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La OMS la define como «el período de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años. Es una de las etapas de transición más importantes en la vida del ser ... humano, que se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento y de cambios, superado únicamente por el que experimentan los lactantes». La mayoría de los padres completarían la definición con adjetivos gruesos. Y la parte afectada, los jóvenes, la reescribiría desde sus volcánicos sentimientos.
Es la adolescencia, una etapa vital no exenta de complicaciones para quien la vive y también para su entorno. Un periodo, ése de «yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así», que en la sociedad actual llega a edades más tempranas (hay quien dice que cada vez se acerca más a los cólicos del lactante) y se 'cura' más tarde. Una sociedad que también tiende, precisamente, a demonizar al colectivo adolescente.
Psiquiatra y psicoterapeuta logroñés, Ignacio González Yoldi es, pese a su juventud, un reputado experto en temas relacionados con la adolescencia. No solo sus 35 años le acercan biológicamente a los más jóvenes. El trabajo en su consulta le pone diariamente frente a este colectivo ('junto a' más que 'frente', seguro que corregiría el psiquiatra). De forma complementaria, su labor en el centro de menores Virgen de Valvanera, en Logroño, le añade otra dimensión a su faceta profesional. Y todo ello le conforma como un profundo conocedor del mundo adolescente.
El suyo no es un discurso academicista. De tono amable y reposado, apabullantemente empático, cauteloso y enemigo de generalizaciones y recetas mágicas que entorpezcan el criterio individual, González Yoldi transita por los caminos del diálogo, de las palabras medidas y meditadas no exentas de frescura. Sus reflexiones son una exhortación a la comunicación; la suya es una conversación plagada de silencios para exponer exquisitamente una idea, para articular propuestas que pueden ser auténticos mandamientos para padres de adolescentes, para padres en apuros.
González Yoldi define la adolescencia «como un proceso de cambio, de búsqueda de identidad claro». «Ahora se está adelantando en el inicio y atrasando en la finalización, yo creo que hay un problema como sociedad. A los 12 años ya hay niños que tienen comportamientos adolescentes o puberales. Esta etapa se extendería hasta los 16 años, y yo hablaría de una segunda entre los 16 y 20 años». ¿Hablamos de adolescentes de 20 años? « A esa edad están muy verdes a nivel de autonomía, responsabilidad y estabilidad», resume el psiquiatra.
Y qué hacer. «Es un trabajo más de fondo, la adolescencia no deja de ser una consecuencia de cosas que desde el principio se están haciendo... regular», ríe González al suavizar su valoración del 'trabajo' de los padres.
El psicoterapeuta tiene claros algunos errores que se cometen en la educación de los hijos. «Uno es el tiempo que dedicamos a la crianza, la velocidad a la que vamos atropella el tiempo de calidad», afirma.
Un segundo problema son las nuevas tecnologías. González también hace su propia diagnosis. Hay un abuso en su utilización. «En épocas en las que el niño debería estar imaginando, creando o aburriéndose... Tenemos adolescentes en los que la infancia está mal elaborada», concluye.
Y no lejos de las nuevas tecnologías y el hiperestímulo emerge otro problema que padece la sociedad actual: la prematura sexualización. «Sexualizar a los niños de forma precoz a través de la televisión, la música... Están accediendo a la sexualidad cuando mentalmente no están preparados para ella», resume González.
Y una vez más. Qué hacemos. «Reorientar esto como sociedad es un problema que nos concierne a todos», apunta el psiquiatra. Por otro lado está el proteccionismo. Yo no debo ser el que te salva el trasero, sino el que te acompaña en el proceso. Soy un consultor, no el ejecutor», recuerda.
Una obviedad que conviene recordar. El modelo educativo de los progenitores es determinante. Absolutamente determinante. «Muchos adolescentes están 'desrresponsabilizados' porque sus padres se responsabilizan de sus cosas. Para qué voy a preocuparme de la fecha de mis exámenes si cuando yo no sé algo mis padres escriben un WhatsApp a otros y ya saben qué necesito. Pues quizá si no lo sé me tengo que buscar la vida o afrontar un examen en el que fracaso y eso moviliza cosas en mí», describe.
También lo que han hecho los padres antes es fundamental. «No se puede ir hacia atrás en una norma que ya has perdido, sobre la hora de salida, uso del móvil... Intentar ganar en la adolescencia las batallas perdidas durante muchos días es una quimera», determina González.
En el proceso educativo hay señales de alarma que vigilar para saber si un hijo tiene problemas. «Pueden ser cambios abruptos, nuevos amigos, más irritabilidad, problemas en el colegio...», enumera el psiquiatra.
¿Y los amigos? ¿Qué papel juegan? «Absolutamente fundamental. Marcan éxitos y tragedias», condensa. Y recomienda: «Hay veces que es más eficaz ofrecerle un camino social distinto que le genere una identidad más saludable».
El adolescente puede dibujar una frontera en la relación con sus padres difícil de borrar. «Hay mucha discrepancia entre lo que los padres creen que es importante para su hijo y lo que el adolescente considera. El porcentaje de adolescentes que opinan que su prioridad son los estudios es mínimo. Quizá sus prioridades son las relaciones sociales», revela González.
¿Cuáles son los reproches de los adolescentes a sus padres? «En general, 'eres un pesado, solo te importan mis estudios, deja de controlarme, no me rayes, no me escuchas'. Alguno puede echar de menos tiempo de calidad con sus padres», dice.
«Hay algo que dilapida las relaciones», recuerda el psicoterapeuta, «y es centrarse mucho en el rendimiento académico». E insiste en gestionar la progresión en las libertades. Sin olvidar que «no marcar márgenes a una persona que quiere solo experimentar es pegarte un tiro en el pie».
Cuestiones cotidianas con los adolescentes son la hora de regreso a casa, el móvil o la paga que se les asigna. «Un chico que vive en un pueblo no va a salir lo mismo que uno que vive en Logroño, en los pueblos salen más desde una edad más temprana. Hay que ver también hasta qué hora sale el grupo con el que va tu hijo», afirma Ignacio González.
Y el teléfono móvil. Que ya casi los hijos establecen como cláusula la tenencia del dispositivo a cierta edad... ¿A qué edad, en opinión del psiquiatra? «No es tanto cuestión de años de cómo esté preparado y cuál es la necesidad real del móvil... Antes de los 14 años, ¿para qué necesita móvil?», se pregunta González Yoldi.
¿Entonces, a los 14? «Cuando empiezan a salir y a quedar de forma independiente con sus amigos es una buena edad para empezar a tener móvil. Me parece temprano tener un móvil a los 12 años», concluye.
En cuanto al tiempo de utilización de los dispositivos González entiende que «no hay un máximo». Pero sí es importante «controlar el contenido, que es algo que no se hace», dice. Y pone un ejemplo: «Yo no pienso que mis padres me dejaran ir a ver solo 'Rambo' con 7 años, pero ahora sí que pueden matar zombies con 7 años en el móvil sin que nadie les diga nada». «El acceso a Internet tiene que ser por lo menos supervisado», insiste. Para remachar: «Hay que tener cuidado con el acceso al porno a una edad temprana, o jugar a videojuegos calificados para edades mayores. Eso sí que es muy importante, el control de los contenidos y hacer caso a las edades recomendadas». Y no lo deja ahí. Es un tema en el que el psiquiatra hace hincapié: «Hay niños de 10 años viendo porno. Hay que poner las normas desde el principio y tendrás menos problemas. Si no fijas normas desde el principio la adolescencia te va a explotar. Si cada vez que quieres que se calle tiene 2, 3, 4 horas de tecnología todos los días, cuando sea adolescente menos que eso no va a pedir».
Sobre la paga semanal González es claro: «Hay que tener cabeza... que lleve excesivo dinero no es bueno, y que sienta que no es como sus iguales, tampoco. Algo normalizado y ajustado a las actividades habituales que realice cuando sale».
Las redes sociales son, en el mejor de los casos, un quebradero de cabeza para los padres. Y cómo gestionar las incursiones de los hijos, un dilema. «Deben tener redes a partir de la edad en que es legal tenerlas, no antes. Y hay que estar al tanto de cambios abruptos, pensar en las redes como posible variable de que algo ocurre, un mal uso, un acoso... También hay una parte de intimidad que no podemos controlar», concluye González Yoldi.
Para mejorar la convivencia no hay fórmulas mágicas, pero sí algunas ideas. «No caer en la trampa del adolescente», recomienda González. «El adolescente es proyectivo, en sus errores busca culpabilizar al de enfrente, se enfada. Yo soy partidario de responderle 'Me apetece hablar contigo, pero así no, cuando quieras hacerlo de otra forma te estoy esperando'. Y en ese momento en que estoy tranquilo, ahí es donde le puedo poner una norma, si la tengo que poner. Establecer la norma en el calentón es un fracaso anticipado. Y siempre al final decirle que confías en que lo hará bien».
Chicos y chicas viven de manera distinta la adolescencia. «El desarrollo psicológico es diferente», recuerda. «En las chicas es previo a los chicos. También hay una forma diferente de resolver conflictos. Las chicas son más eficaces en la resolución de conflictos y los chicos son más físicos, y genera más conflicto un chico que da un portazo o grita que una chica que a lo mejor está igual de rebelde pero lo manifiesta de otra forma».
Otro asunto es qué esperan los adolescentes de sus padres. «Que se les escuche, que formen parte de las decisiones que tengan que ver con ellos, buscan un equilibrio entre que les des espacio y que no te vayas lejos. También buscan que yo no me rinda y tire la toalla. Esperan que se les vea más allá de los estudios, que se respete su intimidad».
¿Cómo ganar su confianza? «No habiéndola perdido antes de ser adolescentes», ríe González Yoldi. ¿Y qué hacer para no perderla? «Es muy importante no entender la adolescencia como una época en la que como sé que todo es conflictivo todas mis alarmas se encienden. No, tus alarmas deberían haber estado encendidas antes. A veces estamos tan empecinados en que cumplan las normas y tan frustrados como padres porque no las cumplen que nos olvidamos de hablar de temas banales, tener un buen rato con ellos, reconocerles lo que hacen bien, y son cosas que hay que hacer para no perder la relación con tu hijo».
Y ahora pongamos remedio antes de que nos llegue la 'enfermedad'. Qué hacer en las etapas previas a la adolescencia para lograr unos jóvenes sanos, felices, responsables. «Hay mucho por hacer. A veces buscamos que todo sea perfecto y la imperfección también nos ayuda a nosotros. Si yo espero algo feliz y bonito y no lo encuentro ya estoy frustrándome como padre o culpabilizándome, cuando realmente a lo mejor debo bajar el pistón y entender que debo invertir tiempo, saber que a veces va a ser frustrante, que no me va a hacer caso, pero que ahí está lo que he sembrado, que sigo estando para él... todo este tipo de cosas son las que no podemos dejar de lado, es importantísimo, y también nuestra propia tolerancia a la frustración».
Todo ello, y saber en qué batallas luchar. Y perder alguna batalla para ganar la guerra. Pero nunca dejar de batallar.
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