Israel cesa a dos comandantes que ordenaron el ataque mortal sobre los siete voluntarios

Las conclusiones forman parte de una investigación oficial iniciada el martes, apenas unas horas después de que los cohetes volaran los todoterreno donde viajaban los siete cooperantes. Regresaban de dejar dos camiones con cien toneladas de alimentos en un almacén de Deir al-Balah, en el centro de Gaza. A la vista del informe, el Estado Mayor destituyó este viernes a dos oficiales de alto rango y amonestó a otros tres comandantes por el cúmulo de fatales incorrecciones. Los implicados creyeron que se trataba de islamistas pese a que WCK había coordinado previamente su ruta con el propio ejército.

«El ataque a los vehículos humanitarios es un error grave, que surgió de un fallo grave, como resultado de una identificación errónea, un error en la toma de decisiones y un ataque contrario a las órdenes y normas de apertura de fuego», denuncian los investigadores. La única defensa que hace de los acusados es su «convencimiento de que atacaban a agentes armados de Hamás y no a miembros» de la conocida ONG. El Estado Mayor ha dicho que los hechos ocurrieron «de noche, durante una guerra y en condiciones muy complejas», pero aun así «no deberían haber sucedido».

Un órgano militar autónomo, semejante a una unidad de asuntos internos, ha dirigido las pesquisas. El jefe del Estado Mayor, el teniente general Herzi Halevi, José Andrés, y los embajadores de los países a los que pertenecían los fallecidos han recibido copias de la investigación.

El dossier explica que los militares identificaron a un hombre supuestamente armado en la parte superior de un camión de suministros -incluso aseguran que le vieron disparar- y que los drones parecieron detectar a otros tres en medio de un grupo de 15 ó 20 personas junto a un hangar de abastecimientos. Uno de ellos se habría montado en un todoterreno de la ONG. Un visionado posterior de la grabación, sin embargo, permite observar que el hombre portaba una bolsa, no un arma.

Al parecer, los militares tampoco se percataron de que la comitiva pertenecía a WCK pese a los rótulos exteriores. El ejército ha anunciado que, a partir de este desastre, repartirá pegatinas especiales capaces de ser reconocidas por los escáneres térmicos de los drones en plena noche. Un oficial relató que hubo un intento, sin éxito, de contactar con cooperantes sobre el terreno para saber si los coches eran suyos, pero no se realizaron más gestiones.

Cuando el convoy abandonó el almacén, la unidad militar supuso que un miliciano de Hamás iba a bordo y comenzó la cadena de órdenes que desembocó en el bombardeo. Los cesados son un coronel de la Brigada de Infantería Nahal, y el oficial de coordinación a cargo del ataque. Las Fuerzas de Defensa han apercibido además a tres comandantes: el mayor general Yaron Finkelman, hasta este viernes al frente del Comando Sur; un general de la 162 División y otro coronel de la Brigada Nahal. Todos ellos «gestionaron mal» una información «crítica» y «violaron las reglas de enfrentamiento» de la guerra al destruir los automóviles y matar a sus ocupantes sin tener pruebas que confirmasen si eran una amenaza, civiles o trabajadores humanitarios.

El Estado Mayor admitió la «gravedad» de los hechos y expresó su «profundo pesar por la pérdida». El teniente general Halevi añadió personalmente que sus tropas mantienen una «estrecha colaboración con World Central Kitchen», no así con la UNRWA, a varios de cuyos empleados han acusado de pertenencia a Hamás, por lo que «apreciamos enormemente el importante trabajo que realizan». La primera reacción a las destituciones no pudo ser más desafortunada. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, las comparó con el «abandono de las tropas en medio de una guerra».

La opinión de Gvir difiere de la versión de la ONU, que va mucho más lejos. Considera que el ataque podría constituir un crimen de guerra por atentar contra «personas involucradas en la asistencia humanitaria». El Consejo de Derechos Humanos pidió que Israel «rinda cuentas» y se promueva un embargo de armas en su contra.

Tras la muerte de los cooperantes, José Andrés lamentó que esta tragedia «no sirva para parar la guerra». Sin embargo, sí ha impulsado la esperanza para cientos de miles de gazatíes. Después de que en la noche del jueves, tocado por la matanza, el presidente estadounidense, Joe Biden, lanzara un ultimátum al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el Gobierno de Tel Aviv autorizó este viernes la apertura del paso de Erez. Situado al norte de la Franja, encauzará la entrada «temporal» de agua y comida para la población residente en este área, afectada por una grave desnutrición y que vive ya episodios de hambruna. Biden se mostró anoche satisfecho porque «les pedí que hicieran lo que están haciendo». La ayuda se canalizará a través del puerto israelí de Asdod, a unos 35 kilómetros de Erez.