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A primera hora del pasado viernes, el consejero de Educación, Pedro Uruñuela, reconocía que la expansión del virus en los colegios riojanos era «preocupante», pero que no procedía tomar medidas adicionales, que la situación seguía bajo control. Horas después, ya por la tarde, descartaba ... atender la petición –«informal», según la Consejería– de varios directores de centros educativos de suspender las clases presenciales entre hoy y el miércoles dado el repunte de casos positivos en las aulas.
Apenas 24 horas después, con la situación ya desbocada y un incremento de más de 500 casos activos en la región en un día, la Consejería optaba por endurecer el protocolo COVID en las aulas de Educación Primaria (alumnos de entre 6 y 12 años): desde el sábado no es preciso esperar a la existencia de un brote (más de tres casos) para confinar una clase de Primaria; un único positivo implica el aislamiento de todo el grupo durante 10 días (algo que en la práctica ya comenzó a aplicarse el mismo viernes). Además, en lugar de dos pruebas PCR, solo se les someterá a una en los últimos días del aislamiento. Educación defiende que la medida se tomaba para poder agilizar la vacunación.
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Así, la combinación de una incidencia disparada en la región con un protocolo de confinamiento extremadamente más restrictivo, alumbran este lunes un escenario insólito: al menos 40 aulas del sistema educativo de La Rioja (el doble que el viernes) amanecerán confinadas, es decir, cerca de un millar de alumnos permanecerá aislado –al menos debería estarlo– en sus domicilios recibiendo clase a través de Internet. Además, al cierre de esta edición no estaba claro que un centro de Logroño, el General Espartero, pudiera abrir hoy sus puertas ante el elevado número de docentes afectados.
El endurecimiento de ese protocolo COVID por parte de Educación provocó ayer un tsunami de quejas, enfados y críticas canalizadas, fundamentalmente, a través de los grupos de wasap que llegaron hasta el consejero de Educación. Críticas porque muchos padres defendían la necesidad de haber suspendido las clases presenciales desde el viernes; enfados, porque el endurecimiento del protocolo rompe los planes navideños de muchas familias o porque muchos de los alumnos convocados hoy a la vacunación no podrán salir de casa.
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En ese escenario de dudas y ante el augurio de un absentismo masivo desde la jornada de hoy, algunos centros educativos de la región tomaron las riendas de la situación y ofrecieron la opción de conectarse en remoto a algunas clases desde sus casas (Agustinas y Maristas); otros han suspendido los exámenes previstos sin «hacer ninguna apelación a no venir a clase» (Rey Pastor); y algunos ya han advertido que cualquier ausencia se entenderá justificada (Espartero).
Desde las asociaciones de familias de los centros públicos (FAPA), su portavoz, Esteban García, reclama una «explicación» a la Consejería para conocer qué le ha llevado a tomar esta decisión. «También vamos a exigir que se hagan las PCR lo más rápido posible», sostiene García recordando que este nuevo criterio de confinamiento «complica la situación de muchas familias» y obliga a fijar medidas de conciliación.
El presidente de CONCAPA (centros concertados), Carlos Torres, va más allá considerando que «lo más prudente habría sido suspender las clases presenciales y terminar telemáticamente», si bien apunta que no existe una opinión definida ya que cada familia tiene sus circunstancias.
Desde el lado sindical, Pedro Antolín (CCOO) insiste en que la situación podría haberse enjuagado si «se hubiese hecho caso a la petición de CCOO de vacunar con la tercera dosis a los docentes y resto de trabajadores de esta etapa» y considera que Educación «no quiere tomar la decisión drástica de cerrar los centros y traslada la responsabilidad de qué hacer a centros y familias».
Gustavo Navas (ANPE) era mas contundente. «El consejero le quitó importancia el viernes y el sábado endurece el protocolo, no tiene sentido. La Consejería traslada la patata caliente a los centros y no se entiende que a tres días de las vacaciones se cambie el protocolo. Igual lo acertado era cerrar las aulas», defiende añadiendo que este cambio de criterio también obligará a muchos docentes a quedarse en casa para cuidar de sus hijos que puedan estar confinados y retrasará la vacunación.
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