Decenas de migrantes esperan en la isla de Lampedusa a ser trasladados. Reuters

La campaña de Meloni a favor de Túnez

La primera ministra italiana fracasa en su intento de estabilizar el país norteafricano para frenar la inmigración mientras las ONG denuncian que la UE «externaliza» la represión

Darío Menor

Corresponsal. Roma

Martes, 3 de octubre 2023, 22:11

Giorgia Meloni ha desplegado en los últimos meses una estrategia internacional tan insistente para conseguir ayuda financiera para Túnez, de manera que el país pueda estabilizarse e interrumpa así el flujo migratorio hacia Italia, que los habitantes de la nación norteafricana la consideran «su verdadera ... ministra de Asuntos Exteriores». «No para de hacer campaña a nuestro favor», asegura Kamel Jandoubi, exministro para los Derechos Humanos del Gobierno magrebí. Las estadísticas justifican el comportamiento de la primera ministra italiana: en lo que llevamos de año han llegado a su territorio cruzando el Canal de Sicilia 134.000 desplazados, casi el doble que en el mismo período de 2022. Alrededor del 60% de estas personas partieron desde Túnez, que es además la tercera nacionalidad más común entre los irregulares que desembarcan en Italia.

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La profunda crisis económica que sufre Túnez, que ha llevado aparejada una deriva autoritaria liderada por el presidente Kais Said, lo ha convertido en uno de los principales focos de preocupación internacional para Meloni. Se ha sentido así espoleada a impulsar el acuerdo alcanzado en julio entre el país norteafricano y la Unión Europea para recibir 1.000 millones de euros a cambio de controlar la inmigración irregular. El pacto, no obstante, no ha impedido que continuaran los desencuentros: tras impedir hace unas semanas que desembarcara en el país una misión de europarlamentarios, Said dio un paso más este martes al rechazar un primer paquete de ayuda europea de 127 millones de euros por considerarlo un gesto de «caridad» que «contradice» los puntos acordados con Bruselas.

El gesto de Said supuso un revés para el Gobierno de Roma en un día en el que se tuvo muy presente el drama migratorio en Italia, al cumplirse 10 años del trágico naufragio acaecido frente a las costas de Lampedusa en el que perdieron la vida 368 personas. La primera ministra recordó en un mensaje que «demasiadas tragedias se han repetido» desde entonces y reafirmó su estrategia de «bloquear» la partida de las naves cargadas de inmigrantes desde el norte de África, «rompiendo el horrible negocio de la trata de seres humanos». Fue éste su único gesto con motivo del aniversario de la tragedia de Lampedusa, ya que ningún miembro del Ejecutivo italiano participó en los eventos convocados en la isla para conmemorar a las víctimas del naufragio.

Este pequeño territorio italiano situado en el centro del Mediterráneo se ha convertido en el termómetro de la situación migratoria europea. «Las llegadas masivas de hace dos semanas se debieron a que las autoridades tunecinas dejaron o animaron a los subsaharianos a que trataran de cruzar a Europa», asegura Giorgia Linardi, portavoz de Sea Watch, una de las oenegés que realiza rescates humanitarios en el Canal de Sicilia. «Hay una relación entre la situación de Túnez y su forma de responder a la migración. Se habla de 'evacuar' a los subsaharianos hacia la costa, para que partan hacia Europa o a la frontera con Argelia», señala Linardi, aclarando que las acciones de control de la Guardia Costera libia contra las naves de inmigrantes han llevado a muchos de ellos a probar fortuna en Túnez.

Ambiente hostil

Los desplazados, no obstante, se encuentran con un ambiente terriblemente hostil en territorio tunecino después de las polémicas palabras de Said del pasado mes de febrero, cuando acusó a los subsaharianos de urdir un complot para cambiar la «estructura demográfica» de la nación, de manera que abandonara su histórica identidad «árabe-musulmana». Aquellas palabras provocaron una oleada de racismo. «La noche antes de que me atacaran, el presidente hizo un llamamiento a la población mediante un discurso en la televisión y la radio contra los africanos negros. Fue entonces cuando todo cambió», contó Achille, un inmigrante salvado el pasado mes de julio por la nave 'Geo Barents', fletada por Médicos Sin Fronteras (MSF). «Antes de que hablara el presidente, Túnez ya estaba mal. Cuando habló diciendo que los negros tenían que volver a su país, la situación se agravó», señaló por su parte Fátima, otra desplazada socorrida. «Durante los cuatro meses que pasé allí, la gente nos atacó y nos robó. En Túnez nos decían: 'Aquí no necesitamos negros'», relató Mamadú, de 17 años.

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Las ONG denuncian que, al igual que se hizo antes con Turquía en el mar Egeo o con Libia, también el acuerdo con Túnez «ampara y deja impune la violencia contra los migrantes», según señala Juan Matías Gil, coordinador general de Operaciones en el Mediterráneo de MSF, quien acusa a la UE de ser «cómplice» de las muertes y atropellos que tienen lugar en el país norteafricano. «Pagamos para externalizar la represión», critica por su parte Linardi.

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