El tío materno de Carolina denuncia que le han suplantado la identidad en Twitter

Según fuentes de la investigación, el joven, de 19 años, habría acudido hasta las dependencias del Instituto Armado de la ciudad jarrera por una serie de tuits cuya autoría no reconoce. En uno de aquellos tuits, que ya han sido borrados de su perfil en esta red social, se podía leer: «No sé por qué lo hizo. Se fugaron de casa las tres. No sabéis qué infierno vivía mi sobrina. La maltrataron psicológicamente y el padre la utilizaba para hacerle daño a la madre... No defiendo lo que ha hecho mi hermana pero también tiene lo suyo».

Continúan así las incógnitas sobre qué ocurrió desde primeras horas del 26 de enero, cuando la abuela, Olga Febles, que apareció muerta el día 28 en el río Ebro, Adriana Ugueto y Carolina Corral se fueron de su casa en Haro hasta primeras horas de la mañana del día siguiente, cuando un hombre alertó de que una mujer se encontraba en el alféizar de una ventana del hotel Los Bracos. Todo apuntaba a que quería quitarse la vida. A partir de entonces comenzaron a destaparse unos hechos que investigará el titular del Juzgado de Instrucción número 3, José Carlos Orga, una vez que, previsiblemente hoy, se inhiba el Juzgado número 1.

Este órgano judicial, de guardia desde el pasado martes, se encargó del levantamiento del cadáver de la abuela, Olga Febles, el día 28, y ante él fue llevada a declarar Adriana Ugueto -no ha trascendido si lo hizo o no- el jueves, día 30, justo cuando se cumplían las 72 horas de plazo máximo de detención antes de pasar a disposición judicial. Finalmente, el juez ordenó el ingreso en prisión incondicional de la madre y ahí, en el centro penitenciario de Logroño, permanece desde entonces bajo el protocolo antisuicidios, lo que significa que la interna tiene medidas de vigilancia adicionales. Dos reclusas consideradas de confianza para la prisión están junto a la madre de la niña las 24 horas del día.

Tanto la madre como la abuela dejaron hasta siete cartas en las que manifestaban sus intenciones de quitarse la vida, pero en ninguna hablaban expresamente de hacerle ningún daño a la pequeña. En las misivas, que fueron entregadas por Ramón Ugueto a la Guardia Civil después de que este fuera apercibido de que si no colaboraba podía incurrir en encubrimiento, Adriana pedía perdón a su expareja, Javier Corral, con quien mantuvo una breve relación de convivencia de la que nació Carolina.

En la actualidad, el padre tenía la custodia de la pequeña. No fue así siempre. Al principio, la niña estaba con la madre, pero tras reclamarla el padre, el juez le dio la razón. Desde entonces, mantenían un régimen de visitas que la madre habría incumplido en varias ocasiones. Así constaría por las denuncias que el progenitor habría interpuesto por ello.

El domingo 26, la madre debía entregarle a la pequeña. Como no lo hizo, Javier Corral acudió a la Guardia Civil. No obstante, las alertas saltaron cuando al día siguiente se dio cuenta de que Carolina no había ido al colegio.