Viandantes observan el puente Carola parcialmente derrumbado sobre el río Elba, en el centro de la ciudad de Dresde. AFP

Alemania se desmorona

El antiguo motor de Europa apenas crece, su peso internacional es cada vez menor y sus infraestructuras están en jaque por la falta de inversión

Domingo, 15 de septiembre 2024, 23:50

El derrumbe del puente de Carola en Dresde, en el este de Alemania, dejó el pasado miércoles mucho más que unas cuantas toneladas de hormigón sobre el río Elba. La enorme sección del viaducto desencajada, según una primera investigación por culpa de la corrosión, escenifica ... la delicada situación de todo un país que pese a su imagen de fiabilidad y precisión -dos cualidades que el 38% de los españoles asociaba a los germanos en una encuesta realizada por el Real Instituto Elcano a finales de 2022- hace tiempo que comenzó a desmoronarse. No sólo están tocadas sus infraestructuras, en buena medida por la falta de inversión, sino también su economía, sobre todo a raíz de la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania, y la política nacional, con un tripartito en el Gobierno de Berlín que se tambalea por las rencillas internas y el ascenso de la ultraderecha.

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Alemania ya no es la que era. Ni locomotora de Europa, ni ejemplo de éxito, ni peso pesado en una escena internacional donde el eje francogermano -y especialmente sus respectivos líderes, Emmanuel Macron y Olaf Scholz- se encuentra en horas bajas. «Una cosa está clara: nuestra reputación nunca ha sido tan mala», resumía en abril Theodor Weimer, director general de Deutsche Börse, el grupo que gestiona el mercado bursátil germano, durante un encuentro con los empresarios bávaros donde tachó al país de «chatarrería». La misma nación que tiró durante años de la Eurozona impulsada por las exportaciones y una potente industria hasta que la enorme dependencia de China, su segundo socio comercial tras EE UU, y del gas ruso se convirtió en una pesadilla.

Uno de los puntos de inflexión se produjo con la invasión de Ucrania y la decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, de cerrar el grifo del gas como respuesta a la sucesión de sanciones de Occidente. La industria alemana, con una alta concentración de compañías que requieren un uso intensivo de energía, como las químicas o las automovilísticas, dejó de ser competitiva. En el caso del sector de las cuatro ruedas, además, los chinos habían comenzado a comerle terreno con sus modelos 'low cost'. El antiguo motor de Europa es desde 2018 el miembro del G7 con menor crecimiento y este año se espera que la evolución de su PIB sea de un pírrico 0,4%. El propio ministro de Economía, Robert Habeck (Los Verdes), observa una situación «dramáticamente mala».

El canciller alemán, Olaf Scholz, tuvo que ser convencido por sus socios occidentales para el envío de tanques Leopard 2 a Ucrania. AFP

Búsqueda del superávit

Casi tres años después de que Angela Merkel abandonara la cancillería tras década y media en el poder se multiplican las voces que la señalan como una de las culpables de la actual decadencia. Le achacan el cierre de las centrales nucleares -y con ellas una fuente de energía de producción propia- tras el desastre de Fukushima en 2011 y una política de austeridad donde la inversión no constaba como prioridad. Lo importante era el superávit, una obsesión para un país con más de 83 millones de habitantes que en los noventa vio cómo su deuda pública no paraba de engordar como consecuencia de la reunificación. La mayoría de las infraestructuras (carreteras, puentes, líneas ferroviarias...) se levantó antes de la caída del muro de Berlín y, aunque fueron punteras, hoy acumulan problemas. «No se trata sólo de evitar accidentes y tragedias, sino de que sean eficientes», planteaba la Asociación Central de la Industria Alemana de la Construcción tras el desplome de Carola.

Las claves

Anterior canciller

Aumentan las voces que señalan a Angela Merkel y su austeridad como culpables de la decadencia

Papel secundario

El eje francoalemán sigue sin recuperar su vieja influencia y Berlín pierde relevancia en la OTAN

Elecciones en 2025

El ascenso ultra es otro quebradero de cabeza para Scholz, que lidia con un problemático tripartito

En 2021, el puente Rahmede, en Renania del Norte-Westfalia, tuvo que ser cerrado por peligro de derrumbe; en 2023 se descubrieron grietas a lo largo de la estructura de acero del paso de Moseltal, en Renania-Palatinado; los camiones no pueden circular hoy por la autopista A1 -parte de la red Autobahn, que fue un orgullo para el país- a su paso por Leverkusen por temor a que no soporte la carga... «Tenemos que invertir miles de millones para renovar vías enteras porque todo está descuidado desde hace años», asumió Scholz en un reciente debate parlamentario donde escuchó a la oposición hablar de construcciones «en ruinas», que «están muriendo miserablemente» o donde «sólo la demolición tiene sentido». Un dato: el Ministerio de Transportes calcula que habrá que reparar unos 4.000 viaductos de aquí a 2030.

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«Un símbolo de lo defectuoso»

Pero si hay «un símbolo de lo que se retrasa o es defectuoso» en Alemania, en palabras del ministro de Finanzas, Christian Lindner (del liberal FDP), es el Deutsche Bahn, la empresa estatal de ferrocarriles, que necesita una inyección de unos 88.000 millones de euros para funcionar como antaño. El 36% de sus viajeros vio en 2023 cómo su convoy llegaba, como mínimo, seis minutos tarde y en 2024 muchos se han quedado directamente en el andén por una ola de huelgas. El cabreo es generalizado entre la población, que no pudo esconder sus carencias durante la pasada Eurocopa, con sede en varias ciudades alemanas, en las que hinchas de medio continente sufrieron retrasos en los trenes y problemas de conexión a internet por el limitado despliegue de la fibra óptica. «Creo que como país no hemos trabajado bastante en infraestructuras en las últimas décadas», reflexionó el histórico jugador del Bayern de Múnich, y director del torneo en la Federación Alemana de Fútbol, Philipp Lahm.

En su contexto

  • 0,4% se estima que se será la evolución del PIB germano para este año, que desde 2018 es el miembro del G7 con menor crecimiento económico.

  • Recortes extremos Expertos vinculan la decadencia actual en Alemania a la obsesión de la excanciller Angela Merkel por el superávit, su austeridad y la nula inversión.

  • 88.000 millones de euros precisa la empresa estatal de ferrocarriles, Deutsche Bahn, para volver a ofrecer un servicio de calidad.

  • Puestos de trabajo sin cubrir Unos 570.000 empleos seguían vacantes en 2023 por la falta de personal lo suficientemente formado.

  • 22 millones de personas de origen extranjero residen en Alemania, las cuales representan algo más del 25% del total de la población.

A Scholz no le espera una dulce recta final de mandato -las elecciones generales están convocadas para septiembre de 2025- aunque está acostumbrado a lidiar incluso con su propio gabinete. La 'coalición semáforo', por los colores de las tres ideologías (socialdemócratas, liberales y verdes) que lo componen, le ha dado quebraderos de cabeza desde que echó a andar por sus diferencias políticas y desencuentros personales, incluidas luchas de egos.

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Pero a la tarea de apagar fuegos internos se le ha sumado la de sofocar el ascenso de la extrema derecha, que hace sólo un par de semanas vencía por primera vez en los comicios de un Estado federado (Turingia) desde el nazismo. Al canciller le acusan de ser responsable de esa victoria y también de ofrecer una imagen aburrida que no conecta con la población y a menudo tampoco con sus socios, como parece que ocurre en el club de la OTAN, donde los titubeos del germano sobre el envío de armamento a Ucrania han empujado al país a una posición casi irrelevante. Una Alemania que no se reconoce a sí misma.

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