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«¿Y ahora qué hacemos?», se preguntaban este lunes los políticos franceses después de que en las elecciones legislativas del domingo ningún bloque obtuviera la mayoría en la Asamblea Nacional para gobernar en solitario. En un sistema tan presidencialista y vertical como el de la ... Quinta República forjar una coalición o una alianza supondrá una auténtica revolución cultural. No será fácil. Las formaciones carecen de cultura de consenso.
El primer ministro, Gabriel Attal, presentó este lunes su dimisión al presidente, Emmanuel Macron, tras conocerse los resultados oficiales y como manda la tradición republicana. El jefe de Estado rechazó su renuncia y le pidió que siga en el puesto «por el momento para garantizar la estabilidad del país», según explicaron fuentes del Palacio del Elíseo.
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Olatz Hernández
Beatriz Juez
Macron, que viaja este miércoles a Washington para participar en la cumbre por el 75 aniversario de la OTAN, puede tomarse su tiempo para nombrar al sustituto de Attal. La Constitución no exige que lo haga en un plazo determinado. El jefe de Estado podría incluso esperar hasta después del día 18. En esa fecha se reúne por primera vez la nueva Asamblea Nacional y se elige al presidente de la Cámara baja.
Según prevé el artículo 8 de la Carta Magna, el presidente de la República nombra al nuevo primer ministro. Y, a propuesta de éste, designará también a los demás miembros del Gobierno en las siguientes horas o días. Pese a esa prerrogativa, deberá tener en cuenta las fuerzas parlamentarias. Si ningún grupo tiene la mayoría, como ocurre ahora, la situación se complica. El Palacio del Elíseo apuesta más por una gran coalición, ya que en la Asamblea Nacional hay tres grandes bloques sin dominio clave. También podría formar un Ejecutivo técnico, siguiendo el modelo italiano.
Pero el Nuevo Frente Popular, la alianza de partidos de izquierdas, ya reclama el puesto de primer ministro al tratarse del bloque que más escaños ha logrado: 180 diputados de los 577 de la Cámara baja, aunque lejos de los 289 votos necesarios para tener mayoría absoluta. A diferencia de la ultraderecha, que había presentado a Jordan Bardella como su candidato al cargo, las formaciones de izquierda -socialistas, ecologistas, comunistas y la extrema izquierda- tienen aún que ponerse de acuerdo. Además, nada garantiza que Macron lo nombre.
Olivier Faure, primer secretario del Partido Socialista (PS), ha prometido que el Nuevo Frente Popular anunciará «en el transcurso de la semana» quién será su candidato al puesto de primer ministro. La líder ecologista Marine Tondelier ha realizado incluso el 'retrato robot' del potencial aspirante de la alianza de siglas de izquierda. A su juicio, debe cumplir cuatro criterios: estar de acuerdo con el programa del Nuevo Frente Popular, ser una figura que pueda «apaciguar y reparar» el país, hacer consenso en el seno de la alianza y tener la experiencia y competencias necesarias para asumir el cargo. Según Tondelier, muchos políticos de izquierdas cumplen esos requisitos.
La Francia Insumisa, el partido de Jean-Luc Mélenchon, considera que el nuevo primer ministro debe ser de extrema izquierda, ya que es la formación que tiene más escaños dentro de la alianza. Sin embargo, hay graves reticencias sobre Mélenchon entre el resto de miembros del grupo, porque lo consideran demasiado radical y controvertido y asusta a los franceses moderados.
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La coalición presidencial fue el segundo partido con más diputados (163), mientras que la extrema derecha de Marine Le Pen y Jordan Bardella, que partía como favorita en estos comicios, quedó relegada al tercer puesto (143). Los Republicanos (derecha moderada) obtuvieron 66 parlamentarios y el resto de escaños han caído en las formaciones más pequeñas.
Bardella, que se veía como primer ministro antes de los comicios, reconoció sus «errores» y asumió su «parte de responsabilidad» en la derrota de Agrupación Nacional, que, sin embargo, fue el partido más votado. Antes de la segunda vuelta, reconoció que entre sus candidatos había algunas «ovejas negras» después de que otras formaciones habían criticado a varios de sus miembros por sus declaraciones racistas, defensoras de complots o por pasados comportamientos bastante cuestionables.
El delfín de Le Pen señaló este lunes que había que «respetar el resultado de las urnas, incluso cuando es difícil de aceptar». «Este resultado no es un fin en sí mismo, sino una base sobre la cual vamos a construir victorias futuras», aseguró Bardella. El aspirante frustrado a primer ministro ultra prometió que sus 143 diputados lucharán en la Asamblea Nacional por el poder adquisitivo de los ciudadanos, por su seguridad, por un mayor control de la inmigración, por los servicios públicos y por un igual acceso a la salud.
Pese a quedar tercera, la formación de Le Pen y Bardella ha cosechado un resultado histórico. En 2017 tenía 8 diputados y en 2022, 89. Ahora ha conseguido 54 más que hace dos años, aunque no haya logrado ser el partido con más asientos ni hacerse con las llaves de Matignon, sede del primer ministro.
La Confederación General del Trabajo (CGT), uno de los grandes sindicatos franceses, pidió este lunes a Macron que «respete la elección de las urnas y llame a la formación de un nuevo Gobierno en torno al programa del Nuevo Frente Popular», poseedor del mayor número de escaños en la Asamblea Nacional.
El Medef, la patronal, reclamó, por su parte, que el Ejecutivo futuro ponga en marcha «una política económica legible y estable, garante de la competitividad de las empresas y la única capaz de restaurar la confianza y garantizar el empleo». «Está en juego el lugar y el papel de Francia en Europa y en el mundo», sostuvo.
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