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Turquía se dirige a una segunda vuelta para conocer el nombre de su presidente tras unas elecciones con una participación del 88%. Ni los 56.000 muertos del terremoto, ni la grave crisis económica, ni la unión de toda la oposición en su contra, incluidos ... los kurdos, pudieron con un Recep Tayyip Erdogan que el 28 de mayo parece que tendrá que volver a enfrentarse en las urnas a Kemal Kilicdaroglu, político socialdemócrata y aspirante a liderar el cambio. La noche fue larga en una Turquía pegada a los televisores para seguir minuto a minuto el recuento de votos de unas elecciones marcadas por la fuerte participación, la calma en las calles y la división total entre los partidarios y detractores del líder islamista.
El recuento estuvo marcado por la polémica desde el primer momento, ya que tanto la forma de ir ofreciendo los datos, como la impugnación de urnas en bastiones de la oposición por parte de los islamistas generaron un clima de enorme incertidumbre en un país al borde del infarto. Superado el 96% del recuento, Erdogan figuraba en cabeza con un 49,42% de apoyo, seguido de Kilicdaroglu, con un 44,88%, según los datos de la agencia oficial Anadolu. Cifras insuficientes para clamar victoria y que abrían las puertas a un duelo en segunda vuelta.
La entrada en escena del ultraderechista Sinan Ogan, que logró más de 2,7 millones de votos, fue clave para no poder conocer el nombre del nuevo presidente en primera ronda. Ongan, exaliado de Erdogan, declinó anunciar a quién dará los votos de su partido dentro de dos semanas. Los datos preliminares arrojaban también la victoria de la alianza que lidera el Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan en las elecciones parlamentarias que se desarrollaron a la vez que las presidenciales, y en las que se habría hecho con 324 de los 600 escaños.
Desde primera hora de la mañana los turcos acudieron a las urnas y colapsaron algunos centros de votación. Los dos principales candidatos votaron a media mañana rodeados de una enorme expectación. Erdogan lo hizo en Estambul y Kilicdaroglu depositó su papeleta en una escuela de Primaria en Ankara.
Pese a la fuerte polarización en este país y a la intensidad de una campaña electoral, con mítines multitudinarios hasta el último segundo, la jornada se desarrolló con absoluta calma, sin incidentes y a las cinco de la tarde, al cierre de las urnas, las calles se vaciaron para seguir el recuento. El silencio solo se rompió por la denuncia de manipulación del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, contra la agencia Anadolu, una de las encargadas de dar el escrutinio. Imamoglu acusó al organismo estatal de ofrecer el recuento de manera selectiva para mostrar un arranque fuerte de Erdogan y Kilicdaroglu recurrió a Twitter para decir a los suyos que con el 45% escrutado «vamos por delante», aunque Anadolu no lo reflejaba.
Los perfiles
En zonas como el distrito de Moda, en el barrio asiático de Kadikoy, la espera para votar por la mañana era de más de una hora. «Estoy preocupada por lo que pueda pasar. No sabemos si el proceso será limpio, si Erdogan será capaz de asimilar una derrota si se produce. No sabemos nada», reflexionaba en voz alta Ozlem, ingeniera de 42 años para quien «urge un cambio. Necesitamos aire fresco». La gente esperaba su turno sin quitar el ojo de los móviles, atentos a todas las novedades relacionadas con la jornada de voto en las diferentes partes del país.
Kadikoy es un tradicional bastión de la oposición y allí vive y vota Yigit Ilke, director de cine, para quien estas elecciones son «como una película de Star Trek, una batalla de la Federación contra los Borgs. Realmente esto es una guerra, un combate abierto entre partidarios y detractores de Erdogan». Se mostraba nervioso porque «estamos ante una oportunidad clave. Si no conseguimos moverle de la silla ahora, puede que no lo hagamos ya nunca».
No hay que alejarse mucho de Kadikoy para darse de bruces con esa Turquía de Erdogan en barrios como Uskudar, zona conservadora en la que depositó su papeleta el presidente a media mañana antes de poner rumbo a Ankara. Son apenas diez minutos en taxi, una distancia insignificante en una megaurbe de 16 millones de habitantes, que separan a los dos mundos que libran el pulso en las urnas por el modelo de país.
«Ha hecho tanto por Turquía que se merece seguir al menos otros cinco años, no hay una alternativa posible. Es la voluntad de Alá», responde con seguridad Memet, jubilado de 65 años. Los seguidores del presidente repiten de memoria éxitos en materia militar, de transporte o construcción logrados en los últimos años. «Es verdad que hizo de Turquía un país más rico y libre… Pero en sus primeros diez años, cuando tenía gente competente a su alrededor. Después, les cambió por hombres que le decían a todo que sí y se volvió más autoritario e irracional», escribió el periodista y escritor Mustafa Akyol en su perfil de Twitter. Unas palabras compartidas por esa mitad de Turquía que votó a favor de acabar con Erdogan.
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