El contraste del tiempo pone de relieve las consecuencias que el cambio climático está produciendo en el mundo. Este verano ha sido uno de los más inusuales. Mientras en algunos países, los incendios forestales a causa de las temperaturas extremas son difíciles de combatir, en ... otros, las fuertes lluvias inundan cientos de hectáreas.
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Las imágenes del Rin agónico o innavegable para el transporte fluvial del verano del año pasado quedaron atrás. Alemania lleva semanas bajo precipitaciones copiosas, de norte a sur del país, con algunos paisajes «falsamente» nevados –como el que se dio el pasado fin de semana en la ciudad de Reutlingen, al quedar bajo una capa de treinta centímetros de granizo– e impresionantes temporales de lluvia y viento en todo su litoral norte.
Mucho peor es la situación en los países escandinavos y en los vecinos bálticos, con dos víctimas mortales, en ambos casos tras caer arrancados de sus raíces sendos árboles. Las carreteras del norte de Noruega quedaron anegadas el lunes, mientras que en Suecia y Dinamarca el panorama era de cascos urbanos parcialmente inundados y ríos desbordados. Los servicios meteorológicos no prevén un alivio en los próximos días en toda la región báltica y escandinava, mientras que en Alemania se espera un regreso de las temperaturas veraniegas hacia mediados de la próxima semana, pero sólo de forma intermitente y en alternancia con las siguientes lluvias.
Las situaciones más dramáticas se habían vivido, sin embargo, en los días pasados en el centro europeo, concretamente en Eslovenia y Austria. El Gobierno del primer ministro esloveno, Robert Golob, llegó a pedir apoyo logístico al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, para las regiones en que se declaró zona de catástrofe y donde se reportaron ocho víctimas mortales. La ayuda de los equipos de protección civil llegó de varios socios europeos, como Alemania y Francia, así como de Bulgaria y Croacia. Según estimaciones de sus autoridades locales, las inundaciones de los días pasados han sido las más graves de la historia reciente de Eslovenia. En Austria, finalmente, la inclemente meteorología se plasmó en corrimientos de tierra en varias regiones, bajo copiosas precipitaciones y termómetros que, en cuestión de 24 horas, cayeron de los 30 grados a los 17, una situación parecida a la que se reportó desde los países bálticos. Joana Serra
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Portugal se suma a la lista de países afectados por los incendios forestales que ha desatado la reciente ola de calor. Las elevadas temperaturas, que rozan los 40 grados, de los últimos días, y las fuertes ráfagas de viento, han provocado que el fuego que inició el sábado en la localidad de Odemira, en el sur del país, se extienda con una rapidez mayor a la capacidad de combate de los efectivos. Las llamas ya dejan cuatro personas heridas, entre ellas se encuentran tres bomberos, y 28 han tenido que recibir atención médica, ninguna de gravedad.
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«Una situación absolutamente excepcional». Así ha sido clasificada por los servicios de emergencia esta oleada de incendios en el país. El desafío que supone apagar el fuego en medio del calor extremo que asola al territorio luso ha obligado a más de 1.400 personas, entre ellos cientos de turistas que estaban albergados en casas rurales, a evacuar la zona en los alrededores de Odemira.
Más de 2.000 bomberos luchan contra catorce incendios en el sur y el centro del país. Efectivos españoles también han acudido a apoyar a los equipos portugueses para controlar las llamas. Se estima que la superficie quemada hasta este momento es de 15.000 hectáreas. Pero el potencial de los incendios podría llegar a más de 20.000, según reveló el comandante de los servicios de rescate a cargo de las operaciones, José Guilherme.
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Pese a las dificultades para la extinción del fuego, el Gobierno confía en la respuesta de los dispositivos desplegados y descarta, por ahora, declarar la situación de alerta en el país. Sin embargo, sí han advertido a más 120 municipios sobre los riesgos de sufrir incendios.
Las zonas de mayor preocupación son Odemira -donde uno de los frentes activos se dirige a Algarve, que es considerado uno de los principales destinos turísticos del país-, donde ya son 10.000 hectáreas diezmadas por el fuego, y varios focos en el distrito de Leiría, a unos 130 kilómetros de Lisboa, donde se han quemado unas 7.000 hectáreas. De hecho, uno de los incendios provocó el lunes el cierre de la autopista que conecta a Oporto con la capital.
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Al otro lado del Atlántico, el clima también causa estragos. Las fuertes tormentas en el este de Estados Unidos con granizo y relámpagos causaron el lunes la muerte de dos personas y dejaron a más de 1 millón de casas sin electricidad. Además, miles de vuelos fueron cancelados por el peligroso temporal que amenazaba con provocar inundaciones y tornados en diez estados, desde Nueva York hasta Tennessee.
Más de 29 millones de personas estaban el lunes por la tarde bajo vigilancia de tornado, principalmente en Washington. Aunque el área alrededor de la capital no se considera un foco regular de este fenómeno, «ocurren a veces», ha explicado el Servicio Meteorológico Nacional. La ciudad se blindó el lunes frente a la alerta de vientos con la fuerza de un huracán y lluvias torrenciales. Las bibliotecas, los museos, el Zoológico Nacional, las piscinas y las oficinas municipales y federales cerraron por el riesgo de tornado. Todos los edificios del Gobierno -como la Casa Blanca, el Capitolio, la Corte Suprema- y las sedes de organismos -como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, la Organización de Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo- fueron evacuados y el personal fue instado a refugiarse en sus casas.
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A lo largo de toda la franja por la que se extendía la tormenta, 1,1 millones de clientes se quedaron sin electricidad. Las lluvias y ráfagas han causado daños importantes en las redes del servicio, lo que tomará «varios días en ser reparado», según la Junta de Servicios Públicos de Knoxville, en Tennessee.
Los relámpagos y los fuertes vientos derribaron decenas de árboles y líneas eléctricas en varios estados, cayendo sobre carreteras y algunas casas. En Anderson, en Carolina del Sur, un niño de 15 años que llegaba a la vivienda de sus abuelos durante la tormenta falleció después de que un árbol cayera sobre él. En Florence, en Alabama, la Policía reportó que un hombre de 28 años fue alcanzado por un rayo y murió, informó la cadena WAAY-TV.
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