Juan Marín

Los 'payasos justicieros' se culpan unos a otros de los incendios del 2018

La sala de vistas de la Audiencia Provincial acoge la primera sesión del juicio, que se prevé que se alargue durante 15 días, desde las 10 horas de este lunes

Luis J. Ruiz

Logroño

Lunes, 9 de noviembre 2020

La sala de vistas de la Audiencia Provincial de La Rioja celebra, desde las 10 horas, la primera sesión del juicio contra los cuatro jóvenes (que se hacían llamar en redes sociales 'los payasos justicieros') acusados de provocar numerosos incendios de vehículos en Logroño en ... el verano del 2018. Entre ellos, los de tres garajes comunitarios que pusieron en serio riesgo la vida de los vecinos que vivían sobre los mismos.

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Los cuatro procesados, dos hombres y dos mujeres, todos menores de 25 años, se sentarán durante los próximos 15 días (tiempo estimado de duración del juicio) en el banquillo de los acusados y se enfrentan a 14 delitos por los que el Ministerio Fiscal solicita penas de hasta 75 años y medio de prisión, en donde han permanecido desde su detención hasta hace unos meses.

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La sala de vistas se ha quedado pequeña para celebrar un juicio con infinidad de perjudicados y que cuenta con 16 acusaciones particulares. A ello se ha sumado la instalación de mamparas para separar a los diferentes letrados y magistrados. La presidenta del tribunal ha puesto de manifiesto la incomodidad de la sala y ha presentado sus disculpas ante la imposibilidad de haber buscado un espacio más amplio para la vista.

Las defensas de los cuatro acusados consideran que todos ellos están acusados injustamente y que no deben responder de delito alguno. En el caso de T.G.J., su letrada, tras negar su participación en hecho alguno, ha sostenido que «en caso de haber participado o haber tenido conocimiento de algún hecho ha sido por el miedo que tenía a su expareja», con quien tiene abierto un procedimiento por presuntos malos tratos.

Además, a instancias del letrado de I.A.M., todos los abogados defensores solicitaron la nulidad de todas las actuaciones al entender, por un lado, que la intervención de las comunicaciones de los acusados no debía haberse producidos y, por otro, que en el momento de su detención y declaración en comisaría todos fueron asistidos por el mismo letrado lo que «contamina» toda la prueba posterior. La fiscalía se opuso a esa solicitud que será resuelta por el tribunal en su sentencia.

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El principal acusado, en el que se centró la investigación policial, D.L.C. ha negado todos los hechos. Lo ha hecho después de intentar restar valor a su declaración en sede policial, asegurando que todo lo que dijo fue para defender a su entonces pareja, T.G.J. Lo ha hecho a preguntas de su abogado defensor ya que se ha negado a responder las cuestiones del resto de letrados. Y en ese interrogatorio, más allá de reconocer esa relación sentimental, ha dicho conocer a los otros dos acusados y sólo ha reconocido que se coló en el garaje de avenida Colón (el primero que presuntamente incendiaron) para intentar robar un coche. Tras no conseguirlo, aseguró que él y su novia de marcharon: «Después salió Iván corriendo y más tarde vimos qué había pasado». Del resto de incendios aseguró no tener «ni idea».

Menos memoria aún ha demostrado tener I.A.M, el segundo de los acusados. Con idéntica estrategia ha asegurado que lo que declaró ante la Policía Nacional al ser detenido fue «bajo coacción, por salvar el pellejo. Estaba nervioso». Eso fue lo más concreto que dijo en una declaración en la que sólo respondió a su abogado para asegurar que de vez en cuando coincidían pero que en ningún caso tuvo nada que ver con los incendios, ni estuvo en los garajes afectados por el fuego.

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La de T.G.J. ha sido la declaración más intensa y extensa de todas. Ella sí, ella ha reconocido estar presente en el grueso de los delitos que se le imputan salvo en los fuegos de los garajes de la Plaza de Otoño y el de Doce Ligero. Pero al mismo tiempo, ha negado totalmente su participación sosteniendo a preguntas de su letrado que actuaba prácticamente de taxista con quien fuera su novio, D.L.C., al que ha llegado a describir como una persona violenta y controladora que había entrado en una espiral de delincuencia cada vez más violenta. «Tenía una pistola y estaba buscando balas», ha declarado antes de asegurar a su abogado que le confesó que «estaba pensando en matar a Iker. No solo matarle, quería torturarle, matarle y descuartizarle».

A lo largo de su declaración ha insistido en que su expareja era muy celoso, que no le dejaba hablar con otros hombres y que incluso le quitaba el teléfono móvil desde el que enviaba mensajes y mantenía conversaciones haciéndose pasar por ella. Según ha descrito, ella conducía, aparcaba el coche en las proximidades del lugar en donde D.L.C. quería quemar algún coche y ella se quedaba en su vehículo.

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Eso fue lo que pasó en el garaje de Avenida de Colón, según su versión. «Aparcamos en Pio XII, me dijo que quería llevarse el coche de un cliente, que tenía las llaves. Se bajó y se fue. Tardó un rato y volvió a coger un pequeño bote con disolvente o algo así. Al regresar me dijo que lo había quemado porque no se lo podía llevar. No me dio más detalles».

«Daniel me obligaba a estar con él 24 horas al día, no me dejaba tener amigos ni amigas. Si no lo hacía, me pegaba, me escupía, me hacía de todo. Le tenía miedo ya que amenazaba con matarme a mi, a mi padre... Incluso llegó a cortar los frenos de mi coche», ha declarado asegurando que incluso estando en prisión se ha sentido intimidada por él.

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La última en declarar, N.M.M. ha venido a replicar lo hecho por su compañera en el banquillo de los acusados: declaración policial bajo coacciones y negación constante de haber participado de manera directa en alguno de los incendios que se le imputan.

«Nos colamos en el garaje de la Plaza de Otoño, pero no sabía qué iba a hacer», ha reconocido. «Cuando sacó una garrafa de gasolina para quemar los coches me marché no quise saber nada. Me fui a casa», ha argumentado en el cierre de la primera sesión.

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