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Andreu, en el exterior del Palacete, tras la entrevista. Justo Rodriguez
Fuego y cenizas

Fuego y cenizas

Retrato de Andreu en su despacho, donde la audacia empieza a perder protagonismo en favor del realismo

Jorge Alacid

Logroño

Martes, 24 de diciembre 2019, 09:18

Un día después de tomar posesión, Concha Andreu recibió a Diario LA RIOJA en el despacho que acababa de abandonar su antecesor, decorado aún al estilo José Ignacio Ceniceros: austeridad máxima, innata a un castellano viejo. Como legado, un galán de noche que dejó su ... antiguo propietario. Cien días después, la presidenta ya ocupa su propia estancia, en el edificio adosado al Palacete: el despacho que antes alojó a la consejera Begoña Martínez, una sala funcional donde todavía anida una suerte de provisionalidad, un aire de recién llegada. Como si aún no hubiera tomado posesión del todo y tuviera que exorcizar la herencia que recibió en forma de «cajones vacíos», metáfora de una queja demasiado reiterada en alusión a la carga que supone gobernar maniatada por la inercia de casi un cuarto de siglo de hegemonía del PP. Como sabe que esos lamentos desairan a quien los profesa, Andreu se resiste a perseverar en ellos y se va corrigiendo a lo largo de la entrevista. Cuyo espinazo tiene algo de Guadiana: aparece y reaparece el pasado en cada párrafo cuando se le interroga por la sustancia de su corta andadura como presidenta, igual que brota y rebrota el porvenir hacia donde dirige su discurso, con pinta de carta a los Reyes Magos. De momento, más voluntarismo que promesas concretas.

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