La religión entra en combate en Ucrania
Frente de la fe. ·
La decisión del Parlamento de Kiev de prohibir la Iglesia ortodoxa fiel a Rusia compromete la mediación del Vaticano en la guerraSecciones
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Frente de la fe. ·
La decisión del Parlamento de Kiev de prohibir la Iglesia ortodoxa fiel a Rusia compromete la mediación del Vaticano en la guerraLa religión ha sido un componente decisivo a la hora de cimentar la identidad tanto de Rusia como de Ucrania desde que el cristianismo se asentó en los territorios ahora en disputa, pero al mismo tiempo ha jugado un papel muy importante en la diplomacia ... y en la agenda política, por encima de sus valores espirituales. También en tiempos de guerra. No hay más que seguir el rastro de las intervenciones del patriarca Kirill (Cirilo I), líder de la Iglesia Ortodoxa rusa, que sigue bendiciendo a las tropas de Moscú y justificando la invasión.
Ahora ha sido el Parlamento de Kiev el que ha aprobado un proyecto de ley que prohibirá operar en Ucrania a las organizaciones religiosas relacionadas con Moscú, una iniciativa dirigida, sobre todo, contra la Iglesia Ortodoxa local, que se mueve en la órbita del universo religioso de Kirill, patriarca de todas las Rusias, una autodenominación en línea con su nostalgia imperial. No se trata de una medida para reforzar la independencia espiritual de los ucranianos, sino una cuestión de «seguridad nacional» para asestar un histórico puñetazo al imperialismo de Putin donde más le duele, para quien su Iglesia también es una pieza muy valiosa en su doctrina de seguridad nacional.
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Rafael M. Mañueco
Kiev considera que es una «continuación ideológica del régimen del Estado agresor, cómplice de crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en nombre de la Federación Rusa y de la ideología del mundo ruso», un concepto este último, con mucha fuerza simbólica. Lo cierto es que la Iglesia ucraniana se ha mantenido de perfil y Kirill nunca ha condenado los crímenes contra civiles, dado su maridaje con el Kremlin. El 78% de los ucranianos se consideran cristianos ortodoxos, de los cuales, un 30% dependen del patriarcado de Moscú, con 45 diócesis y casi 20.000 parroquias, según los datos que aporta Mira Milosevich Juaristi, analista del Real Instituto Elcano. La Iglesia Ortodoxa de Ucrania, una de las tres ramas existentes en el país, ya se había separado de la obediencia rusa en 2018.
Kirill pidió ayuda al Vaticano para defender a la Iglesia leal a Rusia, cuyos popes, fieles y propiedades se quedan ahora fuera del sistema legal. Pero el patriarca ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo propio. Se olvida mencionar que Rusia también había restringido el derecho a la libertad de religión y de creencias en la Crimea ocupada por no ajustarse a los parámetros moscovitas, una medida para perseguir a la Iglesia ucraniana del patriarcado de Kiev (también a los musulmanes tártaros), en un intento de reprimir las identidades locales. La religión también ha entrado en combate.
El papa Francisco ha sido receptivo al llamamiento de Kirill, que lidera a 150 millones de fieles, y aprovechó el ángelus del pasado domingo para condenar la prohibición impuesta por Zelenski expresando su preocupación por la libertad de culto en el país en guerra. «¡Las Iglesias no se tocan!», clamó el pontífice, convencido de que «los que rezan de verdad rezan siempre por todos». La Santa Sede, pese a considerar al patriarca nacido en Leningrado un «monaguillo de Putin», actúa con pies de plomo en este conflicto porque teme perder su posición de neutralidad si sus críticas a la agresión rusa son utilizadas por los países de la OTAN contra Moscú.
No hay que olvidar el papel de mediación del Vaticano, que ha confiado al cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y 'jefe' de los obispos italianos, la misión de acercar posturas entre ambas partes con microacuerdos que sirvan para aliviar tensiones y generar espacios de diálogo, que puedan desembocar en una paz justa y duradera. Zuppi, que lleva muchos años implicado en una diplomacia paralela para la resolución de conflictos (incluido en el que generó el terrorismo de ETA), ha visitado ya capitales como Kiev, Moscú, Washington y Pekín, y utiliza canales eclesiásticos en esa tarea. Y la Iglesia de Kirill constituye una conexión fundamental.
Ucrania se vio obligada a paralizar cuatro reactores nucleares tras los ataques masivos lanzados el pasado lunes por el ejército ruso principalmente contra infraestructura considerada crítica. Así consta en una carta remitida por Kiev al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y en la que se traslada que tres reactores de la central de Rivne quedaron desconectados a primera hora. Para paliar esta paralización se aumentó la producción de otra central en Mikolaiv, pero las fluctuaciones de voltaje obligaron también a cerrar su tercer reactor.
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