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El cuerpo de un miliciano de Hamás tirado a las puertas de Be'eri. El olor a cuerpo en descomposición es intenso en el acceso a este kibutz situado a solo dos kilómetros de la verja de separación. Ese cuerpo es el anticipo de lo ... que esconde esta pequeña comunidad agrícola del Negev que el Ejército logró liberar del todo hace apenas unas horas.
Ahora hay soldados por todas las esquinas, pero el sábado a las seis y media de la mañana, cuando Hamás lanzó su operación por sorpresa, sus 1.000 vecinos estaban solos. Tanques y más tanques descansan en los campos que separan Be'eri de la verja y sus disparos te dejan sordo. Los uniformados ya están acostumbrados. Perfectamente pertrechados esperan órdenes para partir a los diferentes puntos de vigilancia abiertos a lo largo de la frontera que Hamás logró superar en una veintena de sitios. La operación terrestre parece inminente y ellos estarán entre los primeros que pongan un pie en terreno enemigo.
El lunes el Ejército abrió a la prensa Kfar Azza, donde encontraron decenas de cuerpos de vecinos ejecutados. Be'eri fue el siguiente lugar que Israel quiso mostrar al mundo. «Los terroristas destrozaron esta comunidad y cometieron la mayor masacre de las que hemos visto en las once comunidades agrícolas del Negev», explica el general Doron Spielman, quien insiste en que habían recuperado «de momento cien cuerpos. Madres y padres vieron morir a sus hijos ante sus ojos y viceversa. Fue muy cruel».
Hay que caminar apenas un minuto para encontrar las primeras casas reventadas. Los militares aseguran que en algunas de ellas «los terroristas encerraron a las familias y luego lanzaron granadas». El general Spielman informa que «hay varias personas en este momento que están con las pruebas de ADN y tratando de identificar los cuerpos, porque en muchos casos fueron completamente despedazados y quemados».
Lo que eran pequeñas villas de campo con una parcela de jardín, ahora son puro escombro. El olor de los cuerpos de milicianos reventados a balazos impregna la zona, un hedor espeso que puede con todo. «La batalla para recuperar el lugar fue laboriosa porque había decenas de enemigos escondidos en las casas. Aquí se desplazaron en motos, en coches. Estamos a las puertas de Gaza y llegaron en masa», afirma Spielman. El Ejército acababa con un grupo y de otra casa salía otro y otro. Fue una lucha interminable.
«Que nadie se acerque a los cuerpos ni a los vehículos porque puede haber trampas», advierten los militares en medio de decenas de bolsas de plástico blancas en las que van guardando los cadáveres. Se mire a donde se mire, el lugar es fantasmagórico. «Hamás se ha convertido en nuestro Estado Islámico (Isis) particular. Esto no es combatir. Esto es una matanza, un progrom. Matar por matar. No hay explicación táctica posible desde un punto de vista militar», afirma un portavoz.
El silencio mortal en Be'eri lo rompen las explosiones de fondo. Este lugar es ruina y la Franja, también. En anteriores operaciones Israel bombardeaba edificio a edificio. Esta vez los aviones y la artillería arrasan barrios enteros. Es la venganza ordenada por Benjamín Netanyahu después de masacres como la de este asentamiento. Los combates han acabado a este lado de la frontera, pero queda un duro trabajo por delante porque se siguen recuperando cuerpos entre los escombros, personas que las familias habían dado por desaparecidas.
Los militares fortifican estas localidades y los servicios de emergencia (Zaka) trabajan sin descanso en la recuperación de cuerpos. «Yo mismo he recogido cadáveres de niños de un mes, dos meses, de niños quemados, de niños que cuando yo les he tomado de las manos aún estaban ardiendo», lamenta uno de los miembros de Zaka, que no puede contener la emoción. «Hubo gente torturada, violada, quemada viva», dice con voz rota.
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Los supervivientes de la zona fueron evacuados. Ahora las comunidades judías que rodean Gaza son zona militar y hay que ir con mucho cuidado porque los militares temen que infiltrados de Hamás intenten colarse en coches particulares.
La primera parada de la operación de los islamistas es ahora un cementerio bajo un cielo iluminado por las intercepciones del escudo antimisiles. Hamás lanza cohetes e Israel los detiene. Ésa era la dinámica de las ofensivas anteriores, cuando en lugares como Be'eri se sentían seguros tras la verja de separación. Pero esa sensación de seguridad es parte de un pasado lejano. Ahora la única sensación en estos lugares es la de la venganza.
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