Culpabilidad. Ese es, según los expertos, uno de los sentimientos que más se repite entre las víctimas de situaciones como las vividas por dos niñas riojanas que han sido engañadas por un ciberdepredador para enviarle contenido íntimo. «No deja de ser un abuso y ... es algo que, dependiendo de cómo se gestione por parte de los adultos, se puede volver muy traumático», señala Juan Cruz Rada, psicólogo educativo especializado en tecnología y menores.
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El impacto que les cause dependerá, como señala otro psicólogo, Roberto Oraá, de diferentes factores, que van desde el nivel de vulnerabilidad de la persona y su capacidad de hacer frente a las adversidades hasta el alcance que tenga lo sucedido, pero sí que puede generar consecuencias a nivel psicológico. «Es bastante frecuente sentirse culpable cuando realmente la persona que ha sufrido estas situaciones es una víctima», recalca el especialista en Sexología. «Y a veces ese sentimiento de culpa les puede acompañar mucho tiempo, muchos años; y eso es algo que tratamos de desmontar de sus pensamientos en la terapia», apostilla.
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Para combatir ese sentimiento, Juan Cruz Rada cree indispensable el apoyo que puedan obtener tanto por parte de sus familias como a nivel profesional. «Con nueve años, los niños tienen muy difuso el concepto de abuso sexual, pero son conscientes de que lo sucedido les ha puesto en peligro y ha asustado mucho a la gente de su alrededor», explica el psicólogo. «Por eso, es importante que sepan que se les está cuidando y no culpabilizando», añade.
Además de esa sensación, las víctimas de abusos pueden presentar otros traumas. «Es frecuente que el menor presente sintomatología de depresión o ansiedad y a veces se deriva en baja autoestima», indica Oraá. «También pueden verse afectadas las relaciones interpersonales porque una tendencia al aislamiento y a presentar ansiedad social, además de una desconfianza hacia los adultos», enumera. «Y cuando llegan a la edad adulta también en ocasiones presentan una incapacidad para disfrutar de las relaciones sexuales», remata.
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Y en la prevención de estos casos, los expertos consideran fundamental la educación. «Uno de los problemas que tenemos es la discordancia entre lo que pasa en la sociedad y lo que abordamos en la educación formal», considera Juan Cruz Rada. «Cuesta mucho hablar de sexualidad en las aulas y que los padres vean que es algo importante», apostilla. Ahondando en eso, Roberto Oraá señala la necesidad de educar no solo en el terreno sexual, sino también en valores y en el mundo tecnológico. «A los padres nos deberían educar en cuanto a los riesgos, los peligros y el control que hemos de tener con respecto al uso que nuestros hijos hacen de la tecnología», expone el psicólogo. «Y a los menores tenemos que darles herramientas para detectar la mentira que se esconde detrás de las redes sociales y educarles en que nunca, bajo ningún concepto, manden imágenes en las que se les pueda reconocer», recalca.
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Por último, y para ayudar a los menores que han pasado por estas situaciones tan traumáticas, Rada reseña que la ayuda profesional «resulta fundamental». Oraá, mientras, lanza una recomendación: «No podemos evitar todo el mundo virtual, pero hay que tomar precauciones».
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