Los asesinos de Isam afrontan un máximo de 11 años y medio de cárcel

La pena es poco más de un tercio de la que, en principio, solicitaba el Ministerio Fiscal (30 años, con 25 años por asesinato y cinco por robo con violencia), pero el acuerdo alcanzado entre las partes, basado en las atenuantes de encontrarse todos bajo los efectos del alcohol y las drogas y en la reparación de daños (la indemnización para la familia era de 300.000 euros que casi está íntegramente saldada gracias a la aportación de 242.000 euros del Gobierno regional y la aportación de la madre de Michael G.) conlleva esa reducción «en dos grados», según ha explicado el fiscal. Además, a Michael se le ha reducido el castigo por la citada indemnización, por lo que este deberá afrontar 10 años y medio de cárcel.

Como se trata de un juicio por jurado, este jueves deberán ser sus nueve miembros los que determinen la culpabilidad o no de los encausados, un mero trámite una vez que tanto César Salvador, como Andrés Felipe, Michael y Sergio han reconocido los hechos y se ha producido un acuerdo de conformidad entre las partes. Después será el magistrado Ricardo Moreno el que deberá confirmar en su sentencia la pena acordada.

Este jueves, en la tercera sesión de la vista, las partes han elevado a definitvas sus conclusiones y todos se han adherido a las conclusiones del ministerio público. El fiscal, en su exposición final, ha defendido la existencia de un delito de asesinato y robo con violencia cometido por los cuatro acusados. Según el acusador público, existió alevosía porque «no pudo defenderse» y hubo «dos conductas peligrosas» que pusieron en peligro la vida de Isam: los golpes en la cabeza y el abandono a la intemperie. «Cuando se le dan repetidas patadas y golpes en la cabeza se puede producir un resultado mortal. Todos lo sabemos», ha expuesto el fiscal, que también ha insistido en que el robo del plumas del joven repartidor supuso dejarle «inconsciente en un momento y lugar en el que no iba a recibir ayuda a causa del toque de queda». «Sabían que se podía morir de frío», ha señalado el fiscal.

También ha hecho hincapié en que el grupo actuó al unísono, tanto que se hallaron restos de sangre de la víctima en prendas de Andrés Felipe, César Salvador y Michael. «Nadie se desvinculó de la acción», ha redundado, incluso ha añadido que de ser autores de la paliza no se desvinculan las dos hermanas tuteladas porque «aunque no le tocasen, participaron directamente». «Actuaron como un grupo salvaje», ha sentenciado. «En las cámaras de la Biblioteca se ve cómo se pasan el botín, bromean, se ríen... Eso ratifica esa actitud de ir juntos, tanto en la muerte como en el robo», ha añadido.

«Hay circunstancias para atenuar, nunca justificar, su comportamiento», ha añadido a renglón seguido. «El consumo de alcohol y drogas transformó a un grupo de delincuentes y vándalos en un grupo peligroso», ha argumentado. El fiscal ha recordado el historial delictivo, con un entorno familiar difícil, historial de ocupaciones, sin trabajo y que «se dedican a la pequeña delincuencia». Y ha dejado caer una anécdota de su forma de «vivir en el parque del Ebro». «La víspera, dos de ellos, ven cómo una persona coloca hilo de pescar entre los árboles y se sientan a ver cómo se caen viandantes y ciclistas. No tenían otra cosa mejor que hacer», ha resumido.

Aunque la clave de este miércoles era conocer el acuerdo, el jurado también ha escuchado las dos últimas declaraciones de testigos. La prueba testifical ha acabado con la declaración de dos facultativas del Hospital San Pedro, que han confirmado la gravedad de las lesiones y la severa hipotermia que sufría Isam al entrar en el centro sanitario. «La situación clínica del paciente era muy grave y, aunque se pudiese operar, no se podía salvar la vida», ha sintetizado una de las médicas, que también ha recordado que se habló con el servicio de Neurocirugía de Pamplona (el hospital de referencia para esta especialidad) pero se confirmó la imposibilidad de operar.

El juicio concluyó con los últimos y breves alegatos de los cuatro encausados. Aunque ya lo hicieron este lunes, todos volvieron a pedir perdón en brevísimas alocuciones. Sin apenas levantar la cabeza ni mirar hacia atrás, donde la familia del joven repartidor de Oyón ha seguido todos los días las sesiones, expresaron sus condolencias.

«Estoy muy arrepentido», dijo Andrés Felipe. «Pido perdón y estoy de acuerdo con la pena», añadió. Michael hizo públicas sus «más sinceras disculpas, desde el corazón» mientras que Sergio aseguró que «nadie se merece eso». Por último, César Salvador concluyó: «Estoy muy arrepentido, acepto la condena y yo no hubiera querido que esto le hubiese pasado ni a él ni a nadie».

«No me creo lo que dicen los asesinos porque en ningún momento me han mirado a la cara y me han dicho 'lo siento'. Entonces les creeré», respondía Nisrine Haddour, hermana de la víctima. «Lo que han hecho es pedir perdón a la Audiencia para que les bajen la condena. No creo que se hayan arrepentido ni que lo digan de verdad», añadía.