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La izquierda y los moderados tratan de formar un frente republicano en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas para evitar que el domingo la extrema derecha de Marine Le Pen y Jordan Bardella, líderes de Agrupación Nacional, logre la mayoría absoluta y gobierne ... por primera vez.
Pero este cordón sanitario está debilitado por las diferencias entre la coalición de izquierda (Nuevo Frente Popular) y los centristas del grupo que apoya al presidente, Emmanuel Macron. No es fácil para los moderados apoyar a La Francia Insumisa del radical de izquierdas Jean-Luc Mélenchon. Y tampoco parece sencillo que los comunistas respalden a Macron.
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Los partidos tenían de plazo hasta este martes a las 18.00 horas para depositar sus candidaturas en la prefectura o renunciar a presentarse a la segunda vuelta. Era el último requisito antes de elegir este domingo a los 577 diputados de la nueva Asamblea Nacional. La campaña durará sólo tres días. El sábado es jornada de reflexión
En la primera vuelta, 76 candidatos fueron elegidos diputados, entre ellos 39 de la extrema derecha y 32 de la alianza de partidos de izquierdas. Los 501 escaños restantes serán designados este domingo.
Al final, 218 candidatos han renunciado a presentarse a la segunda vuelta: 130 de la izquierda, 82 del campo presidencial, tres de la extrema derecha y dos de Los Republicanos (derecha moderada), según el diario 'Le Monde'. Esto hace que vaya a haber más duelos en la segunda vuelta de lo inicialmente previsto y menos pugnas triangulares (tres candidatos en liza) y cuadrangulares.
En el capítulo inicial de estas legislativas, la extrema derecha obtuvo 10,6 millones de votos; la alianza de formaciones de izquierdas, 8,9, y la coalición de Macron, 6,4. Para evitar que la formación ultra logre la mayoría absoluta (al menos 289 diputados) en la Cámara Baja, la izquierda y los moderados han puesto en marcha distintas estrategias de cara a la segunda ronda.
208 candidatos
la mayoría de izquierda y moderados, han renunciado a presentarse.
La consigna de los partidos progresistas para este domingo es la más clara: «Ni un voto para la extrema derecha». Para ello, el Nuevo Frente Popular no ha dudado en retirar a sus candidatos en aquellas circunscripciones electorales en las que el grupo ultra había sido el partido más votado en la primera vuelta o en la que un candidato de izquierdas había quedado en tercera posición.
Esto ha llevado a situaciones curiosas. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, y la exprimera ministra Élisabeth Borne se enfrentarán en la segunda vuelta en sus respectivos distritos a candidatos de extrema derecha, después de que sus contrincantes de izquierda se hayan retirado para frenar a Le Pen. Tanto Darmanin, artífice de la reforma migratoria, como Borne, responsable de la normativa de las pensiones, habían sido vilipendiados por la izquierda.
En cambio, el partido de Macron y sus aliados se encuentran divididos sobre la mejor estrategia a adoptar. Mientras varios candidatos del grupo han renunciado a presentarse para frenar el avance de la extrema derecha, Horizones, el partido del exprimer ministro Édouard Philippe y aliado de Macron, ha dado la consigna «ni Agrupación Nacional ni La Francia Insumisa». Así, 25 candidatos macronistas se han mantenido para la segunda vuelta en un triangular con Agrupación Nacional.
El partido de Los Republicanos, dividido entre los partidarios de una alianza con la extrema derecha y los que no la desean, no ha dado instrucciones de voto. Considera que en las circunscripciones en las que esta formación de la derecha moderada no esté presente «los votantes son libres de elegir».
El que no tiene dudas es el partido de Le Pen: busca la mayoría absoluta (al menos 289 diputados de 577) en la Asamblea Nacional, lo que obligaría a Macron a nombrar a Bardella primer ministro de un gobierno de cohabitación. Sería el cuarto en la historia de la Quinta República.
En el caso de una mayoría relativa, Le Pen espera forjar alianzas con diputados «compatibles» con su ideología, ya sea de Los Republicanos u otros partidos de derecha, para gobernar bajo la presidencia de Macron, que fue reelegido hasta 2027.
La alianza de izquierda no parece estar en una buena posición para conseguir la mayoría absoluta. No es imposible, pero lo tiene mucho más complicado que la extrema derecha. Por su parte, Macron y sus aliados, terceros en la primera vuelta, están en posición débil y lucharán por mantener los escaños que puedan.
A las puertas de la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas en Francia, las tensiones siguen en aumento entre el partido ultraderechista Agrupación Nacional y el presidente del país, Emmanuel Macron. Marine Le Pen, líder de la formación de extrema derecha, acusó este martes a Macron de dar un «golpe de Estado administrativo» por aprovechar el último Consejo de Ministros antes de la cita electoral para hacer más nombramientos de lo habitual.
Le Pen lanzó su denuncia en la radio France Inter. Dijo haber escuchado «rumores» de que el presidente busca así «contrarrestar el resultado de las elecciones nombrando a personas leales a él para, una vez dentro de la estructura del Estado, impedir a Agrupación Nacional llevar a cabo la política que quieren los franceses» tras las legislativas del domingo.
El pasado 26 de junio, en la última reunión del Consejo de Ministros, la presidencia dio el visto bueno a varios altos funcionarios, entre ellos el gobernador militar de París, el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el nuevo director de la Unión Europea en el Ministerio de Asuntos Exteriores y tres embajadores. Un día después, Macron anunció en Bruselas su deseo de que Thierry Breton sea designado otra vez comisario francés en la Comisión Europea.
Marine Le Pen, que ya ha anunciado que no ocupará un cargo en el Ejecutivo si gana su partido los comicios, cree que la maniobra presidencial trata de reducir el margen de maniobra de la extrema derecha si logra formar gobierno. (Por T. N.)
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