Azu Tejada, con su camiseta 'Atabey' y un banderín del programa, ya en Logroño. En el detalle, varios de los picotazos que sufrió. Irene Jadraque/Sadé Visual

Azu Tejada | Concursante riojana de 'El Conquistador'

«No había más de un centímetro de mi cuerpo sin picotazos»

La riojana asegura que volvería a participar en el programa, pese a su dureza: «Ha sido la experiencia de mi vida, sin duda»

Iñaki García

Logroño

Jueves, 26 de octubre 2023

«Era seguidora del programa, lo veía en casa y me visualizaba, desde mi sofá, en cada prueba, así que hice el casting y me cogieron». Así explica Azu Tejada cómo decidió apuntarse a 'El Conquistador', una aventura que ha acabado convirtiéndose en «lo más ... duro» que le ha tocado experimentar. «Es la experiencia de mi vida, sin duda; no sé si habrá algo que la iguale», opina. «Todo lo que vives allí es muy fuerte», remata.

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La riojana, administrativo en el Ayuntamiento de Nájera, pasó de ver el programa en casa a tirarse al mar desde un trampolín, arrancar a mordiscos la carne de un cerdo y convivir en un campamento rodeada de fango y en el que cada paso se convertía en una cuestión de fe para no acabar hundida hasta la cintura. Diecisiete días de supervivencia, de pruebas y de convivencia, pero sobre todo de jejenes, unos insectos de pequeño tamaño que abundan en las localizaciones del programa. «Pensaba que iba a asimilar peor el hambre, pero todo pasó a un segundo plano cuando descubrí que la verdadera tortura eran los jejenes», afirma. «Se meten por todos los lados, te pican y por la noche emiten un zumbido que te taladra y no te deja descansar», destaca.

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Su piel ya se ha recuperado, pero Tejada asegura que no tenía «más de un centímetro de su cuerpo» sin picotazos. Eso ha sido lo más duro de un programa que está emitiendo ahora Televisión Española, pero cuyas grabaciones en Los Haitises (República Dominicana) se efectuaron hace meses. «En unas tres semanas se me quitaron las marcas, pero algunas compañeras las mantienen aún», cuenta la riojana, para la que los tiempos muertos entre prueba y prueba también resultaron duros. «Había momentos en los que esperabas que vinieran a recogerte para un juego y no era así; veías las horas pasar, querías hacer algo, porque has ido para eso, y no podías», sentencia.

Su aventura arrancó con el equipo Atabey, formado únicamente con chicas, y con un triunfo en el primer juego de inmunidad. «En dos pruebas perdimos a tres personas, dos de ellas por lesión, y eso nos debilitó mucho porque íbamos a las pruebas y teníamos que competir con casi la mitad de la gente», se lamenta. «Y nos veníamos un poco abajo», apostilla.

Así, llegó un momento en el que vieron la extinción del equipo como casi la única solución para continuar la aventura en otro grupo. «No me gusta esa versión derrotista, pero hay que verse ahí», dice Tejada. «Es normal que en una situación límite no tomes la decisión correcta; le das demasiadas vueltas a la cabeza», añade.

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Tras el adiós de las Atabey, la riojana acabó en los Yocahu, quienes a la primera oportunidad la nominaron para irse. «Si en vez de a los rojos hubiese ido a los azules, aún seguiría allí y estoy convencida de que habría llegado a la unificación», opina. No en vano, alcanzar esa fase del programa era su meta. «Me hubiera hecho una ilusión bárbara», destaca.

Su despedida llegó en un juego en el que se quedó «sin 'punch'» y en el que un mito del programa como David Seco también estuvo cerca de decir adiós. «Pero el presentador le dijo un 'venga, por tus chicas' y se vino arriba; a mí me faltó algo así», considera la riojana, cuyo perfil era el de intentar llegar lo más lejos posible a través de superarse en las pruebas. Pero hay otros perfiles, que buscan hacerse un hueco en la televisión: «Está bien, no van a meter solo a personas fuertes porque sería muy aburrido. En cada grupo hay alguien para desestabilizar».

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Tejada fue a 'El Conquistador' con el reto de romper estereotipos. «Quería dejar claro que soy una guerrera por mucho que vaya vestida elegante», recalca. Un objetivo que la riojana ha cumplido en una aventura tras la que cuesta volver a la vida real. «Me costó un poco porque me sentía un poco ausente y todo me parecía extraño, hasta los ruidos de la ciudad; además, el maltrato que allí le das al cuerpo es impresionante», remarca. Ahora, asegura, ha aprendido a valorar más las cosas. De hecho, al volver su pareja le dijo que la ducha no funcionaba bien y su respuesta fue clara: «Ojalá ese sea el mayor de los problemas. ¡Vengo de la guerra!». Una guerra a la que regresaría: «Por supuesto que volvería. Más preparada, pero volvería».

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