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«Ésta es la única manera de mostrar a los rusos que es necesario detener esta guerra», sostiene el diputado ucraniano por Odesa, Alexii Goncharenko, en declaraciones a la BBC, refiriéndose a la incursión de las tropas de Kiev en la región de Kursk, que ... comenzó el pasado martes. En su opinión, «esta operación nos acerca mucho más a la paz que cien cumbres y conversaciones de paz». El sábado, en su discurso de última hora, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, admitió por primera vez que su ejército ha entrado en esta provincia fronteriza para «restablecer la justicia y ejercer presión sobre el agresor».
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En la incursión, detalló de forma anónima un alto responsable de la seguridad de Ucrania a la agencia de noticias AFP, participan «miles de militares» -Moscú reduce la cifra a mil efectivos- y «su tarea es estirar las posiciones de las tropas rusas y desestabilizar Rusia, ya que son incapaces de proteger sus propias fronteras». «Pretendemos infligir al enemigo el máximo de pérdidas», avisó. Según AFP, «decenas» de vehículos acorazados ucranianos con un triángulo pintado, como los otros blindados que se unieron antes a la operación, avanzan en la región de Sumi en dirección a Kursk. Se trata de la mayor ofensiva protagonizada por Kiev en casi dos años y medio de guerra, y eso «está levantando la moral» del país.
El Ministerio de Defensa ruso reconoció ayer que sus tropas, que no han recibido todavía los refuerzos suficientes, mantienen combates a la desesperada con el ejército de Kiev en cuatro localidades de la región de Kursk (Tólpino, Zhuravli, Obshi Kolodez y Belovski) logrando repeler los ataques y «parar el avance de los blindados enemigos». Esta zona se encuentra a unos treinta kilómetros de la frontera con la provincia ucraniana de Sumi, desde donde se inició la incursión hace casi una semana.
El jefe de la Administración de Belovski, Nikolái Volobúyev, ha tenido que admitir a través de un vídeo que el ataque ucraniano «ha creado momentos de mucha confusión y pánico entre la población (…) ahora la situación es algo más estable, pero muy tensa. No acabamos de entender lo que está ocurriendo en algunas zonas fronterizas». Los analistas creen que la incursión, que cumple hoy su séptimo día, ha causado también sorpresa y estupefacción en el Kremlin.
En la región de Kursk se ven las consecuencias de la operación. Según su gobernador interino, Alexéi Smirnov, en la madrugada de ayer, la defensa antiaérea rusa logró derribar hasta catorce drones ucranianos y cuatro misiles tácticos Tochka-U, uno de cuyos fragmentos alcanzó un edificio de viviendas en la ciudad homónima, y centro administrativo de la provincia, causando un enorme incendio y trece heridos, dos de ellos graves. El alcalde, Ígor Kutsak, aseguró que todas las víctimas fueron hospitalizadas y el resto de los vecinos evacuados a un centro de acogida temporal.
76.000 personas
han sido por ahora evacuadas de la región de Kursk. La compañía ferroviaria rusa fletó hasta 13 trenes de emergencia desde la provincia hacia Moscú para trasladar a los desplazados.
El balance oficial de Moscú contabiliza 76.000 personas evacuadas de la región debido a los combates. Además de Kursk, Ucrania bombardeó ayer con drones las provincias de Voronezh, Bélgorod, Briansk y Oriol. En total, 35 aparatos no tripulados que habrían sido derribados.
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La comisionada rusa de Derechos Humanos, Tatiana Moskalkova, hizo un llamamiento a Naciones Unidas para que condene los ataques de esta ofensiva que, según ella, ha provocado «miles» de heridos. Mientras, la portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, lanzó una advertencia a los ucranianos: «Tendrá una fulminante respuesta del ejército que no tardará en llegar». La portavoz diplomática considera que «lo único que pretende Kiev es atemorizar a la población» y avisa que sus tropas «no lograrán nada en el terreno militar con esta incursión». Ucrania, por su parte, ha negado que sus soldados violen las normas del derecho humanitario en Kursk.
Rusia tampoco se quedó atrás ayer y lanzó contra Ucrania cuatro misiles balísticos norcoreanos KN-23, así como 57 drones Shahed, aseguró el comandante en jefe de la Fuerza Aérea ucraniana, Nikola Oleshuk, quien informó de 53 aparatos no tripulados derribados en Mykolaiv, Odesa, Cherkasi, Vinnitsa, Kirovograd, Jersón, Zaporiyia, Rivne y Kiev, donde murieron dos civiles.
El presidente de la vecina Bielorrusia, Alexánder Lukashenko, ha decidido tomar medidas en vista de la ofensiva sobre territorio ruso, como el refuerzo de sus tropas en la frontera con Ucrania -en las zonas de Gómel y Mozir- y el envío a esta zona de tanques después de que los drones de Kiev sobrevolaran su espacio aéreo, lo que calificó de «provocación y violación de todos los acuerdos vigentes». El mandatario recordó que ninguna acción qedará «sin respuesta» y amenazó incluso con expulsar a los diplomáticos ucranianos de Minsk. El ministro de Defensa bielorruso, Víctor Jrenin, informó que el operativo en el área fronteriza incluye, además del ejército, fuerzas especiales y misiles.
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