RAÚL CANALES
Lunes, 21 de noviembre 2022, 08:49
Llegaron a Miranda hace medio siglo, cuando la ciudad era un lugar atractivo para jóvenes que buscaban un futuro laboral porque Ence acababa de absorber Fefasa, a los pies de la carretera Nacional comenzaba a esbozarse un nuevo polígono y en el entorno abría sus ... puertas Santa María de Garoña.
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Manuel Pardo, Javier Gorráiz, Vicente Martín y David Fernández apenas habían oído hablar entonces de la energía nuclear, igual que la mayor parte de trabajadores que desembarcaron en una central que pronto se convirtió en uno de los motores económicos de la zona. «Todo era nuevo para todos; fuimos aprendiendo sobre la marcha», recuerdan estos cuatro jubilados de Nuclenor, que vivieron en primera persona el despegue industrial y las décadas doradas de Miranda.
Aunque la sombra del cierre les acompañó a lo largo de toda su vida laboral, porque la energía nuclear siempre estuvo en el punto de mira, aprendieron a convivir con la incertidumbre. «Había mucha desinformación y te encontrabas con gente que estaba en contra por un miedo infundado. Si hubieran sabido como funciona realmente una central, la mayoría seguramente hubiese tenido otra opinión», afirma Pardo, que al igual que sus compañeros, no se sorprende porque diez años después de cesar la actividad, Garoña siga generando noticias.
Ha sido el vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, quien ha vuelto a poner el foco en la vieja planta al anunciar que se destinará medio millón de euros a un estudio para valorar la viabilidad de su reapertura. «Es imposible», afirman de forma tajante los cuatro extrabajadores al unísono. Saben bien lo que dicen, porque conocen las entrañas de una instalación que avanza hacia el desmantelamiento y en la que trabajaron durante cuatro décadas. «Para ponerla en marcha otra vez, son necesarios reactores nuevos, torres de refrigeración, adaptarse a la normativa actual y modernizar las instalaciones». Su tesis coincide con la de otros expertos, que ya han apuntado que es posible que algunas infraestructuras ya existentes en el recinto podrían servir para evacuar la electricidad pero que no ven la posibilidad de reactivar una planta construida en 1971, ni siquiera con dos nuevos reactores de última generación, que técnicamente se conocen como SMR (Small Modular Reactors). Además, el coste sería muy elevado y la propia Nuclenor ha dejado entrever su nulo interés en la reapertura.
El negocio energético apunta ahora al aprovechamiento eólico y a las mareas. «No hay ningún precedente de una central que lleve tanto tiempo parada y vuelva a arrancar. Lo que sí se puede aprovechar es el emplazamiento, que es ideal, para construir otra», afirman los cuatro exempleados consultados.
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GABRIEL DE LA IGLESIA
Desde el punto de vista técnico, la opción que apuntan es más que viable, pero en la energía nuclear entran en juego otros factores. «Cerrar Garoña fue una decisión más política que energética porque entonces sí que estaba en condiciones de continuar produciendo y era rentable», recuerdan. Por eso tampoco tienen ninguna duda de que ahora el vicepresidente de la Junta lo único que busca es acaparar titulares de prensa, entre otras cosas, porque la decisión final no le compete a la administración regional sino a Madrid, que ya ha adelantado en el Senado que no tiene intención de estudiar esta alternativa. «El problema es que en España, la energía nuclear está sometida a los intereses políticos y no es considerada una cuestión de Estado, como en Francia. Se tendrían que tomar decisiones en base a criterios de eficiencia y racionalidad, es decir de interés general y no ideológico».
El incremento del precio de la luz ha provocado que se retome el debate sobre la soberanía energética. ¿Reabrir Garoña abarataría la factura que pagan los ciudadanos? No, porque en sus épocas de mayor producción únicamente aportaba un 2% del total de electricidad nacional.
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«La solución energética a largo plazo sería un mix entre parques solares y eólicos, porque tenemos sol y viento, algo que el resto de Europa no tiene, complementados con energía nuclear», sostienen los cuatro extrabajadores de Nuclenor, que lamentan que Miranda desaprovechara la oportunidad de crecimiento que durante años le brindó la central. Con unos beneficios de miles de millones anuales y más de 500 empleos directos e indirectos, que se cuadruplicaban en las paradas, era una fuente de riqueza. «¿Qué otra empresa puede alcanzar esas cifras?» se interrogan cuando oyen hablar de reactivar la zona con el Plan Garoña. «Ahora muchos mirandeses empiezan a darse cuenta de que podíamos haber sacado mucho más partido a la central, pero la ciudad la despreció y ahora la echa de menos. Todavía va a ser peor cuando se complete el desmantelamiento, porque desaparecerán muchísimos más puestos de trabajo», sentencian.
«Sería necesario un reactor nuevo e invertir mucho dinero en modernizar la instalación»
«Miranda desaprovechó lo que generaba Garoña y ahora la echa de menos»
«La energía nuclear tendría que ser una cuestión de Estado, como en Francia, no sometida a intereses políticos»
«No hay casos de nucleares que hayan reabierto después de tantos años; lo que sí se podría hacer es aprovechar el emplazamiento para levantar una nueva»
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