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Después de casi una década de moratoria, los planes de descarbonización de la producción energética han sacado a la luz inversiones milmillonarias para la producción de energías limpias. La Rioja rural, a través de plataformas sociales de vecinos, agricultores, organizaciones agrarias, bodegas, negocios turísticos... se ... ha rebelado contra lo que considera la 'invasión' de las renovables. «La España que han vaciado y que ahora quieren convertir en fea», como dijo en su momento el antropólogo Luis Vicente Elías, protagoniza un movimiento social sin precedentes, que cuenta ya con cuatro plataformas que, en tiempo récord, se han organizado y replican con cientos de alegaciones a cada uno de los proyectos.
La última en nacer ha sido SENDA, en La Rioja Alta, en rechazo al parque solar que la empresa local Aresol ha planteado en torno a la futura subestación de Cidamón para recoger la energía generada de nueve complejos fotovoltaicos en Bañares, Hervías y Cidamón, con una capacidad de 360 MW (megavatios) y una 'ocupación' de suelo de unas 650 hectáreas. Gabriel Ameztoy, ingeniero industrial, es el portavoz de SENDA que, en apenas dos meses, ha ayudado a tramitar cientos de alegaciones: «Ha sido una locura porque nos hemos tenido que organizar para comprender un proyecto global que te presentan despiezado y al tiempo hablar con la gente, que desconocía la dimensión del mismo». Ameztoy deja claro que no hay un rechazo a la producción de energías limpias, sino a cómo se plantea la «ocupación» de territorios: «Por supuesto que necesitamos renovables, pero nos oponemos radicalmente a condenar determinadas zonas porque así lo ha decidido una empresa o un fondo de inversión».
El ingeniero advierte de que «no sOlo estamos ante un cambio energético, sino ante un cambio de modelo económico, y lo que pedimos es que los vecinos y el conjunto de la sociedad pueda participar; no es un tema, es el tema..., y estos territorios se juegan su futuro». «Por mi profesión algo sé de esto –continúa– y, por ejemplo, la línea de Forestalia será para exportar energía a Francia, es decir, España y La Rioja quieren producir más de lo que necesitan y lo lógico sería contar con los territorios afectados y sus gentes».
El portavoz de SENDA denuncia asimismo la estrategia que, a su juicio, siguen las promotoras: «Comenzaron hace tiempo, con mucha ventaja, ayuntamiento por ayuntamiento y particular por particular; fragmentan los proyectos, como este de Casafuerte, para que parezca que no tienen impacto, y siguen una estrategia para devaluar el suelo». «Se refieren a esta zona de La Rioja Alta como tierras pobres de secano –agrega–, cuando el 40% es regadío y el otro 60% es la principal despensa de cereal de La Rioja porque la tierra es muy fértil: ¿qué hay más sostenible?».
Ameztoy admite que existe un problema de despoblación rural en la zona, pero también cree en sus posibilidades: «Con la pandemia se han rehabilitado veinte casas en San Torcuato, hay una granja de huevos ecológicos, un aeródromo, el camping de Bañares, que trae 4.000 visitas al año...». «Hay también bodegas, de hecho yo estoy invirtiendo en una en Rodezno... Si esto sale adelante, estos pueblos están condenados porque vendrán en el futuro más y más paneles solares al haber sido zonas elegidas para el 'sacrificio'».
En La Rioja Baja, la asociación Paisajes de Viñedo de La Rioja, liderada por el bodeguero Álvaro Palacios, era la única organización activa. Evitó una ampliación eólica en Yerga y recientemente ha 'tumbado' otra en Aldeanueva. Ahora, la contestación vecinal en La Rioja Baja se ha multiplicado con la creación de la Plataforma por el Progreso Sostenible de las Tierras Orientales –en los valles del Ocón y Jubera– y con la plataforma del Alto Cidacos, en la zona más suroriental de la región.
El Gobierno de La Rioja tramita 26 proyectos de generación de energía eólica y solar o de nuevas líneas de evacuación de alta tensión. Dos de ellos, los eólicos de Aldealobos y de Aldeanueva, han sido rechazados, pero el resto siguen adelante, por ahora. A estos hay que sumar las tramitaciones competencia del Ministerio al superar los 50 MW o afectar a varias comunidades autónomas, como son los parques eólicos de Los Cruzados o Valderrete, varios fotovoltaicos en Navarra con líneas a Santa Engracia o la línea de Tauste-Jundiz, que atraviesa la región de este a oeste, además de la de Magaña-Santa Engracia de Red Eléctrica. El Ejecutivo riojano se ha opuesto a tres grandes autopistas eléctricas (Los Cruzados, Tauste y Magaña) y a otra línea que, desde Navarra, proponía atravesar los Sotos de Alfaro, aunque la competencia es ministerial. En todo caso, el mapa de La Rioja cambiará probablemente para siempre –ver infografía adjunta– especialmente en los valles de Ocón y del Jubera y también en el entorno de Bañares y San Torcuato.
Su principal problema es la ubicación de la subestación de Santa Engracia, de gran capacidad para descargar energía, con lo que llegan líneas de alta tensión por el norte (desde Navarra) y por el sur (Soria), además de las propias de evacuación de los nuevos proyectos eólicos y fotovoltaicos planteados: «Desde que en febrero empezamos a conocer el aluvión de proyectos no dudamos en hacer frente a todos ellos para preservar nuestros pueblos para las generaciones futuras de los graves impactos sobre el territorio», asegura María José Nestares, abogada y una de las portavoces de la plataforma. «Para nosotros –continúa–, el cambio climático es el clima para el cambio, la ocasión para descentralizar la producción energética. Reivindicamos un modelo distribuido y justo, una producción próxima a los puntos de consumo porque genera riqueza a la empresa local, respeto al territorio y dignidad para nuestro mundo rural. Ni somos negacionistas ni antirrenovables».
A juicio de la abogada, los proyectos en tramitación ahondarían más en el modelo centralizado: «Si durante los últimos diez años La Rioja genera más de un 72% de su energía mediante fuentes renovables, ¿qué sentido tiene esta proliferación de mega instalaciones?». Nestares asegura que «se está proyectando en la zona la producción de 560 MW, más de lo que actualmente generan los 14 parques eólicos de toda La Rioja Baja, y de toda la región porque están todos aquí, y la evacuación de 890 MW, cuando debe existir un equilibrio entre la producción de energía y el consumo en cada zona para no sacrificar nuestros pueblos».
Lamenta asimismo que el Gobierno «confunda» el trámite de información pública de las solicitudes en el BOR con un verdadero proceso de participación ciudadana «ignorando sobre todo a quienes habitan en los pueblos afectados y trabajan su tierra».
Son varias las empresas, bodegas, cooperativas, asociaciones agrarias las que financian la defensa jurídica. «Esto es muy costoso, pero no vamos a entregar nuestra tierra». La abogada urbanista tiene claro que «estamos ante un proceso de industrialización del suelo agrario», pero «el Gobierno riojano se niega a plantear una ordenación del territorio para un desarrollo renovable razonable».
Angélica García es bióloga y portavoz de la Plataforma del Alto Cidacos: «Quieren 'plantar' 23 molinos de 200 metros de altura en Soria y La Rioja, con terribles líneas de evacuación hasta Santa Engracia que atraviesan espacios naturales y protegidos». «Es cierto que el Gobierno de La Rioja se ha opuesto, pero estas líneas y parques, al superar los 50 MW y afectar a más de una autonomía, dependen del ministerio».
García insiste en que «lo único que pedimos es tomarnos un tiempo para pensar: cómo, cuánta energía renovable y dónde queremos producirla». «He escuchado a nuestro consejero Álex Dorado decir –continúa– que La Rioja Baja está condenada a la desertización y que estos desarrollos son una oportunidad, cuando toda la potencia eólica actual, que no es poca, sale de nuestra zona». «No solo es indignante, sino que demuestra un desconocimiento tremendo de la región».
¿Hasta dónde llegarán las plataformas? «Hasta donde sea, lo que se plantea es aberrante para La Rioja», aseguran.
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