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El destino de centenares de personas es una incógnita en Israel y en Gaza. El horror de esta guerra que en apenas cinco días ha causado más de 2.000 muertos y cerca de 9.000 heridos a uno y otro lado de la Franja ... se mide también en su número de desaparecidos, en la cantidad de ciudadanos que se desconoce si se cuentan entre los fallecidos o entre los supervivientes. Maya Villalobo Sinvany era una de ellas. Hasta este miércoles, cuando se supo que la joven hispano-israelí de 19 años que realizaba el servicio militar en la base de Nahal Oz asaltada por Hamás perdió la vida a manos de los terroristas. Su muerte no sólo ha sembrado de «dolor» su entorno, sino que ha traído aún más incertidumbre a la familia del vasco Iván Illarramendi, el otro español que permanece en paradero desconocido desde la inesperada ofensiva que los islamistas perpetraron el sábado contra el Estado hebreo.
El Ministerio de Asuntos Exteriores confirmó este miércoles el fallecimiento de Maya, a quien su familia despedía desde Sevilla como «una niña alegre y llena de amor, una adolescente deseosa de conocer el mundo». No ha trascendido si falleció durante el ataque de Hamás contra la instalación militar, muy cerca de la Franja, o si estaba entre las seis mujeres, como mínimo, que los terroristas secuestraron en la base y acabó después ejecutada. Fue asesinada «vilmente», se limitó a calificar la titular en funciones de Justicia, Margarita Robles, tras conocerse el fatal desenlace. El último contacto desde España con la joven se tuvo sobre las 9.30 horas del sábado y, desde entonces, silencio.
Desde las 12.30 de ese mismo día, con centenares de cohetes y decenas de milicianos palestinos infiltrados sobre suelo israelí, el suegro de Iván Illarramendi, de 46 años y natural de la localidad guipuzcoana de Zarautz, no sabe nada de él ni de su hija, Loren Garcovich, chilena con raíces hebreas. Ella lanzó un último WhatsApp a su padre donde pedía «auxilio» porque alguien estaba entrando en su casa. La pareja, que se conoció hace década y media, residía en el kibutz Kissufim, en la región de Negev, a un par de kilómetros de Gaza, otro de los puntos arrasados por los miembros de la brigada Ezzedin al-Qassam de Hamás, aunque en su vivienda no había rastro de disparos, ni de sangre, ni de cenizas. Tampoco había nadie dentro, lo que lleva al padre de Loren, Danny, a pensar que se hallan entre los rehenes de los islamistas. «Lo que me da bastante esperanza es que están como secuestrados y no como personas que han muerto en esos ataques», reconoce. El Ministerio de Asuntos Exteriores ha dado a los dos por desaparecidos y la Audiencia Nacional ha abierto investigación por su caso y por el de Maya.
Los terroristas se cebaron con los kibutz que encontraron a su paso, donde asesinaron a decenas de vecinos -en una de estas cooperativas agrícolas, en Kfar Aza, aparecieron los cadáveres de cuarenta bebés- y prendieron fuego a las viviendas donde otros, encerrados en su interior, intentaron salvar sus vidas. También tomaron a muchos como rehenes, igual que hicieron durante el asalto al festival por la paz 'Supernova' de Re'im, en el sur de Israel, donde además dejaron 250 cuerpos entre los jóvenes que disfrutaban de la música al aire libre. No existe una cifra oficial -se llegó a hablar de unos 150- pero las autoridades calculan que hay decenas de ciudadanos secuestrados por Hamás, que podría haberles llevado a túneles y a edificios situados en la Franja en una deliberada estrategia para exponerlos de manera directa a la muerte, ya que la zona es objeto de bombardeos por parte de la aviación israelí. El propio grupo islamista amenazó el lunes con ejecutar a las personas que tiene prisioneras, una advertencia que se cree que ha comenzado a cumplir. La cadena CNN asegura haber verificado varios vídeos donde aparecen cuatro civiles muertos que estaban bajo custodia del grupo radical cerca de la frontera con Gaza.
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La toma de rehenes (entre ellos, menores, mujeres, personas de edad avanzada...) es una cuestión que preocupa enormemente dentro de Israel, pero también a la comunidad internacional. La UE, Estados Unidos, organismos como Naciones Unidas, el Papa y gobiernos a título individual han exigido la liberación de las personas que los terroristas tienen secuestradas, entre quienes se sospecha que hay numerosos extranjeros. De hecho, en la lista de desaparecidos constan casi una veintena de británicos y otros tantos franceses, incluidos varios niños, una quincena de argentinos, seis rusos, tres canadienses, dos mexicanos, un par de tanzanos... En Jerusalén, por ejemplo, la familia Waknin esperaba el martes una señal de que el joven Michael sigue vivo, y lejos de las garras de Hamás, mientras enterraba a su hermano gemelo, Osher, asesinado en el festival de música que se ha convertido en un símbolo de la tragedia de esta guerra.
La Inteligencia de Israel, muy tocada tras la ofensiva de las milicias palestinas que se saltó el sistema de seguridad nacional, no lo tiene fácil para seguir el rastro de los rehenes. Catar afirmó estar en conversaciones con Hamás en busca de la liberación a cambio de que 36 palestinos salgan de las cárceles del Estado hebreo, mientras que EE UU ha ofrecido su «experiencia» en esta delicada tarea al Gobierno de Benjamín Netanyahu para acabar con la pesadilla que sufren los secuestrados y sus familias en medio mundo.
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