Putin: pocas tropas y pocas armas

Ahora bien, los civiles que hacen la mili no son enviados al frente. Puede que se pretenda disponer de más reclutas para liberar de ocupaciones secundarias en los cuarteles a los profesionales, que entonces podrían ser enviados al frente. Si esta hipótesis es correcta, el siguiente paso lógico es restaurar el servicio militar de dos años, en vez del año actual.

La movilización de 300.000 hombres realizada en septiembre de 2022 afectaba únicamente a los reservistas, en teoría. Sin embargo, cientos de miles de ellos escaparon al extranjero para no ser reclutados, o sobornaron a quien hiciese falta, pues la corrupción es algo sistémico en Rusia, debido al descontrol legal y a los míseros sueldos que reciben los empleados públicos. Moscú ha vuelto a los vicios del periodo soviético, cuando asignaba arbitrariamente cuotas de obligado cumplimiento, aunque eso implicase sobreesfuerzos dañinos para todo el sistema. También se ha vuelto al vicio ancestral del sistema zarista de tratar a los reclutas como al ganado: siervos cuyas necesidades o incluso sus vidas carecen de relevancia.

El resultado práctico es que se está enviando al frente a cuarentones o cincuentones que ni siquiera hicieron la mili en su momento, y en bastantes casos está documentado el reclutamiento forzoso de enfermos graves, personas con invalidez parcial, tuertos o incluso enfermos mentales. Puede parecer una locura, y que caerán todos sin remedio, pero si se envían al frente 50.000 de estos, y consiguen matar o dejar fuera de combate a un único ucraniano por cada diez de ellos, pues algo se ha logrado: 5.000 enemigos menos, y la sociedad de la sagrada Rusia, purgada de elementos inferiores sin necesidad de legalizar la eutanasia forzosa.

Lo cierto es que, con una población de 141 millones de personas, Putin debería ser capaz de reclutar a cientos de miles de jóvenes sanos y robustos. Lo que escasea en Rusia no es gente, sino voluntad. El soldado ruso recuerda al italiano en la Segunda Guerra Mundial: sus oficiales les tratan como a felpudos, y saben que están mucho peor pertrechados y entrenados que sus enemigos, o que si les hieren, muchas veces no reciben atención médica. Por todo ello la moral y la capacidad combativa son muy bajas.

Rusia es un estado en vías de subdesarrollo que malvive de las rentas del pasado soviético. Por eso la producción bélica sigue bajo mínimos y en vez de fabricar cientos de T-90 nuevecitos para reemplazar los tanques destruidos, Putin tiene que echar mano de vetustos T-62 o incluso T-54/55 dados de baja hace décadas.

De nada sirve reclutar tropas si no dispones de los medios para organizarlas ni equiparlas. La guerra puede durar dos o tres años todavía, sobre todo si la ofensiva de verano ucraniana no obtiene resultados, pero aun así Putin lleva las de perder, salvo que los chinos aceptasen proporcionarle grandes cantidades de armas.