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En las instalaciones del exclusivo resort Secret Forest, en Chipre, los huéspedes tratan de encontrar calma, un respiro, desconexión, pero nunca hasta ahora habían recibido a tantas personas que buscaran paz. Paz con mayúsculas. El centro de retiro levantado sobre la ciudad de Pafos, en ... la costa sudoeste de la isla mediterránea, ofrece estancias gratuitas a los supervivientes del sangriento ataque de Hamás en el festival Supernova en la ciudad de Reim, donde cientos de jóvenes se divertían cuando los terroristas sembraron el horror en plena madrugada del 7 de octubre. Yoni Kahana, el propietario del alojamiento, es israelí y al estallar la tragedia se preguntó: «¿Cómo podemos ayudar desde aquí?».
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La idea de invitar a los supervivientes de la 'rave' a una experiencia «tranquila y curativa en la naturaleza» ha tenido tan buena acogida que hoy cuenta incluso con lista de espera de unas 1.400 personas. De hecho, los promotores de la iniciativa han abierto una línea de financiación colectiva para poder sostener las estancias gratuitas. La noche en Secret Forest sale por casi 240 euros en el paquete más barato, pero los huéspedes que llegan traumatizados por lo que vivieron en Supernova, donde la música fue silenciada por los disparos y los gritos de las víctimas, tienen a su alcance todas las opciones que da el resort con los gastos pagados. «Hay actividades desde la mañana hasta la noche para mantenerlos conectados con el cuerpo», explica Zahar Wilson, psicoterapeuta de 58 años, al diario 'The Times of Irsael'.
Los supervivientes reciben terapia individual y de grupo para aliviar el dolor por lo vivido en el festival, uno de los símbolos del comienzo de esta guerra que dejó impactantes imágenes como la captura de la veinteañera alemana Shani Louk por parte de Hamás. Su muerte fue confirmada a finales de octubre. «Todos conocen a mucha gente que murió allí, eran sus amigos. Tuvimos que ayudarlos a lidiar con la culpa», expone el experto sobre quienes arrastran su maleta hasta Secret Forest. «Perdieron amigos pero ellos mismos se salvaron», ahonda Kahana. El centro no acepta los casos de trauma más graves, pero trabaja con diferentes grupos para que los huéspedes puedan obtener tratamiento psicológico gratuito a su vuelta a Israel.
Stefani Susan, de 25 años, es una de las chicas que se divertía en Reim cuando los terroristas arrasaron la zona. «Regresé de esta semana mucho más fuerte. Disfruté mucho de estar con la gente de la fiesta, todas las conversaciones... Cuando llegamos nos sentimos protegidos», reconoce tras pasar por el resort, donde los supervivientes -unos cincuenta en cada viaje- pasan cinco días. En ese tiempo se les dan masajes corporales y acupuntura china, clases de baile, spa, sesiones de yoga o mindfulness, piscinas de ensueño... y tres comidas gourmet al día. «Nos salvaron», asegura la joven Susan sobre esta experiencia a la que muchos llegan con un enorme sentimiento de culpabilidad. Incluso después de haber logrado salvar a otras personas de la muerte en Supernova.
«Hay que normalizar el sentimiento de culpa. Es normal sentirse culpable. Es normal sentir vergüenza, tristeza, agonía o lo que sea. Una vez que lo normalices, podrás seguir adelante», reflexiona Wilson en 'The Times of Israel', convencido de que los supervivientes tienen el «deber» de disfrutar del presente. Pero el oasis que representa el viaje a este lujoso rincón del Mediterráneo choca con la guerra que les espera al volver a casa. Le pasó a un grupo hace unos días cuando nada más aterrizar en Israel -un equipo de terapeutas les acompaña en el viaje- se encontraron con una alerta de bombardeo en el aeropuerto. Acabaron, aterrorizados, encerrados durante veinte minutos en el baño.
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