Podemos ultima la expulsión de Romero por no ceder parte de su sueldo al partido

Este periódico estuvo ayer tratando infructuosamente de hablar con la consejera de Igualdad o con su responsable de comunicación, Fran Casamayor. En declaraciones a Rioja2, Raquel Romero reconocía su expulsión, pero la atribuía a su intención de incorporarse al «frente amplio» que pretende crear la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz. Una postura que, para la actual coordinadora de Podemos en La Rioja, Arantxa Carrero, no deja de ser «literatura barata» y «un intento por desviar la atención sobre lo que de verdad está encima de la mesa». Carrero manifiesta su sorpresa por la utilización «ridícula» del nombre de la vicepresidenta, cuando esa propuesta electoral todavía no está siquiera constituida y Yolanda Díaz figura en el Gobierno central en la cuota que pertenece a Unidas Podemos.

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Es este el penúltimo episodio de un enfrentamiento frontal entre Raquel Romero y el partido en cuyas listas autonómicas se presentó. La prehistoria de sus desavenencias se escribió nada más cerrarse el escrutinio electoral. La antigua dirección regional del partido explotó cuando Romero, auxiliada por varios asesores llegados de Castilla La-Mancha, forzó al máximo las negociaciones de investidura y se colocó a ella misma como consejera. Ese puesto iba a ser originalmente para NazaretMartín hasta que un turbio asunto, de procedencia nunca aclarada, acabó con sus aspiraciones.

Con Raquel Romero en el Consejo de Gobierno –convertida de pronto y contra pronóstico en la pieza más sumisa y obediente del Ejecutivo–, Podemos quedó desarticulado. La formación morada trató de resucitar en junio del año 2020, con unas elecciones internas que se disputaron con un inquietante aire de guerra civil. Ganó Arantxa Carrero, concejal en Haro, cuya candidatura recibió el apoyo del entonces líder de Podemos, Pablo Iglesias. La lista rival, encabezada por Sara Carreño, exdiputada y alto cargo de la Consejería de Raquel Romero, perdió por 17 sufragios. Carreño y otros doce integrantes de su lista acusaron a la ganadora de fraude electoral e incluso montaron otra dirección paralela, motivos por los que ya fueron expulsados de la organización.

Para entonces, Raquel Romero y sus altos cargos eran un elemento extraño dentro del Podemos oficial. El 23 de noviembre de 2021, cuando el juzgado desestimó la demanda de Sara Carreño por fraude electoral, Arantxa Carrero compareció en rueda de prensa para puntualizar que no querían tener nada que ver con Romero: «No estamos en absoluto de acuerdo con su gestión y tiene nula relación con el partido. Yo me conformaría con que hiciese su trabajo como diputada, pero eso parece ser mucho pedir. La gente debe saber que nosotros somos diferentes».

Definitivamente, ahora ya lo son.