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Hasta las chabolas se han engalanado para la cumbre del G-20 en Nueva Delhi. Ondeando banderas de la India sobre sus tejados de latón, incluso los barrios más pobres dan la bienvenida a los dirigentes de las naciones más avanzadas de Occidente y las ... potencias emergentes, que se reúnen este sábado y domingo en el reconstruido centro de ferias y congresos de Bharat Mandapam. Blindadas por el Ejército, las calles de esta caótica megalópolis de 20 millones de habitantes han sido vaciadas con severas restricciones del tráfico y el cierre de la mayoría de sus comercios. Extrañamente, en la zona cercana a la cumbre y sus hoteles no se ven ni perros vagabundos ni vacas. Reformados, sus bulevares han sido cubiertos de césped y sus rotondas adornadas con flores de colores. Todo con tal de impedir, aunque sea sólo el fin de semana, que sus atascos kilométricos atrapen a los dirigentes aquí congregados en el frenesí de su vida diaria.
Sin duda, el más esperado de todos ellos es Rishi Sunak, quien hizo historia el año pasado al convertirse en el primer mandatario británico de origen indio y, además, el más joven con sólo 42 años. Aunque Sunak nació en Southampton y se educó en Oxford, sus raíces familiares están en la región del Punjab, de donde sus abuelos se marcharon para ganarse la vida en las entonces también colonias británicas de Kenia y Tanzania. Allí nacieron, respectivamente, su padre y su madre antes de que la familia volviera a emigrar en la década de los 60, esta vez a Inglaterra. Su esposa, Akshata Murty, quien sí nació en la India, es la hija del magnate NR Narayana, uno de los fundadores del gigante informático Infosys.
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Por todo ello, los ojos de muchos indios están puestos en Sunak, quien además se halla enfrascado en plenas negociaciones de un tratado de libre comercio con el Gobierno del primer ministro Modi. «Estoy orgulloso de ser hindú y así es cómo me he criado», dijo este viernes en una entrevista con la agencia ANI, en la que explicó sus emociones «increíblemente especiales por volver a la India, un país que amo y de donde procede mi familia».
Por desgracia para él, acude a un G-20 dividido por la guerra de Ucrania y descafeinado por las ausencias de los presidentes de Rusia y China, Vladímir Putin y Xi Jinping. A tan importantes bajas se ha sumado el presidente español, Pedro Sánchez, por contraer el Covid.
El enfrentamiento de las democracias occidentales con Moscú y Pekín a cuenta de la invasión de Ucrania amenaza con romper el G-20 y pone en peligro la adopción de una declaración conjunta de sus miembros. Si así ocurriera, sería la primera vez en las dos décadas de vida que tiene este foro económico. En resumen, un rotundo fracaso y un golpe a las aspiraciones indias de convertirse en un actor de la diplomacia global.
Curiosamente, ha sido el propio Sunak quien más crítico se ha mostrado no sólo con Rusia, sino también con China, país al que ha acusado de torpedear el comunicado final de la cumbre por sus objeciones sobre la contienda en Ucrania y la lucha contra el cambio climático. Saliendo al paso de estas acusaciones, una de las portavoces del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, respondió que «estamos dispuestos a trabajar con otras partes para alcanzar resultados positivos en la Cumbre de Nueva Delhi». Pero recordó que debía ser «bajo el principio del consenso», lo que hace temer que la cumbre sea un fiasco por esta falta de acuerdo.
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«La Declaración de Nueva Delhi está casi lista y será recomendada a los dirigentes», anunció en una comparecencia ante la prensa Amitabh Kant, el 'sherpa' de la India que negocia el texto final con otros países. Aunque ocurrió lo mismo en la cumbre del año pasado en la isla indonesia de Bali, al final sus dirigentes consiguieron sacar adelante una declaración final condenando la invasión rusa de Ucrania por su impacto económico en todo el mundo. Pero las posturas se han endurecido desde entonces y está por ver qué hará finalmente China, sobre todo después de que Xi Jinping haya decidido no acudir a esta cumbre por primera vez desde que es presidente.
Por los distintos intereses que tienen las potencias avanzadas y las emergentes, tampoco será fácil el consenso en otros asuntos como el calentamiento global o la deuda de los países más pobres. Más fácil parece, en cambio, la admisión de la Unión Africana como nuevo miembro del G-20, tal y como ha promovido la India al erigirse en esta cumbre como portavoz del denominado Sur Global.
Tras aterrizar en Delhi, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con el primer ministro indio, Narendra Modi, quien guarda un difícil equilibrio entre Occidente y Rusia, su proveedor militar y de petróleo.
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