Días antes de que los líderes del mundo converjan en la sede de Naciones Unidas para la Cumbre del Futuro, que abrirá la Asamblea General de la ONU, el futuro le ha explotado en la cara a miles de personas del Líbano. Visiblemente preocupado, el ... secretario general de la ONU, António Guterres, alertó este miércoles sobre la necesidad de «controlar» el uso de aparatos electrónicos civiles e impedir que se utilicen como armas de guerra.
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«Es una regla que todos los gobiernos deberían ser capaces de implementar», pidió. Guterres no mencionó a Israel, con cuyo primer ministro, Benjamín Netanyahu, no sostiene buenas relaciones después de que este pidiera su dimisión por las críticas al bombardeo de Gaza y suspendiera sus encuentros con él. El secretario general ve una siniestra lógica detrás del atentado, que interpreta como el preámbulo de una escalada en la región, dijo en una rueda de prensa en la que los periodistas bromeaban inquietos sobre la posibilidad de que los aparatos de traducción simultánea explotaran al colgárselos en la oreja. «Tenemos un departamento de seguridad en el que hacemos una revisión completa de dispositivos de diferentes tipos», les tranquilizó, «especialmente de los dispositivos de telecomunicaciones que distribuimos a nuestro personal en todas partes del mundo».
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Lo ocurrido le parece «particularmente serio», no solo por el número de víctimas y el inquietante precedente de convertir en armas objetos civiles de comunicación, sino porque «la lógica de hacer explotar todos estos dispositivos es hacerlo como un ataque preventivo antes de una operación militar importante». A su juicio, eso confirma que Israel prepara una ofensiva mayor en Líbano. «Tan importante como el hecho en sí, es la indicación de que este suceso confirma que existe un riesgo serio de una escalada dramática en Líbano, y se debe hacer todo lo posible para evitarla», pidió.
En este sentido, hizo un llamamiento directo a las naciones para que implementen un control efectivo sobre la tecnología civil. «Me preocupa mucho más el impacto dramático en la vida de civiles, mujeres, niños y ancianos, que el de una Tercera Guerra Mundial», reflexionó, en un marco de condena a la impunidad internacional «de cualquier país, entidad militar, milicia o lo que sea, que sienta que puede hacer lo que quiera y no le pasará nada». El máximo jefe de la ONU admitió que la figura del secretario general que ocupa desde 2017 «no tiene poder, ni dinero», por lo que utiliza cuanto puede las dos principales herramientas a su alcance: su voz –«algunos dirán que demasiado»- y su capacidad para convocar a personas de buena voluntad para abordar y resolver los problemas, que en la próxima cumbre anticiparán los de la Inteligencia Artificial. «Nadie podrá callar mi voz», prometió.
Tampoco la de la Asamblea General, el órgano más democrático de la ONU, que, como la figura del secretario general, carece de dientes para hacer cumplir sus resoluciones pero conlleva un enorme peso moral. Este miércoles, pese a las intensas presiones de EE UU, la Asamblea General votó por 124-14 a favor de despojar a Israel de su derecho a la autodefensa en Gaza, Cisjordania y Jerusalén del Este, e instó a los países miembros a no venderle armas que pueda usar en esos territorios donde su presencia es «ilegal» y de los que se debe retirar «inmediatamente».
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