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SALVADOR ARROYO /P.A.
Lunes, 14 de noviembre 2022, 22:15
La central nuclear burgalesa de Garoña, la más cercana a tierras riojanas, revive. O al menos, vuelve a la actualidad. Primero porque, tras casi diez años sin actividad (los cumple en diciembre) la Junta de Castilla y León estudia ahora la viabilidad de volver ... a ponerla en funcionamiento.
Y segundo porque, tras la decisión del Gobierno de la nación de olvidarse del proyecto de almacén central de residuos nucleares, Garoña deberá mantener 'in situ' sus residuos, que rondan las 440 toneladas de uranio radioactivo. Lo cual exigirá, mientras se desmantela la central, la creación de un edificio temporal... aunque no mucho: se estima que esos desechos nucleares deberán estar ahí, a 30 kilómetros de La Rioja, durante al menos cinco décadas.
Los dos motivos de esa «resurrección» de la central nuclear en los titulares son políticos. El primero tiene como protagonista a Vox. La formación ultraderechista, que forma gobierno en Castilla y León con el PP, es firme defensor de la energía nuclear y puja por la reapertura de la central. Y ha conseguido que se incluya en el borrador de presupuestos de la comunidad vecina una partida de nada menos que 520.000 para llevar adelante el estudio. Todo, a pesar de que la propia empresa que explotaba Garoña, Nuclenor, ya ha dicho que considera inviable retomar la producción de energía en una central que se encuentra en proceso de desmantelamiento.
Mientras llega ese estudio (que parece más político que real) la central burgalesa tiene por delante otra gran tarea: adaptar sus instalaciones para albergar durante décadas unos residuos que en principio no debían quedarse ahí.
El Gobierno de la nación dio carpetazo la semana pasada al proyecto de planta de residuos en Villar de Cañas (Cuenca). Lo que se iba a construir allí era una solución temporal mientras se planea el llamado «almacén geológico profundo», una instalación de unos 500 metros de profundidad para la que aún no hay localización pero sí un plazo inicial: nada menos que 2073.
¿Qué se va a hacer mientras con los residuos nucleares? Pues almacenarlos en las mismas centrales. Eso, en el caso de Garoña, supone construir un nuevo edificio en el plazo de cuatro años mientras, paralelamente, sigue el desmontaje de la central.
Hasta ahora los residuos de Garoña se debían almacenar en unos contenedores especiales que se depositaban, al aire libre, sobre dos losas de hormigón preparadas para soportar movimientos sísmicos. Eso seguirá siendo así, aunque esos contenedores que debían ir a Cuenca se quedarán in situ durante décadas.
Se deberá construir, eso sí, un nuevo edificio para mantenimiento y vigilancia de esos contenedores, y para, en su caso, proceder a su reparación si es que fuera necesario.
Las cápsulas, que pesan 70 toneladas cada una, tienen una vida útil de unos 60 años, y son gestionadas por la empresa pública Enresa. En Garoña hay combustible para llenar medio centenar de esos recipientes enormes: unas 440 toneladas de combustible de uranio.
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