Justo Rodriguez

Las empresas extienden el teletrabajo para adaptarse a la nueva realidad post-COVID

La FER subraya el impulso dado, pero avisa: hay «infinidad» de sectores en los que retrasar la vuelta presencial es «inviable»

Martes, 2 de junio 2020

El coronavirus forzó la implantación del teletrabajo en muchas empresas riojanas y la tendencia, al menos en el corto plazo, es que el retorno de la modalidad presencial tardará en producirse. Incluso superada la fase 3 de la desescalada, cuyo pase pedirá el Gobierno regional esta semana, y según las instrucciones publicadas en el BOE, seguirá haciendo obligatorio fomentar el trabajo en remoto desde casa siempre que sea factible.

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Desde la Federación de Empresas de La Rioja (FER) reconocen que el teletrabajo «es una forma laboral que ha sido posible gracias a herramientas y conexiones de las que disponemos ahora». «Es un modo de trabajar que se ha implantado en algunos casos en los que es posible desarrollar una labor, conciliando la vida personal y profesional», añaden. «Y, por supuesto, muchas empresas, sectores y trabajadores han hecho un gran esfuerzo en estos meses para adaptarse al teletrabajo y poder hacer frente a esta crisis tan grave», apuntan.

  • 3,7% de los riojanos (5.107) teletrabajaba más de la mitad de los días antes del COVID-19

  • 2,4% de los empleados de la región (3.371) solo lo hacía de forma ocasional

Sin embargo, «es muy importante que seamos conscientes» de que el teletrabajo «no puede desarrollarse en muchos sectores empresariales y económicos por las propias características de su actividad». «Pensemos -inciden- en la industria manufacturera, las fábricas, la construcción, el sector comercial, la hostelería, la industria turística..., actividades con un gran componente de atención y servicio al público». «Podríamos describir infinidad de sectores donde el teletrabajo es prácticamente inviable», enfatizan. Los datos del INE, recogidos en un informe sobre teletrabajo realizado por el Banco de España, así lo constatan. En el 2019, por tanto antes de la crisis sanitaria del COVID-19, solo el 3,7% de los empleados riojanos había trabajado menos de la mitad de sus días de forma presencial y, ocasionalmente, únicamente lo había hecho el 2,4%, en su mayor parte empleados en empresas tecnológicas y financieras y en oficinas.

Es el caso de Emesa. El uso del teletrabajo en esta compañía es una realidad desde hace unos años, debido fundamentalmente a que «tenemos perfiles de empleados que son móviles y requieren de un acceso a la información en cualquier momento del día y en cualquier ubicación», explica el director general de Emesa, Eduardo Solar. No obstante, «la situación de confinamiento provocada por el COVID-19 ha acelerado el uso generalizado al resto de la plantilla (el teletrabajo empezó por el equipo comercial), toda vez que hemos mantenido el nivel de servicio a nuestros clientes».

Solar añade que «el acceso a los recursos, incluso a la telefonía, se hace de forma descentralizada, y los propios empleados han agradecido el tener estas medidas ya operativas cuando empezamos a teletrabajar de forma generalizada». «Nuestra experiencia interna la hemos usado para extenderla a nuestra red de clientes, los cuales se sienten altamente satisfechos por el servicio recibido y les está permitiendo paliar los efectos adversos de la situación actual», explica el responsable de Emesa.

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Gran aceptación

Pero, ¿qué ocurre con las empresas de sectores maduros analógicos? «Nos ha sorprendido gratamente el nivel de aceptación que han tenido nuestras propuestas de teletrabajo entre las pymes», afirma Solar. «Estamos viendo que el nivel de digitalización es cada vez mayor» porque las empresas «cada vez son más conscientes de la necesidad de tener herramientas alternativas al uso tradicional de la tecnología, que les permite ser más competitivas y mantenerse en el mercado». Sin duda, las firmas que ya contaban con altos niveles de informatización «han sabido adaptarse a la nueva realidad» precipitada por la pandemia, que también «ha ayudado a aquellas que se encontraban más rezagadas a dar el salto definitivo». En consecuencia, Solar considera que «el teletrabajo ha llegado para quedarse, si bien entendemos que seguiremos dando el servicio usando los medios tradicionales, conformando la nueva realidad una mezcla de ambos mundos, donde el acceso a la información ya no va a ser una cuestión ni de momento de tiempo ni de ubicación».

Grupo Pancorbo también estaba preparado para teletrabajar desde antes del coronavirus porque «somos una empresa que da servicios a otras y no podemos parar ante una contingencia (inundación de la oficina, incendio, robo...)», explica su director general, José Luis Pancorbo. La estructura es mixta (hay plantilla en teletrabajo total, otra parcial y otra presencial). Durante el coronavirus, «lo que hemos hecho es poner las medidas a nuestros clientes tanto a nivel hardware (equipos) y software (programas o aplicaciones) para que nuestros clientes tanto del sector público como del privado (sobre todo asesorías) puedan seguir teletrabajando, de forma que tengan todos los sistemas preparados en caso de que vuelvan los problemas».

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Efe

Los problemas de pasar de planes piloto a llevarse la oficina a casa

La generalización masiva del teletrabajo ha permitido a muchas empresas continuar con su actividad casi sin alteraciones durante la pandemia del coronavirus, pese al confinamiento y a las restricciones de movimientos. Ahora bien, esta migración forzosa ha aparejado algunos obstáculos ya que en muchos casos las experiencias de trabajar en casa no habían pasado de programas piloto y solo para unas determinadas áreas.

Así, al no estar ensayado el trabajo en remoto, la flexibilidad horaria ha provocado el efecto contrario en los trabajadores, al no tener definidos los horarios. Y en el caso de las empresas, el problema con el que se han encontrado es con la merma de productividad, justo el polo opuesto de lo que propugna el teletrabajo. En este caso, esta situación se ha originado porque los procedimientos en las pymes para medir la productividad de las plantillas se basan en las horas trabajadas presencialmente mediante el control de las entradas y salidas de los centros de trabajo.

«Esta es una de las asignaturas pendientes de nuestro país», advierte José Luis Pancorbo. En este sentido, el también presidente de las tecnológicas riojanas (Aertic) reconoce que «no es una tarea fácil, pero ya está implementada en diversos países».

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