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Romero y la presidenta del Gobierno, Concha Andreu. JUAN MARÍN
Living la vida loca

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Polémicas continuas ·

La entrada de Raquel Romero en la política riojana ha discurrido de convulsión en convulsión

Pío García

Logroño

Sábado, 19 de marzo 2022, 01:00

Raquel Romero entró en nuestras vidas en marzo de 2019. Nadie recuerda bien cómo ni por qué. Un día llegó desde Berlín y ocupó el primer puesto de la candidatura de Unidas Podemos al Parlamento de La Rioja. No hubo primarias ni ninguna de esas frivolidades democráticas. La situación en la formación morada ya entonces era convulsa y enrevesada, con el habitual rosario de recursos, tribunales e insultos, así que alguien, en las alturas madrileñas, decidió colocarla a dedo como número uno de la lista autonómica.

Menudo ojo tuvo

La coalición Unidas Podemos comenzó a funcionar con la dupla Romero & Moreno en los primeros puestos. El 26 de mayo de 2019, en las urnas, sacaron dos escaños. Las divergencias surgieron casi al día siguiente. Henar Moreno (IU) se dispuso a facilitar el Gobierno de Concha Andreu sin entrar en el Ejecutivo. Raquel Romero, que al principio iba por el mismo camino, cambió bruscamente de opinión. Se inició así una negociación durísima, animada por la llegada de varios asesores manchegos (capitaneados por Francis Gil) que se habían quedado a dos velas tras las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha. Cuando ya se barruntaba incluso la repetición electoral, llegó finalmente el acuerdo y la concesión a Raquel Romero de una consejería de juguete, que al principio ni siquiera tenía asignadas las competencias de Igualdad, pero con presupuesto de sobra para contratar altos cargos.

Todo aquel espíritu combativo del que Raquel Romero hizo gala durante las negociaciones se esfumó de repente. Sus intervenciones parlamentarias son muy escasas y sus comparecencias públicas también. Pero esa voluntad de refugiarse entre las sombras no le libró de polémicas. Algunas con enorme eco, como la que provocó el anterior director general de Participación, Mario Herrera, cuando se estampó contra un pino en la Nochevieja de 2020 en la época de los confinamientos, y huyó sin avisar a la Guardia Civil y sin dar explicaciones coherentes del incidente. Tras un mes de tormenta, Herrera se vio obligado a dimitir por culpa de una «campaña de la ultraderecha».

Otros movimientos, más sutiles, también fueron sorprendentes o, al menos, inexplicados. En octubre de 2020, Romero decidió contratar a una «asesora en materia de igualdad», María Espinosa, exdiputada de Podemos en Madrid, a espaldas de la entonces directora general de Igualdad, la socialista Diana Sáinz, con quien apenas se avino a cruzar unas palabras mientras coincidieron en la Consejería. Andreu acabó fulminando a Sáinz. Su puesto lo ocupa ahora otra socialista, Emilia Fernández.

Esté o no en Podemos, de Raquel Romero se podrá decir lo que se quiera, pero nadie podrá negar que anima mucho el cotarro.

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