina del segundo y confesaba que la sensación es «horrible». «Ayer fue todo como una pesadilla que fuimos asimilando, pero cuando nos hemos despertado hoy vemos la realidad: que estamos sin casa y no sabemos cuándo vamos a poder entrar, siquiera, a por ropa, porque estamos con lo puesto», describía emocionada Lourdes, consciente de que «sabemos que volver a vivir va para meses, pero solo queremos que nos dejen entrar a coger lo principal y los juguetes de nuestros hijos». En su caso, el matrimonio y dos hijos de 5 y 8 años, se realojan en casa de los padres de su marido. «Al menos somos afotunados por tener un lugar donde estar con la familia», valoraba Lourdes.
Íñigo, también vecino del segundo, opinaba que «hemos salvado la vida, esto ha sido un milagro», aunque también era consciente de que «ahora hay que asimilar el desastre e intentar recoger nuestras cosas porque estamos con lo puesto». «Ahí tenemos nuestras vidas y queremos recuperar aunque sea algo, porque los vecinos del ático no van a poder recuperar absolutamente nada», comentaba el vecino.
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