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El sexo, la sexualidad, continúa siendo un gran tabú. En la mayor parte de los hogares de España y en buena parte de los centros escolares del país. En los de La Rioja, en prácticamente todos. Los currículos educativos afrontan la cuestión sexual ... desde un punto de vista estrictamente biológico: las mujeres son así, los hombres de esta manera, los espermatozoides van por aquí, los óvulos están por este lado... Punto final. «Solo algunos profesores van más allá y se involucran un poco más en la formación de sus alumnos», explican Bárbara Sáenz y Ruth Arriero responsables de Serise, el primer servicio riojano dedicado en exclusiva a la atención a la sexualidad. En ese vacío formativo, y para evitar que manipulaciones interesadas les acusen, como sucedió en Madrid, de enseñarles zoofilia, no pocos centros de la región (todos públicos, en los concertados el veto, dicen, sigue siendo estricto) han confiado en ellas para que, como profesionales del tema, impartan formación sexual profesional y adaptada a la edad de los estudiantes. No es una cuestión menor. «Hay quien busca información sexual en forocoches o respuestas en Yahoo», aseguran. Y, claro, ceder a internet la formación sexual es como poner al zorro a cuidar el gallinero. «Buscando culo los resultados son tremendos...».
Empiezan en tercero de Infantil. Puede parecer pronto pero, defienden, cuanto antes mejor. La precocidad también es cada vez mayor a la hora de mantener relaciones sexuales. Las estadísticas que sondean esta realidad dicen que (en el 2017) la edad media a la que un adolescente riojano mantiene su primer encuentro sexual fue a los 17,9 años, ligeramente por encima de la media nacional (17,7 años). En el 2003 esa edad estaba fijada en los 19,4 años. Tras su paso por las aulas riojanas, las responsables del Serise aseguran que en 4º de ESO (15 y 16 años) -último curso en el que ofrecen su formación- «no es habitual» que ya hayan mantenido relaciones aunque «siempre hay alguien que con sus comentarios te deja claro que 'está en el juego'».
Ese adelanto de los tiempos también ha llegado al consumo de pornografía. Si hace no demasiados años el acceso se limitaba a alguna revista colgada en los kioscos o a las carátulas de las películas -repletas de pequeñas pegatinas en labores de censura- de las repisas más elevadas de los videoclubs, la nueva pornografía, en alta calidad, es accesible a cualquier hora desde cualquier dispositivo y de manera gratuita. Así, si se macera la ausencia de formación específica en la materia con la facilidad de acceso a esos contenidos, en no pocas ocasiones el porno está asumiendo ese papel educativo. Es lo que concluye la investigación 'Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales', elaborada por la Red Jóvenes e Inclusión Social y la Universidad de las Islas Baleares a partir de casi 2.500 encuestas a jóvenes de entre 16 y 29 años que concluye que uno de cada cuatro chicos ha consumido pornografía antes de los 13 años, que los más precoces lo han hecho a los 8 años y que la edad media de inicio es de 14 años entre ellos y de 16 entre ellas. La familiaridad con las pantallas y con las búsquedas en Internet, cierra el estudio, facilitan esta realidad.
La Rioja no es una isla en lo que al porno se refiere. «El acceso más temprano que nosotras hemos detectado es a los 8 años», confirman Sáenz y Arriero, que aseguran que se generaliza en 4º de Primaria en el caso de los chicos. No es una cuestión menor. El estudio elaborado por la Red Jóvenes e Inclusión Social destaca que ese consumo pornográfico está detrás del aumento de prácticas de riesgo (sexo sin preservativo, con diversas parejas, en grupo, con presencia de violencia...), distorsiona la imagen que mujeres y hombres tienen de su mismo género y del opuesto, el 30% de ellos se considera adicto al porno y genera una escalada de conductas que van desde el consumo de imágenes a prácticas vinculadas a la prostitución (anuncios de ofertas sexuales, encuentros sexuales previo pago...).
«El enfoque con el que hay que abordar el tema del porno con un hijo no es el de la prohibición ya que si lo quieren ver, lo van a ver. En cuadrillas, con sus amigos, con sus primos... Lo que hay que hacer es darle una visión crítica, explicarles que es ciencia ficción, que los actores son actores, que los cuerpos no son reales.... Hay que reconducirles hacia la reflexión para que, si lo ven, lo hagan con ojos críticos, sabiendo que lo que aparece no es lo que le gusta a la mayoría, que hay un guion... Si se prohibe algo, terminará atrayendo más», explican las dos expertas en sexología que asumen que un consumo precoz «les puede confundir a la hora de establecer una reacción real». En ese punto, hablan de dificultades para controlar la excitación, de comparación de tamaños, de duraciones, de órganos genitales femeninos... Pero no solo el porno traslada un estereotipo equivocado de la sexualidad: «Series como 'Aquí no hay quien viva', que no tienen restricciones horarias, que está siempre en televisión, están trasladando una visión pésima y muchas de las prácticas las sacan de ahí».
Así, para evitar que un menor ponga sexo en Google y se enfrente al contenido que escupe el buscador, o al menos para amortiguar en la medida de lo posible las consecuencias que esa acción pueda tener, Sáenz y Arriero abogan por una formación con tres dianas: los alumnos, los padres y los profesores. «En muchas ocasiones es más importante trabajar con las familias ya que si van en dirección opuesta...». Y empezando desde el último curso de Infantil «con contenidos sobre su cuerpo, lo público y lo privado, la importancia de la diferencia, el respeto a la diversidad... Son piedritas que se van poniendo en el camino» y que se consolidan a lo largo de su proceso formativo.
En general, «los jóvenes saben más cosas de lo que pensamos» y se nota mucho cuando desde la familia se trabaja esta educación ya que tienen una visión diferente, explican las expertas, que aseguran que la sexualidad se cultiva «desde el nacimiento con el apego, el cuidado, el modelo de pareja, el respeto...» para, más adelante, abordar relaciones sexuales y otros contenidos. Todo, con una máxima: «El acceso al cuerpo, el consentimiento y el respeto tienen que ser un mantra durante toda la vida».
En todo caso, concluyen, los jóvenes y los adolescentes riojanos, en su gran mayoría, tienen bastante claros los límites, las prácticas de riesgo, no se entregan a intentar reproducir en la vida real lo que puedan observar a través de Internet. «Los adolescentes tienen cabeza y tienen la noción de riesgo de ciertas prácticas. Se puede pensar que juegos como el del 'muelle' [penetraciones sucesivas para ver quién eyacula antes] están generalizados cuando no es así. Saben lo que hacen».
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