Un momento de la entrevista a Pablo González en un canal de televisión ruso. 1TV

El periodista vasco Pablo González denuncia malos tratos durante su encarcelamiento en Polonia

El 'freelance', liberado el 1 de agosto en un intercambio de presos entre el Kremlin y Occidente, da su primera entrevista a una cadena de televisión rusa, donde repasa su vida y recuerda su sorpresa al ver a Vladímir Putin a su llegada a Moscú

Rafael M. Mañueco

Corresponsal. Moscú

Sábado, 10 de agosto 2024, 23:05

El periodista vasco Pablo González, liberado el 1 de agosto en un intercambio de prisioneros entre el Kremlin y Occidente, ha dado su primera entrevista al canal público ruso 1TV Piervi tras regresar a Moscú. Fue emitida este jueves y en ella habla de su ... vida, su trabajo como 'freelance', su reclusión en Polonia y da algunos detalles de su canje y puesta en libertad. El protagonista pasea con su entrevistador, Evgueni Liamin, por el barrio moscovita donde vivió de niño. Muestra el lugar donde estaba su casa y, enfrente, la Escuela 113 en la que estudió hasta partir hacia España con su madre cuando tenía 9 años. Hacía tres décadas que no pisaba la zona. «En 1991 mis padres se separaron y mi madre, al ser española, me dio el apellido del abuelo, González» al recibir la nacionalidad española, explica. «De ahí que, según los documentos soviéticos y rusos, yo sea Pável Alexéyevich Rubtsov, y Pablo González Yagüe según los españoles, que son igualmente legales», desgrana.

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Durante el programa se hace referencia al trabajo de González como periodista y se muestran imágenes de una conexión que hizo desde Nagorno Karabaj durante la guerra. «He trabajado para la 'Voz de América', la DW, la agencia española EFE, La Sexta. Nunca me consideré un corresponsal de guerra, aunque he andado por Karabaj, Donbás, Kosovo, Georgia (…) me encargo de hacer información regional y, si en la las regiones hay guerra, pues me toca cubrir guerra», aclara.

El locutor precisa que en 2022 se encontraba en Polonia por encargo de su redacción para cubrir el éxodo de refugiados ucranianos. En la madrugada del 28 de febrero de aquel año, mientras estaba en la habitación del hotel, en la localidad de Przemysl, aparecieron «ocho» agentes de los Servicios Secretos polacos, quienes efectuaron un registro, le detuvieron y no le permitieron contactar ni con el consulado ni con su abogado. «Me acusaron de colaborar con la Inteligencia rusa, pero no lo hicieron de inmediato sino pasado un tiempo. Por ejemplo, con mi abogado no pude contactar hasta nueve meses después de mi arresto, nueve meses durante los que me martirizaron, amenazaron, presionaron y les pregunté de qué me acusan. 'Tú ya lo sabes', dijeron, no, no lo sé», repasa.

«Sólo fui sospechoso»

De nuevo la voz de fondo asegura que el abogado polaco le propuso reconocer su culpa, con lo que así obtendría una pena de cárcel menor, pero el periodista, según el comentarista, rechazó la idea y también los servicios de aquel letrado. Después se muestra a Gonzalo Boye, su actual abogado, relatando en un programa de televisión cómo se le negó durante mucho tiempo reunirse con su defendido, la falta de contacto con la familia y la ausencia de datos sobre su estado. «Apareció información falsa de que yo había sido imputado, pero no fui imputado. En la legislación polaca hay varias fases: primero se te considera sospechoso de haber cometido un delito, después se presenta la acusación y con todo eso se va a juicio. A mí sólo se me consideró sospechoso, solamente sospechas. Es decir, no se me llegó a presentar acusación ninguna ni tuve juicio», afirma.

Cada tres meses se prolongaba el arresto. En un momento determinado, le pusieron como compañero de celda a una «autoridad criminal» en Polonia, cuyo nombre no se da a conocer, con la supuesta intención de «asustar» a González. Pero él afirma que les salió el tiro por la culata ya que «nos hicimos amigos, él fue el primero que me dijo 'si están tratando de presionarte de esta manera, es que no tienen nada contra ti (…) aguanta', la verdad, supuso para mí un apoyo moral». Luego, de acuerdo con 1TV, le trasladaron a una celda individual con observación a través de cámaras, fue sometido a vejaciones como obligarle a desnudarse por completo, mala comida, ninguna atención médica. Perdió veinte kilos de peso. En la celda se pasaba calor en verano y frío en invierno. En una conversación con el psicólogo, «me dijo que, si me encontraba mal, podía recurrir el suicidio».

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Regreso a Moscú

«Bajando por la escalerilla veo a Vladímir Vladímiróvich Putin, el presidente, que inesperadamente nos recibe y empecé a entrenarme para el apretón de manos»

Pablo González

En relación con las acusaciones de que es un agente de la Dirección General de Inteligencia de Rusia (GRU), sostiene, «me parece que, al no tener pruebas contra mí de nada, se fueron a lo más terrible y para ellos lo más terrible es la GRU. Yo debía ser un oficial, un conspirador, un espía, un agente de la GRU». El programa hace hincapié en la ausencia de ayuda por parte de las autoridades españolas e indica que le llegó «de donde menos se esperaba», de Rusia. Según el presentador, en Polonia pusieron como condición para su canje el reconocimiento de su culpa, a lo que González se negó, «pero como la decisión fue de Estados Unidos fue incluido en la lista» para el intercambio.

En Ankara todos los rusos librados en el canje se embarcaron en el avión enviado por Moscú. «Al subir vi a nuestras azafatas y sonreí» y, al llegar a la capital, «bajando por la escalerilla veo a Vladímir Vladímiróvich Putin, el presidente, que inesperadamente nos recibe y empecé a entrenarme mientras bajaba para el apretón de manos porque, después de dos año y medio de cárcel y el viaje, no sabía cómo respondería mi mano».

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