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La herida abierta por el error de seguridad del 7 de octubre en Israel, que se tradujo en la matanza de 1.200 personas a manos de Hamás, es tan grande que los militares tienen prisa por intentar cerrarla al precio que sea. En la ... sexta semana de guerra en Gaza, el Ejército anunció que el grupo islamista ha perdido el control de la Franja y difundió fotografías de soldados de la Brigada Golani en el Parlamento, el cuartel general de la Policía, el Ministerio de Interior y otros edificios públicos de la Ciudad de Gaza.
Israel no proclama la victoria, pero gracias al uso masivo de su fuerza ha logrado que el avance por tierra haya sido tan rápido que le ha llevado a las puertas del hospital Al-Shifa, donde los servicios de inteligencia estadounidense e israelí sitúan el cuartel general subterráneo de Hamás. Tres divisiones del Ejército operan en la Franja y trabajan en «desmantelar los centros y bases que Hamás ha construido a lo largo de los años (…) Hasta el momento, hemos localizado más de 160 túneles y atacado aproximadamente 2.800 infraestructuras terroristas», en palabras del coronel Itzik Cohen. Este mando también afirmó que han logrado «reducir significativamente los lanzamientos de cohetes hacia Israel desde el norte de la Franja, reduciéndolos en aproximadamente un 80%».
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Desde el fin de semana todas las miradas estás puestas en el hospital de Al-Shifa, centro de referencia de Gaza que Israel ha cercado y atacado directamente en varias ocasiones, según organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF). Tel Aviv ha puesto a los hospitales en su punto de mira porque considera que Hamás los usa como tapadera y en toda la Ciudad de Gaza sólo el de Al-Ahly permanece operativo.
El Al-Shifa no tiene electricidad, agua, oxígeno, ni comida para las miles de personas que quedan en su interior entre enfermos, heridos, personal sanitario y desplazados. El Ministerio de Salud informó de que finalmente se pudieron enterrar en una gran fosa común 180 cuerpos que había a las puertas del complejo y en una morgue, muchos de ellos en avanzado estado de descomposición. Como hizo en el Rantisi, Israel quiere vaciar Al-Shifa antes de la entrada de los soldados, pero la evacuación resulta imposible en medio de los combates.
Ya han muerto al menos cuarenta pacientes, entre ellos tres recién nacidos y hay decenas de bebés en riesgo de muerte porque las incubadoras están desconectadas. El portavoz militar Daniel Hagari anunció su disposición «a trabajar con cualquier parte mediadora confiable para garantizar la transferencia» de este tipo de máquinas, y así poder llevar a los niños a «un hospital seguro». Palabras en las que no confía un personal médico que ha visto cómo Israel ha matado a más de 11.000 personas en esta guerra, la mayoría mujeres y niños, según los datos de un Ministerio de Salud que no puede seguir contabilizando las muertes porque los hospitales no están operativos.
El lunes a media tarde Hagari compareció ante los medios para mostrar lo que encontraron en los sótanos del hospital pediátrico Rantisi. El portavoz militar mostró armas y unas habitaciones donde supuestamente los combatientes palestinos retuvieron a los rehenes. Los responsables de Salud de Gaza negaron las acusaciones y recordaron que «el hospital fue evacuado por la fuerza y a punta de pistola… ¿Por qué no detuvieron a ninguno de los presuntos combatientes de la resistencia o liberaron a los rehenes?», se preguntan.
Mientras la guerra mantiene su intensidad, crece el malestar con Benjamín Netanyahu y las familias de los cautivos y desaparecidos comenzaron este martes una marcha a pie en Tel Aviv que terminará el sábado por la noche frente a la residencia del primer ministro en Jerusalén. Piden que el Gobierne acelere las gestiones para traer a los suyos con vida de vuelta a casa y también hay un grupo importante que exige la dimisión del primer ministro, a quien culpabilizan del error en la seguridad del 7 de octubre.
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Los familiares desconfían de Netanyahu y exigen «reunirse con miembros del gabinete de guerra para escuchar directamente de ellos qué demandas han puesto sobre la mesa» en el proceso abierto con Hamás. La agonía aumenta con el paso de las horas y el avance de la operación militar terrestre. Joe Biden dirigió un mensaje al grupo de más de doscientos cautivos a quienes les dijo «¡Aguantad, que ya vamos!».
Las negociaciones progresan gracias a la mediación de Catar y Egipto, pero la guerra avanza con más rapidez y los comentarios diarios de ministros y diputados israelíes no ayudan a intentar generar un clima de acuerdo. Los parlamentarios Danny Danon y Ram Ben Barak, del Likud y del opositor Yesh Atid, publicaron un artículo en 'The Wall Street Journal' para pedir un plan que permita transferir partes de la población de Gaza a países extranjeros y así «ayudar a aliviar la crisis» en la Franja. Bautizaron su plan como 'Nueva iniciativa' e insistieron en la necesidad de una «evacuación voluntaria de los árabes de Gaza a otros países del mundo».
El ministro de Economía, Bezalel Smotrich, acogió con satisfacción la propuesta y la describió como una «solución humanitaria» para los residentes de la Franja. Las imágenes diarias de miles de personas huyendo a pie del norte de Gaza por el corredor de la carretera de Saladino alimentan el sueño de los sectores ultranacionalistas sionistas que confían en reocupar la Franja al final de la guerra. Lo que Smotrich considera «solución humanitaria», los palestinos lo llaman «limpieza étnica».
Cientos de funcionarios estadounidenses han criticado en las últimas horas la política del presidente estadounidense, Joe Biden, de alineamiento absoluto con Israel, según publicó ayer 'The New York Times'. El diario se hizo eco de dos cartas, una apoyada por cuatrocientos miembros de cuarenta departamentos gubernamentales distintos y otra respaldada por mil trabajadores de la agencia estadounidense de cooperación internacional, con una vasta presencia en el tercer mundo. Ambos documentos son anónimos, ya que sus firmantes se han negado a publicar sus nombres por «temor a represalias para su seguridad personal y por miedo a la pérdida potencial de nuestros trabajos».
Los dos documentos comienzan condenando los ataques de Hamás del pasado 7 de octubre, pero en este momento exigen un alto el fuego inmediato y piden a su Gobierno que presione a Israel para que permita la entrada de ayuda humanitaria en Gaza.
Hasta el momento, Washington se ha negado a sumarse a los llamamientos al alto el fuego, repitiendo la tesis israelí de que sólo serviría para que Hamás se rearme. Además, la representación norteamericana en la ONU ha vetado una resolución que pedía una tregua.
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