El abandono escolar temprano cae al 9,7% en La Rioja, su mejor registro histórico

Esos datos del Instituto Nacional de Estadística refuerzan un camino que, con ciertos altibajos (vinculados en ocasiones a la situación socioeconómica de la región), se ha visto acentuado en las dos últimas décadas. Hace ya veinte años, en 2004, el 36,3% de los riojanos dejaba los estudios sin obtener el título de Secundaria y sin realizar otra formación específica. En 2014, la tasa había caído al 21,1% y en 2023 por fin se llegaba a ese 9,7%, cuatro puntos por debajo de la media nacional.

Eso sí, en la comparación con los vecinos más cercanos, como Navarra y País Vasco, todavía queda camino por recorrer, ya que en ambas regiones el índice de abandono temprano se sitúa en el 6,5 y el 6,7%. Por contra, en Murcia todavía se mantiene en el 19,2% y en Andalucía, en el 16,9%.

Para explicar ese progresivo descenso habría que tener en cuenta los cambios educativos, que cada vez han buscado más poner el foco en las competencias en lugar de en los conocimientos, y que han ido multiplicando los itinerarios educativos para ofrecer diferentes currículos al alumnado. De la misma forma, también es importante el impulso a la atención a la diversidad, con apoyos, refuerzos y programas específicos para distintos estudiantes. Una educación que busca más adaptarse a las características de cada uno en vez de poner un listón de conocimientos similar para todos.

Pero también hay que tener en cuenta otros factores. Por ejemplo, los jóvenes de familias desfavorecidas tienen muchas más posibilidades de verse abocados al abandono temprano, al igual que las personas migrantes. Incluso todavía son patentes las diferencias de género. En España (y por extensión en La Rioja), los jóvenes son más propensos que las estudiantes a cerrar su bagaje educativo sin un título.