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Donald Trump continúa blandiendo un discurso crudo para los intereses comerciales de la Unión Europea y el gasto militar de los países que conforman la OTAN. El nuevo presidente de Estados Unidos insistió este jueves en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), su primera ... gran intervención internacional tras la toma de posesión, en que los integrantes de esta organización eleven al 5% del PIB su inversión en Defensa y que Bruselas aplique una menor carga fiscal y regulatoria en productos que afectan a los intereses norteamericanos.
El magnate esgrimió que los países de la OTAN deberían haber efectuado «hace muchos años» ese gasto militar. Por ello, reivindicó que fue bajo su primer mandato cuando los aliados avanzaron hasta el umbral del 2% para poner fin a un desequilibrio «injusto» respecto a EE UU. Y lanzó un claro aviso a Bruselas. «Si no fabricas tus productos en Estados Unidos, tendrás aranceles. Me encanta Europa pero nos trata de forma muy injusta», zanjó poniendo como ejemplo las tasas aeroportuarias. No fue la única declaración de peso que hizo este jueves Trump, quien también aseguró que quiere reunirse con el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, cuanto antes para poner fin a la guerra de Ucrania, un asunto para el que pedirá la colaboración de China.
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Durante la jornada de este jueves también se refirió a otras cuestiones. Laken Riley es un nombre conocido para sus seguidores, porque durante toda la campaña le escucharon citar su asesinato como ejemplo de los crímenes que cometen los inmigrantes indocumentados a los que acusa de haber comprometido la seguridad ciudadana. Ahora la identidad de esta estudiante de Enfermería asesinada en Georgia es también parte de la historia, al bautizar la primera ley que firma el presidente.
El mandatario se anota así un éxito más firme que la vulnerabilidad de sus órdenes ejecutivas: una de ellas fue bloqueada este jueves temporalmente por un juez de Seattle. El magistrado John Coughenour, nombrado por Reagan hace cuatro décadas, considera que este es el caso inconstitucional más claro de su carrera. «¿Dónde estaban los abogados cuando se decidió?», preguntó sorprendido. La orden, que requiere a los neonatos tener un progenitor ciudadano norteamericano, contradice la 14 enmienda de la Constitución, que garantiza la nacionalidad «a todos los nacidos o naturalizados en EE UU».
Pese a este revés, la cruzada de Trump avanza implacable. Su llegada al poder ha agilizado la legislación que permitirá expulsar a cualquier inmigrante que cometa un delito, sin necesidad de que sea ejercido con violencia. José Ibarra, el asesino de Riley, había sido previamente detenido por hurto en una tienda y se encontraba en libertad provisional. El venezolano de 26 años que, según la Policía vio «la oportunidad de un crimen», la mató de un golpe en febrero del año pasado cuando ella salió a correr por una zona boscosa de la Universidad de Georgia en Athens a las 9.00. En solo cuatro días de juicio fue declarado culpable y condenado a cadena perpetua.
Ahora millones de inmigrantes pagarán por su crimen en perpetuidad. «Si alguien quiere apuntar un dedo contra un inmigrante indocumentado acusándolo de hurto, le cercarán, lo pondrán en un campo de concentración privado y lo deportarán sin que pasar por delante de un juez», resumió la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, para quien la suspensión de las garantías básicas es una ruptura con los valores de EE UU.
Lo sorprendente es que 46 demócratas se hayan sumado a la mayoría republicana en la Cámara Baja para votar en favor de la primera ley de Trump, que puede presumir ya de haber contado con apoyo bipartidista, al haberse aprobado por 253 contra 156. Son once votos demócratas más de los que tenía la norma cuando inicialmente se presentó el año pasado, lo que señala el reconocimiento del partido de Biden a la agenda del magnate, que la opinión pública favorece con matices.
Una encuesta de Associated Press registró este mes que el 82% de los estadounidenses acepta la deportación de todos los inmigrantes indocumentados que hayan cometido algún crimen violento. La legislación aprobada este jueves va mucho más allá, porque incidentes menores pueden derivar inmediatamente en la expulsión extrajudicial. Además, se responsabiliza al Gobierno federal de cualquier daño físico que sufra un estadounidense a manos de un inmigrante en proceso de admisión que no esté en custodia.
Eso permitirá a los fiscales de todo el país demandar al Ejecutivo en caso de que un ciudadano resulte herido en un accidente de tráfico con un inmigrante indocumentado, por ejemplo, según la enmienda añadida por la senadora de Iowa Joni Ernst, en honor a una joven de 21 años atropellada hace casi nueve años por un inmigrante embriagado de alcohol. La Ley de Laken Riley es así también la de Sarah Root, dos jóvenes que han puesto cara a la cruzada antiinmigración de Trump en ambas campañas.
Eso justifica el envío masivo de tropas a la frontera, de acuerdo a su declaración de emergencia nacional, para «detener la invasión» y la «política de fronteras abiertas» de la que acusa al Partido Demócrata, ahora a bordo. «Es hora de asegurar nuestras fronteras y sacar a estos delincuentes y criminales de nuestro país», escribió el presidente en las redes. «Te queremos, Laken, siempre estarás en nuestros corazones», añadió.
Donald Trump, poco habituado a dedicar halagos a otros, elogió este jueves a la presidenta ejecutiva del Santander, Ana Patricia Botín. «Conozco muy bien su banco y está haciendo un trabajo fantástico, enhorabuena», le dijo a la empresaria española que, tras la intervención online del magnate en el Foro de Davos, participaba en un panel con representantes de grandes compañías financieras como Bank of America.
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