Dicen que la primera víctima de una guerra es la verdad. Con ella perecen también los periodistas que intentan contarla, civiles inocentes como los más de 9.000 que ya han perdido la vida en ambos bandos en esta nueva guerra entre Israel y Gaza. ... A tono con la brutalidad de la contienda, que estalló con el salvaje ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre y se ha recrudecido este fin de semana con los bombardeos e incursiones terrestres israelíes, ya han muerto al menos veintinueve reporteros en estas tres semanas de combates.
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Aunque podrían ser más, ésos son los que tiene identificados el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, en sus siglas en inglés), que ha contabilizado también ocho reporteros heridos y nueve desaparecidos o detenidos. Como no podía ser de otra manera por la intensidad de los bombardeos sobre Gaza, la mayoría de los muertos son palestinos, veinticuatro, mientras que cuatro son israelíes y uno es libanés.
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Entre los primeros destacan siete reporteros que trabajaban para Al-Aqsa, la televisión y radio vinculada a Hamás y bautizada en honor de la famosa mezquita de Jerusalén. Al igual que casi todas las víctimas palestinas, murieron bajo las bombas israelíes, en muchas ocasiones cuando estaban en casa con sus familias. Es el caso del 'freelance' Assadd Shamlakh, quien pereció en su domicilio al sur de Gaza junto a diez parientes. A algunas víctimas como Salam Mema, quien dirigía el Comité de Mujeres Periodistas en la Asamblea de Medios Palestina, tardaron tres días en encontrarla bajo los escombros en el campo de refugiados de Jabalia.
Otros cuatro informadores fallecieron cuando la aviación israelí bombardeó el distrito de Rimal al oeste de Gaza, que acoge varias redacciones de medios de comunicación. Son Al-Taweel, redactor jefe del portal de noticias Al-Khamsa, y Mohammed Sobh e Hisham Alnwajha, fotógrafo y redactor de la agencia de noticias Khabar.
Otros cayeron en el frente, como el reportero Mohammad Jarghoun, de Smart Media, abatido a tiros al este de Rafah, donde se ubica el paso fronterizo con Egipto por donde entra la ayuda humanitaria a Gaza. También murieron por heridas de bala los fotógrafos Mohammad al-Salhi, a quien dispararon cerca de un campo de refugiados, e Ibrahim Mohammad Lafi, fallecido en el paso fronterizo de Erez entre Gaza e Israel.
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En todos estos casos se sospecha de disparos del Ejército hebreo, a quien el CPJ acusa de estar tras la muerte de veinte periodistas desde 2001. Antes de que estallara la guerra, una de sus últimas víctimas, la reportera Shireen Abú Akleh, de Al-Jazeera, generó una enorme polémica este año porque llevaba su casco y chaleco cuando fue abatida.
Dramático es también el caso de medios como Ain, cuyo confundador, Roshdi Sarraj, ha muerto en un bombardeo cinco años después de que su socio, Yaser Murtaja, fuera abatido por tropas israelíes en la frontera con Gaza. De igual modo, se cree que un misil procedente de Israel segó la vida del cámara Issam Abdallah en Líbano durante un enfrentamiento con Hezbolá.
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También hay víctimas hebreas, todas ellas asesinadas en el ataque de Hamás del 7 de octubre. El cadáver de una de ellas que estaba trabajando ese día, el fotógrafo Roee Idan, del periódico 'Ynet', no fue encontrado hasta el 20 de octubre. Otro reportero gráfico que también se encontraba operativo, Yaniv Zohar, del diario 'Israel Hayom', pereció junto a su esposa y dos hijas cuando su kibutz fue asaltado por los terroristas de Hamás. Su brutal ataque también se cobró la vida de Ayelet Arnin, redactor de 22 años de la radiotelevisión hebrea, y de Shai Regev, que trabajaba para el diario en 'Ma'ariv' y quien estuvo desaparecido seis días hasta que su cuerpo fue identificado. Entre los más de doscientos raptados por Hamás figura un veterano periodista, Oded Lifschitz, cuya esposa fue una de las dos ancianas liberadas el martes.
Y, cuando los reporteros no pagan su trabajo con su vida, pierden a su familia, como le ha ocurrido al jefe de Al-Jazeera en Gaza, Wael Dahdouh, y a Mohammad Farra. Sus rostros desencajados enterándose del fallecimiento de sus seres queridos bajo las bombas han dado la vuelta al mundo. Lo peor puede estar todavía por venir con la invasión de Gaza, pues el Ejército israelí ya ha advertido de que «no puede garantizar la seguridad» de los periodistas.
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