Secciones
Servicios
Destacamos
Pueblos pequeños, algunos de ellos con menos de 50 habitantes, alejados de los bullicios y de los servicios de las grandes ciudades, son los lugares elegidos por cuatro estudiantes de tercer año de la Universidad de La Rioja (UR) para completar, desde el pasado 1 de julio, su formación académica con la realización de prácticas en entornos rurales.
La inmersión dura hasta el próximo 31 de agosto y hasta que llegue esta fecha, cada uno de estos jóvenes reside en las localidades donde desarrollan las prácticas. Allí, además de recibir una remuneración de mil euros al mes (más la Seguridad Social), amplían la experiencia de sus currículums con la formación en instituciones y empresas, algunas de ellas potentes, en las que desempeñan una actividad profesional muy ligada a sus estudios universitarios.
En esta convocatoria, en la que también toman parte 11 alumnos de la UR en entornos rurales de la comunidad riojana y de otros territorios, Álvaro Nombela, Jorge Hervías, Santiago Ropero y Rocío Rubio coinciden en que más allá de su gran aprendizaje, han descubierto que también hay vida en los pequeños municipios, a pesar de que todos ellos tratan de lidiar año tras año con el gran problema de la despoblación.
Noticias relacionadas
Irene Echazarreta
Irene Echazarreta
Irene Echazarreta
Irene Echazarreta
15 alumnos
realizan prácticas rurales en La Rioja, Álava, Huesca, Navarra, Soria y Zaragoza.
14 entornos rurales,
como Camprovín, Tardienta o Bargota, son los destinos de prácticas.
1.000 euros
es la remuneración mensual que reciben los becados junto con la Seguridad Social.
«Los pueblos existen y cuantas más actividades se puedan realizar, mejor será para evitar que terminen pasando desapercibidos», expone Rubio, que realiza sus prácticas de Educación Primaria en la ludoteca que está situada en el Ayuntamiento de Camprovín, donde trabaja con niños de todas las edades. «Mi vida aquí es bastante tranquila, pero no me da tiempo a aburrirme: ayudo en la organización de cualquier actividad que haya en el pueblo».
A Hervías, por su parte, esta experiencia le ha servido «para valorar más el entorno rural y aprender que la magia y lo bonito está en lo sencillo, porque no solo se pueden hacer planes en centros comerciales», señala este estudiante de Lengua y Literatura que desde que llegó al Ayuntamiento de Cirueña investiga sobre la historia de este pequeño municipio.
Los becados, desde que aterrizaron hace ya más de un mes en sus puestos de trabajo, también han podido descubrir de primera mano cómo el bullicio de las ciudades se transforma en las zonas rurales en un absoluto silencio. Nombela, por ejemplo, ya percibió la diferencia de residir en Madrid a vivir en Logroño, pero hacerlo ahora en Leza supone «un escalón más en cuanto a tranquilidad».
Sobre todo, porque hay ocasiones en las que «no ves a nadie en todo el día, solo algún tractor..., y no hay ningún ruido ni nadie que te moleste. Es una experiencia de paz, de tranquilidad... que favorece la reflexión. El hecho de tener que acostumbrarte a no escuchar nada en ningún momento se hace raro al principio», asegura este alumno de Química de la UR antes de señalar que aunque en verano «suele haber un poco más de movimiento, hay veces que pasan días y no ves a casi nadie por el pueblo».
La serenidad que proporcionan estos pequeños municipios tan solo se ve afectada con la llegada de los distintos festivales o de las actividades que se organizan en ellos, pero una vez finalizan... vuelven a recobrar su inconfundible tranquilidad hasta tal punto de que incluso en plena época estival «se quedan prácticamente desiertos». En Camprovín, de hecho, ya notan «mucho» que «ha terminado Camprovinarte» y que al estar «en la primera quincena de agosto, el pueblo está más vacío».
La experiencia, enmarcada en los programas Erasmus rURal y Campus rURal –que están impulsados por el Gobierno de La Rioja y el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico–, busca reconectar a cada uno de estos jóvenes con las localidades de menos de 5.000 habitantes.
Para ello, deben residir en estos pequeños municipios, todo con el principal propósito de que los conozcan en profundidad, convivan y colaboren con sus vecinos y puedan verlos como una tierra de oportunidades para el desarrollo de su futuro profesional. «En el entorno rural todo el mundo es muy acogedor. La gente te intenta integrar dentro del pueblo para que te adaptes y sea una experiencia muy grata», resalta Ropero.
En algunos casos, la realización de estas prácticas también despertará su interés para que se afinquen en entornos rurales. La experiencia de Hervías en Cirueña está siendo tan positiva que «quizá en el futuro me anime a vivir en lugares con poca población». La posibilidad está ahí.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.