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Mikel Ayestaran
Corresponsal. Estambul
Sábado, 27 de mayo 2023, 20:23
Los turcos vuelven este domingo a las urnas dos semanas después para la segunda y definitiva vuelta de las elecciones presidenciales. Recep Tayyip Erdogan, que obtuvo un 49,52% de los votos, y Kemal Kilicdaroglu (el 44,8% de los sufragios) se ven de nuevo ... las caras en una jornada en la que ambos candidatos aspiran a obtener el apoyo de una mayoría que les permita gobernar el país durante los próximos cinco años. Los dos cerraron sus actos electorales llamando a la población a acudir a las urnas de forma masiva para que la participación supere el 86,98% logrado en la primera vuelta. Después de 21 años en el poder, Erdogan reza a Alá para que los ciudadanos «nos sigan confiando Turquía». Kilicdaroglu, por su parte, pide a los votantes que le apoyen para que el país «respire democracia» y deje atrás el «autoritarismo».
La grave situación de la economía turca, con un 44% de inflación, y la gestión del terremoto sufrido por el país -y por Siria- el pasado 6 de febrero han quedado eclipsadas en esta mini campaña de dos semanas por temas como el 'terrorismo' kurdo y la vuelta a casa de los refugiados sirios. El motivo de este cambio es que ambos candidatos se han dedicado a cortejar al votante ultranacionalista. Entre estas dos vueltas se ha disuelto la Alianza ATA, formada por cuatro partidos ultranacionalistas que en primera ronda tuvo como candidato a Sinan Ogan, que quedó en tercera posición con un 5,17% de los votos.
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Olatz Hernández
Ogan pide ahora el apoyo para Erdogan porque piensa que «lo mejor es apostar por la continuidad y la estabilidad», debido a que la alianza del presidente cuenta también con la mayoría en el Parlamento otomano gracias a sus 323 asientos. El Partido de la Victoria, la formación más importante de esa coalición de fuerzas ultra, apuesta por Kilicdaroglu, con lo que es una incógnita saber quién logrará llevarse más votos de este sector del electorado.
La oposición ha ido poco a poco recuperándose del impacto de la derrota el 14 de mayo, una fecha en la que las encuestas le otorgaban la mayoría. Pese a quedarse a sólo medio punto de obtener la victoria en primera vuelta, «Erdogan y su Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP) cosecharon el peor resultado desde que llegaron al poder en 2002. La oposición se ha unido por primera vez para presentar una alternativa organizada y proponer un cambio. Es un aviso serio a Erdogan», opina Elcin Poyrazlar, columnista del diario 'Cumhuriyet', en un ensayo publicado por el centro de estudios estratégicos The Washington Institute for Near East Policy.
Kilicdaroglu ha sufrido una especie de proceso a lo doctor Jekyll y Mister Hyde y ha pasado de un tono tranquilo y conciliador a endurecer el discurso y adoptar las tesis del ultranacionalismo haciendo de la expulsión de los refugiados sirios su gran lema. Las calles se han llenado de carteles con el eslogan 'Los sirios se irán'.
En el cuartel general del Partido Republicano del Pueblo (CHP), en el barrio de Kadikoy, la doctora Ayfer Yazkan explica que «no es un mensaje racista porque aquí no hay una raza superior a otra. Este lema es un llamamiento a expulsar del país a todos los iraquíes, sirios, afganos y africanos que han entrado de manera ilegal, queremos que se cumpla la ley».
En Turquía hay 3,6 millones de refugiados sirios registrados, pero Yazkan calcula que «la cifra de ilegales puede llegar a los 10 o 13 millones, y lo más grave es que Erdogan los utiliza como medida de presión a la Unión Europea: o le apoyan y le pagan o los envía a las fronteras de la UE».
Kilicdaroglu nunca ha podido ganar a Erdogan y esta vez, según los sondeos, tampoco lo hará. Su esperanza pasa por movilizar a los 8 millones de turcos que no votaron hace dos semanas y confiar en que el pacto con el xenófobo Partido de la Victoria le ayude a superar a su rival.
Erdogan cerró campaña con dos actos en barrios de Estambul, una ciudad de la que fue alcalde en 1994, pero donde la opción más votada en la primera vuelta de las presidenciales fue la de su rival. En los puestos levantados en las calles por el AKP se respiraba la euforia previa a una victoria, nada que ver con la tensión e incertidumbre reinantes hace dos semanas.
«Veinte años no son nada, Tayyip es el hombre fuerte, la persona que ha hecho de Turquía un país grande, quien ha consolidado la industria militar y levantado las mejores infraestructuras de la historia de la república», afirma Mustafa Sururi, ingeniero jubilado que trata de convencer a indecisos de que la única opción seria de futuro es apostar por el presidente.
Este año se cumple el centenario de que Mustafa Kemal Ataturk fundara la República de Turquía y ahora es Erdogan, quien ya ha superado al padre de la patria como dirigente con más tiempo al frente del país, quien promete a los suyos un «nuevo siglo turco».
El país está partido en dos y en lugar de elecciones, esta segunda vuelta se presenta como un referéndum entre sus partidarios y sus detractores. Los primeros piensan que Erdogan traerá más desarrollo y hará de Turquía un país más fuerte. Los segundos ven cómo el presidente se aleja de los principios seculares de Ataturk y les lleva a un futuro más islamista.
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