Más de un millón de nuevos infectados cada día en el planeta. Una cifra escalofriante, solo de diagnósticos, que han vuelto a convertir las infecciones de transmisión sexual en una grave problema de salud pública solo unos años después de estar al borde su extinción ... en los países desarrollados.
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Ni España ni La Rioja escapan a la inquietud que provoca una escalada que parece no tener freno. Recientemente, el Instituto de Salud Carlos III ha publicado el informe 'Vigilancia Epidemiológica de las Infecciones de Transmisión Sexual en España, 2023', en el que, además de alertar de que desde 2021 la infección gonocócica creció en nuestro país en dos años en el 42,6%; la sífilis, en el 24,1%; y la clamidia en el 20,7% anual entre 2016 y 2023, pone sobre la mesa unas estadísticas demoledoras: 34.401 diagnósticos de gonococia el pasado año, 10.879 de sífilis y 36.983 de clamidia solo en 2023 en España.
Libre de las tensas bridas que lo aferraron en un pasado no muy lejano por el terror al VIH y al sida, hoy de nuevo, espoleado sin ese miedo, la instauración de nuevos modelos sociológicos y el olvido de la pandemia, el potro de las enfermedades de transmisión sexual cabalga de nuevo desbocado también en La Rioja, donde, a falta de poco más de ocho semanas para el cierra de 2024, los augurios apuntan a un nuevo récord histórico, con una media de siete nuevos casos semanales de infección por alguna de esas tres patologías incluidas en los protocolos de Enfermedades de Declaración Obligatoria (EDO): sífilis, clamidia y gonococia.
El retorno al pasado no es reciente, se empezó a detectar a partir de 2011. Hasta entonces, el preservativo se había convertido en la coraza imprescindible de cualquier relación 'amorosa' esporádica para esquivar el sida. Pero en la segunda década del siglo, los tabiques empezaron a desmoronarse y arrastraron en su caída los viejos tabúes. Un avance al paso, cada vez más acelerado, que pronto se convirtió en un trote, antesala de un galope un trote acelerado que hoy, especialmente tras el fin de la pandemia, se ha convertido en un galope, interrumpido por la pandemia, pero hoy ya desbocado.
El Servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública actualiza semanalmente los registros estadísticos y, como al resto de enfermedades de declaración obligatoria, fija el foco en las tres infecciones de transmisión sexual sometidas a vigilancia y que en cada ejercicio tiñen cada vez más de rojo sus dígitos.
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Roberto G. Lastra
En 2013, el primer informe anual con los tres registros completos, la comunidad contabilizó 62 casos –17 de sífilis, 2 de clamidia y 43 de gonococia–, indicadores que se mantuvieron sin grandes alteraciones hasta 2018, cuando el computo global creció hasta los 96 y, en el ejercicio siguiente, se disparó hasta los 115 –14 de sífilis, 62 de clamidia y 42 de gonococia– en una avance que fue frenado en seco por el estallido de la pandemia vírica provocada por el SARS-CoV-2. Cualquier lectura optimista de los registros posteriores era un espejismo. La cifra de diagnósticos, que se desplomó hasta los 83 en 2020, inició su despegue solo doce meses después para, con 115 casos, casi calcar los datos prepandémicos. Pero lo peor estaba por llegar y tardó poco. En 2022 el dato global ya sumaba 310 episodios de infecciones de transmisión sexual en la comunidad que, solo un año después marcó un récord histórico de 367 pacientes con el diagnóstico en su bolsillo –14 por sífilis, 169 por gonococia y 184 por clamidia, unas estadísticas que ya triplicaban los datos de incidencia registrados justo antes de que el covid convirtiera los siguientes años en una horrible pesadilla sanitaria, social y económica.
Los datos de este 2024, aun incompletos, no invitan al optimismo de ni siquiera acercarse al objetivo que se marcó España en 2021, recogido en el Plan de Prevención y Control de la infección por el VIH y las ITS elaborado por el Ministerio de Sanidad en el que la meta era eliminar estas enfermedades como problema de salud pública para el año 2030.
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Según los registros facilitados a Diario LA RIOJA por la Dirección General de Salud Pública, la comunidad contabiliza en las primeras 44 semanas de este año (entre el 1 de enero y el pasado domingo, 10 de noviembre), 308 diagnósticos, lo que ofrece una media de siete semanales. A la cabeza del ránking, las patologías que en ocasiones no cursan sintomatología, lo que dificultan la interrupción de la cadena de transmisión: la clamidia, una infección causada por la bacteria Chlamydia trachomatis, que acumula ya 190 casos en la región, seis más, a falta de aún mes y medio para cerrar el ejercicio, que los 184 contabilizados en este capítulo en todo 2023; y la gonococia, la infección producida por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, con 105 pacientes diagnosticados en La Rioja, una cifra que, pese a no alcanzar a los 169 inscritos el pasado año o a los 144 de 2022 supone todos los descubiertos en la comunidad en el trienio 2017-2019, con 28, 36 y 42, respectivamente. Tras ellas, la sífilis, la más preocupante por su riesgo de gravedad y complicaciones severas, causada por la bacteria Treponema pallidum, que suma a día de hoy 13 casos, solo uno menos que en todo 2023. La patología, que en los peores pronósticos puede ser incluso mortal, aunque alcanzó su techo en 2022, con 25 diagnósticos, ha oscilado siempre desde 2011 en medias de entre 14 y 18 casos anuales, una estabilidad que no tranquiliza a los especialista que recuerdan que «aunque se aprecia un equilibrio, no desciende su incidencia».
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